Por: Víctor Gaviria
Estamos viviendo una avanzada de movilizaciones populares a nivel mundial que pareciera no tener precedentes en nuestra historia reciente, pero que son evidentes tan solo con hacer un pequeño recorrido a las noticias de prensa y los diferentes tipos de cubrimiento, que de acuerdo a la fuente se hacen de las comunidades movilizadas. Como ejemplo podemos recordar algunos de los casos de los últimos meses, pero particularmente de este mes de octubre.
No hay claridad de cuales fueron las primeras, pero las protestas en Hong Kong, que iniciaron contra las medidas de extradición a China, llevan ya cuatro meses de grandes movilizaciones, que tienen entre otras causas, las torpes medidas del gobierno autónomo, como la de prohibir el uso de máscaras en las movilizaciones y como resultado, la solidaridad de la mayoría de la población y han llegado hasta impedir recientemente los pronunciamientos públicos de la presidenta de este país frente al legislativo.
Continuando en este continente, está el Líbano en una movilización que inició contra un impuesto a las llamadas por WhatsApp y que, a pesar de ser tumbada la medida, la población no paró las protestas y continúo su presencia en las calles por el alto el costo de la vida y la falta de opciones y oportunidades para los jóvenes.
En Irak los jóvenes son los protagonistas de las protestas que iniciaron el primero de octubre, y por las cuales se completaban más de cien muertos resultado de la represión estatal, las consignas fundamentales de los jóvenes que son más del 60% de la población, son los servicios públicos, puestos de trabajo y el fin de la corrupción endémica del Estado Iraquí.
Europa no se queda atrás con las formidables movilizaciones de los llamados Chalecos Amarillos, que ya con un año de existencia, tuvieron su inicio en Francia contra las alzas de los combustibles, pero se extendieron a Bélgica, Italia, España y Alemania y se sumaron reivindicaciones contra la desigualdad social y la decreciente capacidad adquisitiva de las clases medias y bajas. Así mismo, en este mes que termina han sido muy significativas las masivas movilizaciones del pueblo Catalan contra las torpes medidas represivas y judiciales del reino español, hacia los liderazgos independentistas de esta nación.
Ya en el continente americano, recordamos las masivas protestas en Puerto Rico, que en su condición de “Estado asociado” no deja de ser tratado como una colonia de los Estados Unidos. En el mes de julio las calles de esta isla se vieron abarrotadas de sus pobladores, apoyados por importantes artistas de este país, que inicialmente se movilizaron contra el exgobernador Roselló, pidiendo su renuncia luego de develarse mensajes privados con sus funcionarios que mostraban los manejos homófobos, groseros y corruptos del presupuesto del Estado. Y a pesar de que al final de ese mes el gobernador tuvo que renunciar, las movilizaciones representan el sentir de un pueblo cansado de la corrupción de sus gobernantes, de los malos manejos de los recursos luego de los desastres causados por el Huracán María, de la crisis de la deuda, los recortes en el presupuesto público, el despido de miles de trabajadores gubernamentales y en general la depresión y el mal gobierno de la isla durante la última década.
En Haití el pueblo está cansado de décadas de injerencia norteamericana que parece estar cobrándole el ser el primer pueblo libre de Latinoamérica. Este digno pueblo completa siete semanas de movilizaciones y anuncia una definitiva desde el 27 de octubre, contra el presidente Jovenel Moise y en general contra el hambre y la miseria, contra la crisis económica, política y social de la que la injerencia internacional, la corrupción y los malos gobernantes no lo han dejado salir.
En Honduras, son meses de protestas contra el presidente Juan Orlando Hernández, que iniciaron con su reelección bastante discutible en el 2017 y se agudizaron luego de la revelación de documentos que evidencian el patrocinio de su campaña por parte del narcotráfico y la captura de su hermano en los Estados Unidos por el mismo delito. Hasta hace un par de días, las calles de Tegucigalpa parecían en batalla campal, luego de que los hondureños en protesta levantaran barricadas contra la represión de las fuerzas estatales.
En Ecuador, el pueblo salió a las calles, cuando el presidente Lenin Moreno intentó quitarle el subsidio a los combustibles con el “argumento” que este subsidio solo beneficiaba a las clases altas de este pueblo, y como parte del recetario que el Fondo Monetario Internacional imponía a este país. Las calles de Quito se llenaron de comunidades indígenas de las mas variadas regiones con grandes movilizaciones que iniciaron el dos de octubre y continuaron casi durante dos semanas, obligando al gobierno a desplazarse a Guayaquil y ocupando temporalmente el parlamento nacional. El presidente tuvo que recular y someterse a una serie de acuerdos con las organizaciones movilizadas, pero fundamentalmente con un llamado de atención, que el pueblo ecuatoriano es un pueblo digno y se respeta.
En Chile las movilizaciones han sido masivas, tanto así que el 25 de octubre lograron la presencia de más de un millón de chilenos y chilenas en su capital, que, al ritmo de las canciones de Víctor Jara y los Prisioneros, se hicieron uno y reivindicaron la dignidad que la dictadura pretendió arrebatarle desde los años setenta del siglo pasado y que los hizo el laboratorio del neoliberalismo en Latinoamérica. Las protestas iniciaron en cabeza de los estudiantes luego del intento de aumento del pasaje del Metro por parte de Sebastian Piñera, presidente y segundo hombre más rico del continente americano, pero hoy ha contagiado a los más amplios sectores de la sociedad, población que se siente abandonada y pisoteada por mas de treinta años de desigualdad social. Bien lo dice una de sus consignas, “No es por 30 Pesos, es por 30 años”.
Y en Colombia, a pesar de los facilistas análisis que caracterizan su pueblo como inmóvil e inmutable frente a los vientos de protesta, olvidan que el nuestro es un pueblo adolorido que ha sufrido la muerte de sus lideres mas importantes y que en pocos días vamos a llegar a la cifra de mil y en esos, mas de 160 exguerrilleros que dejaron las armas creyendo en los tiempos de paz de esta indolente clase gobernante y un presidente más concentrado en los designios del presidente gringo y en el saboteo al pueblo venezolano que en la responsabilidad sobre la población.
Son así de nuevo, los jóvenes los que sacan la cara y salen a la calle, en su momento, para defender los Acuerdos de Paz, que el partido de gobierno pretenden hacer trizas, pero que hoy, y luego de que iniciaran con protestas contra la corrupción en la Universidad Distrital de la capital de la república, llevan casi mes de marchas y tropeles en las principales ciudades del país y en sus claustros universitarios, ya no solo contra la corrupción, sino por presupuesto para la educación, contra la represión del ESMAD (Escuadro Móvil Anti Disturbios) y contra el mal gobierno.
on muchas las lecciones que se pueden sacar de este corto, sintético, pero representativo panorama de las movilizaciones sociales durante este octubre de marchas y durante los últimos meses, pero lo mas importante que se puede evidenciar es la acumulación de resistencias sociales, tal vez no hoy con un nombre característico, un partido, o una consigna común, pero estamos viendo un despertar a nivel mundial que requiere el mas grande apoyo, pero también, las mas profundas reflexiones frente a la necesidad de pensarse una alternativa social y política a este sistema capitalista decadente.
En todos estos territorios, los pueblos se han tomado las calles, porque a pesar de la represión característica en todos estos países, de los asesinatos y de los intentos de regulación, que quieren limitar las marchas a los andenes, o los fines de semana, donde no afecten la “normalidad” como estultamente quieren algunos innombrables congresistas en Colombia, las calles son de la gente y una y mil veces serán recuperadas, porque es este el lugar selecto, el ágora de la protesta, de las luchas por la justicia social y de las manifestaciones por la vida de las masas populares.
Buena parte de este recorrido, que no termina, evidencia la respuesta de los pueblos a las medidas dictadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la OCDE, y aplicadas a sus pueblos por los más dóciles (frente a los jefes financieros pero represivos y asesinos contra su pueblo) y mediocres gobernantes. También muestran que hoy tal vez no estamos en la confrontación de burgueses vs proletarios que los textos clásicos nos han mostrado, pero lo claro, es que cuando el modelo neoliberal del sistema capitalista hace aguas y la tasa de ganancia de los conglomerados financieros que hoy son hegemónicos empiezan a reducirse, empezaran a buscar los bolsillos de los ciudadanos y ciudadanas para no perder un solo centavo. Entonces, la pregunta que queda es si los pueblos permitirán que los expriman y que los continúen expoliando de las riquezas de sus naciones, para que los ricos banqueros no pierdan.
La formula es sencilla y de acuerdo al país cambia de nombre, póngale ajuste fiscal, desmonte de subsidios, reforma tributaria, leyes de financiamiento, recorte presupuestal, salvamento financiero, etc.
No hay que olvidar que en tiempos de crisis del sistema, primero están atentos los dueños del capital para aumentar sus riquezas, segundo las iglesias para captar fieles y ofrecerles una fácil alternativa de tranquilidad y tercero, los partidos fascistas de ultraderecha, buscando culpas o chivos expiatorios, como en su momento fueron los judíos, los comunistas, los castro-chavistas, el socialismo del Siglo XXI, el Foro de Sao Paulo y hoy cualquier apellido nuevo que le quieran achacar para coptar incautos a sus filas y votos para sus políticos.
Finalmente, otra de las lecciones que podemos tener, es un llamado a los grandes críticos de las redes sociales como herramienta de protesta, estos deben evaluar su papel en las últimas movilizaciones y en la visibilización de las problemáticas y de los hechos reales en los más recónditos lugares, cuando no se quedan en “likes” y “hashtag”, así como en las formas de coordinación de las movilizaciones populares, como contrapeso al nocivo papel desinformador y desmovilizador de los grandes medios de comunicación.
¡Métale a la marcha!