• octubre 30, 2024 8:52 pm

Las Muertes Nuestras de Cada día.

Dimar Torres, Cristina Taquinas Bautista, Diana Medina, Wilson Saavedra, Alexander Parra, Jesus Mestizo.

@VGaviriaDiaz

Por: Víctor Gaviria

Diana Medina tenía 16 años, vivía en Puerto Rico, departamento del Caquetá y aunque no era oriunda de ese lugar, estaba allá con su padre, pues esto le garantizaba poder terminar su bachillerato, estudiaba noveno grado. Su sueño era ser policía y de no ser posible, jugadora del futbol profesional que tanto le gustaba. Ella junto a Angela María Gaitán de 12 años, Sandra Vargas de 16, José Rojas de 15, Jhon Pinzón, Wilmer Castro, Abimiller Morales, todos estos de 17 años y otros cuantos muchachos que quedaron tan despedazados que no pudieron ser reconocidos, fueron asesinados el 30 de agosto en un bombardeo de las fuerzas militares colombianas cuando estas, al parecer, perseguían un “objetivo de alto valor” de las disidencias de las FARC en este departamento.

Flower Yaín Trompeta, era un campesino defensor de derechos humanos (por estos lugares significa tener los ojos bien abiertos y estar pendientes del bienestar de sus vecinos) de su comunidad, tenía algo más de 30 años, había nacido en el Municipio de Corinto, y vivía en la vereda La Laguna de este mismo municipio, al norte del Cauca.

Flower era integrante de la Asociación de Trabajadores Pro-Constitución Zonas de Reserva Campesina de Caloto – ASTRAZONACAL, una organización filial de la Federación Nacional Sindical Unitaria y se dedicaba a las labores del campo, era un trabajador de la vereda, dirían sus vecinos, y de hecho estaba trabajando en la finca de su abuela cuando el Ejército se lo llevó. Lo mataron a eso de las 1030 de la mañana del mismo día y en su cuerpo había tres disparos de fusil a muy corta distancia, como en una ejecución. Todo esto se supo porque la comunidad prendió las alarmas, su abuela lo fue a buscar, pero no pudo llegar al punto porque la detuvieron unos hombres que se identificaron como paramilitares, y la Guardia Indígena (que es la forma que se han organizado los habitantes indígenas de este territorio, armados solo con su bastón de mando, para la protección colectiva) llegó rápidamente evitando que se llevaran el cuerpo, lo entregaron a Medicina Legal, e impidieron que implantaran armas al lugar donde se encontraba. El ejercito afirmó inicialmente que era un disidente de las FARC y había muerto en el desarrollo de una operación militar.

Alexander Parra era el nombre que aparecía en su cédula, pero se llamaba realmente Rodolfo Fierro, pues así lo conocían públicamente y así lo llamaban sus amigos, vestía como “vaquero” con botas texanas, a veces usaba chalecos y camisas blancas. En diciembre se iba a casar con Luz Marina, que también le decían “Yesenia”, ella es una gran lideresa y estaba en campaña para ser concejal del Municipio de Mesetas, ya vivían juntos, ella era su única familia y estaban en los preparativos de su unión.

 Gonzalo había sido guerrillero de las FARC por muchos años y con los Acuerdos le había apostado a la paz, sobrevivió a la guerra y ahora era contratista de la ARN que es la Agencia para la Reincorporación y Normalización, su labor era hacerle seguimiento al tránsito a la vida civil de los excombatientes, asesorarlos y seguir sus procesos. Había sido combatiente del Bloque Oriental de esta guerrilla, el que vivió las confrontaciones mas fuertes del Plan Patriota, pero lo que mas lo hacía reconocido era haber sido parte de los guerrilleros que protegieron a Manuel Marulanda Vélez, “Tirofijo” máximo comandante de esta guerrilla.

Luego de la guerra Alexander había pasado de ser un comandante a ser un gran líder de sus compañeros, era ambientalista, pero también les apostaba a los ejercicios de reconciliación y estaba metido de lleno en la labor restaurativa del modelo de justicia que había nacido con el Acuerdo de Paz. El 24 de octubre, varios hombres armados y encapuchados ingresaron al ETCR “Mariana Páez” en el municipio de Mesetas el Meta y lo asesinaron. Este es un lugar con alta presencia militar a muy pocos minutos.

Cristina Bautista Taquinas era una joven gobernadora indígena Neehwesx (autoridad indígena del Pueblo Nasa) del resguardo de Tacueyó en el Municipio de Toribio al norte del Cauca, era reconocida en su pueblo, no solo por su capacidad de liderazgo, sino por su valentía para defender y denunciar a quienes atentaban contra él.

En un video de un medio regional, que la muestra hablando días antes en una concentración Nasa finaliza su intervención diciendo “somos más los que queremos la paz que los que quieren la guerra”.  A las cuatro de la tarde del 29 de octubre fue asesinada cuando se desplazaba en su camioneta, desarrollaba labores de control territorial en el sector de La Luz en el Resguardo de Tacueyó, y junto a ella, otros compañeros de su comunidad fueron asesinados y otros heridos. Eran kiwe thegnas (Guardias indígenas, cuidadoras y cuidadores del territorio) y sus nombres Asdrúbal Cayapu, Eliodoro Finscue, Jose Gerardo Soto, James Wilfredo soto y heridos a José Norman Montano, Matías montano, Crescencio Peteche, Dora Rut Mesa y Rogelio Taquinas. Aunque la versión oficial es que disidencias fueron quienes atentaron contra ellos, el ejercito quemó la camioneta en la que se desplazaba la gobernadora y con esto impidió una investigación objetiva.

Último discurso publicado de Cristina Taquinas Bautista.

Jesús Eduardo Mestizo Yosando, era un líder indígena, defensor de derechos humanos y uno de los miembros fundadores de la Asociación Indígena Avelino Ul, que se articula en el Proceso de Unidad Popular del Suroccidente Colombiano – PUPSOC y la Coordinación Social y Política Marcha Patriótica. Jesús Eduardo era de los miembros mas representativo de los llamados “Avelinos”, movimiento indígena que participó con los campesinos en el reciente paro que se convocó en el Cauca. A las siete de la noche del domingo 3 de noviembre, fue asesinado por hombres que llegaron en una motocicleta, Jesús Eduardo se encontraba en la vereda Lomalinda, del Municipio de Toribio junto a su esposa y su hijo cuando estos hombres le quitaron la vida.  

Como ellos y ellas, que son un pequeño recuento de muchos recuerdos, todos los días son asesinados hombres y mujeres en Colombia con grandes historias, jóvenes y no tanto, con sueños, proyectos y familias en un país que poco a poco va olvidando sus nombres. Los muertos nuestros de cada día son estos de los cuales sus familias podrían escribir historias y libros por cada uno, pero en Colombia ya son tantos los números (cientos y casi miles los lideres asesinados y casi doscientos los exguerrilleros de FARC que le habían apostado a la paz y por la cual les fue arrebatada su vida) que se nos olvidan sus caras, pues este país y sus dirigentes, no nos deja pasar la indignación por uno de ellos cuando al otro o el mismo día hay un nuevo hecho que nos conmueve y como en la doctrina del Shock de la que nos habla Naomi Klein, nos mantienen en un estado de consternación permanente, tanto que ya nos anestesia y nos hace vivir naturalizando la muerte.

Por estos días también se fue, por una razon no violenta, por una enfermedad que últimamente se ha concentrado en asesinar a los buenos, Alfredo Molano Bravo. A pesar de las muchas horas de clase en la Facultad, solo sus libros poco sugeridos por los profesores, me permitieron comprender esta guerra eterna a la que nuestros dirigentes nos han acostumbrado, contándola precisamente, en la voz de quienes la han vivido.

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Trochas y Fusiles es uno de los libros icónicos de Alfredo Molano.

También se fue Mario, mi tío, uno de los hermanos de mi padre y quien su familia y sus hijos extrañarán tanto, así como sus compañeros y estudiantes, por buen hombre, pero también por buen maestro, pues fue con todos ellos con quienes compartió los secretos de quienes cuidan y controlan en los aires ese gran sueño que es volar.   

Espero que la indignación nos aguante y los sueños de cambio y las vidas que ya no fueron mas de todos ellos y ellas nos acompañen este 21 de noviembre para salir a las calles y salir de esta somnolencia colectiva para decir No Mas al mal gobierno.

Sobre el autor

2 comentarios en «Las Muertes Nuestras de Cada día.»
  1. Buena noche, que buen texto, sobretodo aportante a la memoria, después de querer cambiar el fin del centro nacional de memoria, escritos como este, permiten mantenerla vigente y aportar a la no repetición. Gracias por ello.

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