Pobreza, desempleo, recortes en el gasto público y formas desregularizadas de contratación laboral son algunas de las consecuencias que podrán sufrir las sociedades, si permiten que los efectos de la crisis los descarguen sobre ellas. En contraposición, pueden resistir y exigir un cambio en el modelo, en el que los trabajadores sean los principales favorecidos.
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“Está claro que hemos entrado en una recesión que será peor que en 2009 después de la crisis financiera mundial”, dijo de manera categórica Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, FMI, en una corta conferencia de prensa virtual, el pasado 27 de marzo.
La funcionaria expresó que muchos de los mercados emergente experimentarán una contracción a medida que se impongan las políticas de contención necesarias: “Ya están conmocionados por la reducción de la demanda global de sus exportaciones, turismo, productos básicos y productos manufacturados. Nuestra estimación actual para las necesidades financieras generales de los mercados emergentes, es de dos billones y medio de dólares”.
Georgieva explicó que la debilidad de los mercados emergentes se da principalmente por los recursos internos insuficientes, el poco margen fiscal, la reducción significativa en las exportaciones, y una salida de capital en las últimas semanas de más de US$80.000 millones.
Para la directora del FMI, es probable que en 2021 haya una recuperación importante, siempre y cuando se logre aplacar el virus y evitar problemas de liquidez.
El FMI no fue el único en advertir sobre la crisis global en materia económica. El 21 de marzo, Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, también lo hizo, aunque de manera más pesimista, al decir que el coronavirus impactará la economía mundial por varios años, por lo que es poco probable que se dé una recuperación significativa a corto plazo.
Gurría insistió en que el futuro es incierto y que queda desestimado el crecimiento de 1,5% que días antes estimaba ese mismo organismo para 2020.
El secretario indicó que es muy difícil saber cuánto costará la recuperación porque la crisis apenas comienza y pidió un Plan Marshall para enfrentar el desafío global: “Necesitamos liderazgo, conocimiento y un nivel de ambición similar al del Plan Marshall, por el que se creó la Ocde, y una visión como la que inspiró el New Deal, pero a escala planetaria”.
Se refiere al programa lanzado por Estados Unidos para facilitar la reconstrucción y recuperación de Europa después de la II Guerra Mundial, y desarrollado entre 1948 y 1952, con la ayuda de más de 12 mil millones de dólares.
América Latina
Según analistas, la economía de Estados Unidos será una de las más afectadas por el desempleo y vaticinan una caída y una profunda contracción en el segundo trimestre de 2020.
Pero no solo el país norteamericano sufrirá un alto desempleo, también lo deberá enfrentar todo el orbe. Según la Organización Internacional del Trabajo, OIT, la recesión podría dejar sin empleo mínimo a 25 millones de personas en el ámbito mundial y la pérdida de ingresos de los trabajadores podría llegar a los 3,4 billones de dólares estadounidenses.
“Esta pandemia ha expuesto sin piedad los profundos fallos de nuestros mercados laborales. Empresas de todos los tamaños ya han cesado sus operaciones, han reducido las horas de trabajo y despedido al personal. Muchas están al borde del colapso, a medida que van cerrando tiendas y restaurantes, se cancelan vuelos y reservas de hoteles, y las empresas optan por el trabajo a distancia. A menudo, los primeros en quedarse sin trabajo son aquellos cuyo empleo ya era precario: vendedores, camareros, personal de cocina, limpiadores o los que ayudan con el equipaje”, explicó el director general de la OIT, Guy Ryder.
(…) “El teletrabajo ofrece nuevas posibilidades para que los trabajadores sigan laborando y los empleadores continúen sus negocios durante la crisis. Sin embargo, los trabajadores deben poder negociar estas fórmulas laborales para poder mantener el equilibrio con otras responsabilidades, como el cuidado de los hijos, los enfermos o los ancianos y, por supuesto, de ellos mismos”, expresa el documento de Ryder.
A las anteriores consecuencias de la crisis debe sumarse que la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, Alicia Bárcena, señaló el 19 de marzo, que en la región habrá 35 millones de nuevos pobres: “En estos momentos Cepal estima una contracción de -1,8% del producto interno bruto regional, lo que podría llevar a que el desempleo en la región suba en diez puntos porcentuales. Esto llevaría a que, de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres suba de 185 a 220 millones de personas; en tanto que las personas en pobreza extrema podrían aumentar de 67,4 a 90 millones”.
El caso colombiano
Para el economista, analista y profesor de la Universidad Nacional, Jairo Estrada, hay tres factores que explican la crisis que se advertía antes del inicio de la pandemia: Una tendencia crítica de los mercados financieros internacionales, caracterizados por la exagerada especulación. “Aquí ya había un acumulado en pleno desenvolvimiento, articulado con procesos de endeudamiento y con las operaciones que se adelantan en el mercado”. Los efectos de la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, que condujo a un descenso del precio del crudo hasta 27 dólares el barril, cuando bordeaba los 60. Y, la situación del coronavirus que produce una interrupción de facto de los circuitos mundiales del capital. “Es decir, ya hay un proceso de crisis en curso que en la medida que avance adquirirá dimensiones globales muy grandes.”
Así las cosas, el panorama no pinta nada bien. Y es conocido que cuando se presenta una contracción en la economía el dogma impuesto opta por recortes públicos, la reducción de presupuestos y la eliminación de instituciones. Es ahí donde vendrá el conflicto, porque al parecer los trabajadores y los sectores menos favorecidos, ya no están en disposición de cargar sobre sus hombros con los efectos de la crisis.
En Colombia y en el mundo, el coronavirus ha puesto al desnudo los límites históricos del capitalismo. “Se han visto los impactos de las políticas neoliberales en la salud, con una inmensa desprotección social de grandes sectores de la población, la precariedad del trabajo y las condiciones de desprotección en las que se encuentran buena parte de los trabajadores informales, los adultos mayores, las personas en condición de discapacidad, las mujeres que adelantan trabajos de cuidado del hogar y sectores mayoritarios de los jóvenes”, explica el profesor universitario.
La situación descrita tiende a agudizar por el aumento de las tasas de desocupación, de precariedad de la clase trabajadora y de la gente del común.
Las medidas adoptadas por el Gobierno nacional fueron calificadas por el profesor Estrada como subsidios pírricos condicionados como por programas Familias en Acción, Jóvenes en Acción y los subsidios para adultos mayores que no representan más que paños de agua tibia para tratar una problemática de orden estructural.
Por otra parte, el Comité Nacional de Paro, CNP, espacio de coordinación de organizaciones sindicales y populares de diferente índole, que desde noviembre del año pasado realiza movilizaciones contra el Gobierno nacional y el modelo económico, también se pronunció sobre las medidas del presidente Iván Duque, a propósito de la pandemia: “Se trata más de una operación de salvamento de las grandes empresas y el capital financiero en crisis económica ya admitida por el FMI, para descargarla sobre el pueblo y no tanto para superar la amenaza del coronavirus. Por ello, no estamos de acuerdo con entregar 17 billones de pesos del Banco de la República a la banca para que los presten, sin control alguno en las tasas de interés, y estima que, con el decreto 444 el Gobierno crea un fondo en el que recoge 14,8 billones de pesos de los cuáles solo entregará, a tres millones de familias pobres una pequeña suma, 160 mil pesos por hogar, el resto se destinará a créditos y no a respaldar a sectores sociales que crean riqueza en el agro y la industria”.
Queda claro que las medidas tienen el propósito de generar condiciones para salvar los grandes negocios, especialmente el financiero y el de los grandes empresarios. No obstante, “La situación está poniendo en evidencia que si el capitalismo se quiere salvar -dice Jairo Estrada-, va a tener que hacer y poner en marcha medidas para salvar a la clase trabajadora. Se pone en evidencia que es la clase trabajadora la que sostiene el sistema y tendrán que emprender políticas redistributivas y no las que buscan salvar a los bancos y a los grandes negocios”.
Coyuntura y estructura
Ahora bien, sobre las formas de superar estas crisis los Estados neoliberales y los empresarios buscan descargarlas sobre los hombros de los trabajadores, y es aquí donde habrá pugnas que se convertirán en grandes movilizaciones sociales.
Para superarla, Jairo Estrada argumenta que es necesario tomar medidas de carácter coyuntural y estructural. En las primeras se debe recurrir a políticas de expansión monetaria para financiar un aumento extraordinario del gasto público, porque la situación solo es posible enfrentarla con base en políticas sociales que apunten a la protección del empleo, el ingreso y el trabajo.
En segundo lugar, está la consideración de la moratoria o condonación de la deuda externa, por ser uno de los factores que más inciden en los ingresos de los Estados. “No puede ser que los recursos que reciben los Estados, en las actuales condiciones sean destinados a engrosar las cuentas de los grandes capitales financieros internacionales, mientras la gente se muere de hambre y no hay condiciones sanitarias y de salubridad”, comenta el profesor.
En cuanto a las medidas de carácter estructural, estas se sustentan en reformas profundas a los sistemas de tributación, ya que los del sistema neoliberal han favorecido, mediante subsidios y subvenciones, a los grandes capitales, y han puesto a tributar a los sectores pobres y medios de la población, con impuestos al trabajo y al consumo. “Es hora de que los grandes capitalistas, los grandes terratenientes y las grandes corporaciones paguen más impuestos y financien al Estado y que esa decisión se acompañe de una descarga en las imposiciones a sectores medios y pobres”, explica Jairo Estrada.
Por su parte, y sobre las medidas para enfrentar la crisis, el CNP, exige al Gobierno: “que libere y destine rápidamente la mayor cantidad posible de recursos monetarios para darle a la población que no dispone de ellos (trabajadores informales, desempleados, trabajadores sin remuneración, adultos mayores sin pensión, etc.) una renta básica mensual no inferior a un salario mínimo, que permita a las personas alimentarse y cubrir los demás costos durante el tiempo que dure el aislamiento y se retorne a la normalidad económica y social. Igualmente son necesarios muchísimos más recursos de los hasta ahora destinados para fortalecer sustancialmente la red hospitalaria, las condiciones laborales y sanitarias del personal de salud y de las personas que se dedican al cuidado y para evitar el freno total de la producción agraria e industrial”.
Las calles deciden
La situación es de tanta gravedad, que hasta gobiernos como el de Francia, que enfrenta las protestas de los chalecos amarillos por hacer recortes sociales, se ha manifestado por mantener los beneficios del Estado de bienestar. El mandatario galo, Emmanuel Macron, hace pocos días expresó: “…no son gastos ni cargos, sino bienes preciosos, activos indispensables cuando ataca el destino. Lo que revela esta pandemia es que hay bienes y servicios que deben colocarse por fuera de las leyes del mercado”.
Ante propuestas como las anteriores, normalmente se dice que no hay el dinero para desarrollarlas o se pregunta de dónde sacarlo. El profesor Jairo Estrada responde que dentro de lo coyuntural están las facultades de los bancos centrales para la emisión monetaria, recurso previsto en los ordenamientos constitucionales: “Se puede recurrir a emisiones excepcionales de dinero orientadas a garantizar condiciones de protección del trabajo, el empleo y de protección social de las amplias mayorías”.
En Colombia hay dinero suficiente en sus actuales reservas internacionales, que superan los 55 mil millones de dólares. Así como la devaluación afecta el servicio de la deuda y pone al Estado a pagarla más cara, también ha incidido de manera favorable sobre las reservas internacionales. Monetizar partes de las reservas es otra fuente de financiación significativa mediante la cual se proveería de liquidez al Estado y al sistema económico en general para sostener esas medidas. También para proteger ye estimular a pequeñas y mediana producciones, y la producción campesina y de comunidades campesinas.
Asimismo, están los recursos de regalías, de los fondos de pensiones territoriales que pueden ser utilizados en coordinación con los gobiernos locales, departamentales y municipales con motivos específicamente territoriales, y no como se ha pretendido que es habilitar recursos para, en momento dado, proveer liquidez a instituciones financieras y grandes empresas.
En coincidencia con el profesor Estrada, el movimiento social, representado en el CNP, propone lo siguiente para enfrentar la crisis se debe contar con las reservas nacionales en el exterior: “…de las utilidades del Banco de la República, de los recursos presupuestales de la nación, departamentos y municipios que no sean prioritarios, eliminación de exenciones tributarias a las grandes empresas, de la emisión de moneda y, sobre todo, deberían provenir de la moratoria y no pago de la deuda publica externa, medidas que le entregarían suficientes recursos al gobierno para atender en las mejores condiciones la emergencia”.
En conclusión, las salidas a la crisis económica que apenas inicia dependen de la voluntad política de los gobiernos, pero principalmente de la capacidad de convocatoria y movilización de las organizaciones sociales, y la de transformación de los pueblos. Dinero sí hay y fórmulas democráticas para salir de ella, en las que todos sean beneficiados, también. Será una pelea por el futuro, que se definirá principalmente en las calles.