Por: Víctor Gaviria
La palabra cipayo ha tenido muchos usos en la historia, pero el significado apunta más a menos lo mismo. La versión mas conocida es la que le daba el nombre a los militares de origen indio que luchaban en las fuerzas militares inglesas, que en su momento era el imperio que los dominaba.
Manuel Antonio Noriega fue un militar (estudiante de la Escuela de las Américas) y dictador panameño entre 1983 y 1989. Acabó su reinado en ese año luego de una feroz invasión de los Estados Unidos. Noriega no solo era dictador, sino funcionario de la CIA (si la misma de los Estados Unidos) desde los años 50, que servía a todas las demandas del país del norte, entre estas, servir de enlace con el Cartel de Medellín, para vender cocaína en Estados Unidos y con las ganancias, ayudar a financiar a los “Contras” que eran algo así como los paramilitares que atacaban desde los países vecinos la revolución sandinista en Nicaragua (porque en su momento el Congreso gringo no lo aprobaba). Una compleja jugada, como la de la venta de armas a Irán en la guerra que este país vivía con Irak. Noriega, era un cipayo, pero cuando ya no les sirvió a los gringos, o tal vez cuando ya quisieron echarles tierra a todas estas acciones subrepticias, le invadieron su país y lo capturaron.
Hace unos días el Alto Comisionado para la Paz (¿Para la Paz?) de Colombia celebraba porque Estados Unidos había devuelto a Cuba al listado de países que “no ayudan” en la guerra contra el terrorismo (alguien alguna vez le dijo al país que más territorios ha invado en el siglo XX y lo que llevamos del XXI y más muertos tiene a cuestas, que ellos podían hacer estas definiciones). Lo peor de este asunto, es que Cuba, no solo está formando a cientos de futuros médicos y médicas colombianas y es reconocido a nivel internacional por brindar apoyo médico en medio de la crisis sanitaria por el COVID-19 a los países que lo requieran, sino que brindó su territorio por muchos años para poder sacar adelante el Acuerdo de Paz con las FARC-EP y no solamente esto, todavía es un país garante del cumplimiento de este Acuerdo, así como Noruega.
El ingreso a la tristemente famosa lista, busca endurecer el bloqueo de más de 50 años al país isleño, que tanto daño le hace a su población en esa extraña manera de presionar otro país y que en ninguna parte del mundo ha servido para algo mas que para empobrecer a los pueblos donde se aplica.
La sanción se da a la república cubana porque esta se niega a incumplir los acuerdos. A incumplir el protocolo que dice que en el marco de un diálogo de paz hay un tercero en el que el Estado y las organizaciones en dialogo, depositan su confianza, su garantía de vida, para desarrollar el dialogo y para el transporte y regreso de los negociadores.
Este país a la luz del derecho internacional debe hacer respetar estos mínimos, sin esta garantía no podría existir una negociación. La sanción es porque Cuba, el país garante, no extraditó a los negociadores del ELN, luego del atentado de esta organización sobre la Escuela de Cadetes en la ciudad de Bogotá a inicios del 2019. Como si el garante de la seguridad de los colombianos y colombianos fuera Cuba y como si hubiera existido alguna especie de cese al fuego, al que Colombia se ha negado obstinadamente. Lo de la Escuela de Cadetes fue una acción de guerra con muchas víctimas, de la guerra de la que este gobierno no quiere salir. Esto es mas o menos como si Estados Unidos sancionara a Qatar, porque este país al ser sede de sus diálogos con los Talibanes no los extraditó, luego de que los diálogos se suspendieran por un atentado en Kabul, donde murieron varias personas, entre las que había un norteamericano.
Hay excusas para todo.
Ahora, nuestros soberanos gobernantes hacen malabares para desconocer el mandato de la Corte Constitucional sobre la fumigación con el cancerígeno glifosato, porque así se los dijo el presidente de los Estados Unidos y este gobierno con los ojos mirando al piso, prefiere envenenar a nuestro pueblo y nuestro ambiente, que desconocer una orden imperial.
Ahora, no solo eso, somos cabeza de playa para diferentes tipos de invasión militar a la hermana República Bolivariana de Venezuela. En algún momento, para hospedar y permitir la salida desde la Guajira colombiana de un grupo de mercenarios norteamericanos que torpemente (y después de ver muchas películas gringas de gran calidad como Rambo) llegaron a las costas venezolanas y fueron fácilmente reducidas y capturadas por las milicias populares de este país. En hechos poco claros, donde están involucrados grupos paramilitares, ñeñes, Marquitos, Pachencas, “doble ruedas”, Guaidó, JJ Rondón entre otros. (Sin olvidar los “conciertos” auspiciados por la OEA como excusa para intervenir en territorio vecino).
En este polvorín que el gobierno colombiano ha permitido que se convierta la frontera con Venezuela se suma un nuevo elemento y es la presencia de fuerzas militares norteamericanas. A través de la Embajada gringa (ni siquiera de un comunicado del Ministerio) nos enteramos de la presencia desde junio y por lo menos durante cuatro meses, de un equipo especial del ejército de los Estados Unidos, usado para la ayuda a Estados débiles, en el marco de la operación militar de buques de guerra que desplegó este país a comienzos de abril (Operación Antidrogas de Mayores Esfuerzos) cerca de las aguas venezolanas, con la excusa del combate contra el narcotráfico (como si la droga no se produjera en Colombia, en mayor medida, en el Pacifico y no en el país vecino, en el Caribe).
Pasándose por la faja, de nuevo, al Senado de la República que debería aprobar o no el tránsito de tropas extranjeras en nuestro territorio.
Saldrán con la excusa de que son asesores, a pesar de que el argumento oficial (al menos de la Embajada gringa) es la operación de esta fuerza especial en las Zonas Futuro. Ósea, las zonas que enfrentan hoy los mayores rigores del conflicto social y armado de nuestro país, bajo Cauca antioqueño, sur de Córdoba, Pacífico nariñense, Chiribiquete, entre otras, le vamos a llevar mas militares y ahora gringos. No hay que olvidar que la guerra del Vietnam también inició con la presencia de unos asesores militares norteamericanos en el país asiático.
Nuestros gobernantes nos están llevando paso a paso a una guerra internacional, como si no fuera suficiente con la interna, gracias a su imposibilidad de al menos pronunciar la palabra soberanía. No deberían olvidar lo que le pasó al cipayo Manuel Antonio Noriega. (Así paga el diablo…)