Por Aníbal Montes de Oca
El 1 de junio llegaron 54 militares norteamericanos a Colombia, se alojarán, en la antigua base aérea sede de la escuela de contrainsurgencia más grande, Tolemaida.
Después del 16 de junio estarán divididos en 5 grupos, 4 en “las Zonas de futuro”, o sea teatros de guerra, y uno junto al Estado Mayor de las Fuerzas militares en Bogotá.
Pegado a Tolemaida queda Melgar, un balneario sobre el río Magdalena, donde en el año 2007 soldados norteamericanos abusaron sexualmente de una niña de 12 años, ella fue una de las 54 menores violadas por militares gringos entre los años 2002 y 2007, mientras intervenían en nuestro conflicto, con el pretexto de apoyar la guerra contra el narcotráfico, en el marco del llamado Plan Colombia.
El plan Colombia, fue un plan contrainsurgente, es decir, un plan contra las organizaciones alzadas en armas, que se enfocó en la población rural causándoles despojo de tierras y destierro de sus territorios.
En este país, no ha habido plan contrainsurgente sin paramilitarismo, sin uso de métodos mafiosos por parte del Estado para financiar la guerra. Hemos soportado el horror del paramilitarismo, sus amenazas, masacres y la matanza de líderes populares.
Desde que la misión militar de EE.UU. de 1962, encabezada por el general William Yarborugh, recomendara armar milicias civiles adscritas al ejército, o sea paramilitares, la presencia militar gringa sigue recomendando y usando esa arma de terror.
El ejército de los Estados Unidos publicó que SFAB, creadas en 2018, cada una está compuesta por 800 soldados, su misión es capacitar, asesorar y asistir estratégicamente a naciones aliadas y asociadas, para adecuar el acompañamiento de operaciones contra amenazas comunes, en zonas críticas.
En cuanto al grupo de 54 militares que llego, hace parte de la quinta Brigada de Seguridad de la Fuerza de Asistencia (SFAB), que dependen del Comando Sur de los EE.UU., dicen que van a Colombia a asesorar contra el terrorismo y en labores de Inteligencia.
Por los antecedentes del Plan Colombia y por la situación de genocidio político que hemos resistido en los últimos 30 años, los colombianos tenemos la amarga experiencia de que estas operaciones de capacitación las adelantan en el terreno de la mano de los paramilitares, llamase rastrojos, Clan del Golfo o Águilas negras.
En marzo la Fiscalía de Estado Unidos acusó al presidente de Venezuela Nicolás Maduro de Narcotraficante y ofreció 15 millones de dólares de recompensa por su entrega, así Trump adecuo el pretexto de combatir el narcotráfico, en función de escalar la intervención en Venezuela.
De tal manera ahora el radio de acción, de la Operación de los militares norteamericanos en esta fase de intervención en Colombia, se extenderá a Venezuela, eso produciría una destrucción y afectaciones humanitarias mayor que los que causaron durante los años de plan Colombia.
Las voces de rechazo a la nueva escalada intervencionista gringa han venido creciendo desde la bancada de oposición y desde los diversos movimientos populares, igualmente más gente del campo, político, cultural e intelectual del mundo repudia y se conmueve por la eminente agresión militar a Venezuela desde el suelo colombiano.
¿Será posible activar la movilización del país contra el tren de la guerra de Trump y del gobierno Uribista y volver al camino de la solución del conflicto colombiano, en soberanía y por la vía del dialogo? La oposición y los movimientos populares tienen la palabra.