Aunque el de Colombia ha sido uno de los confinamientos más largos, aún no hay condiciones de salubridad ni de capacidad del sistema de salud para superar la crisis provocada por la pandemia. Si llegare una segunda ola de contagios, podría haber consecuencias catastróficas.
Son varios los analistas y epidemiólogos que coinciden en divisar lejana una fecha para que la curva que mide el comportamiento de la pandemia de coronavirus se aplane o descienda, porque el Gobierno nacional no ha tomado las medidas adecuadas o las ha tomado a destiempo.
En varios departamentos el límite del 70% de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, se superó y se empieza a evidenciar que el problema va más allá de la falta de elementos tecnológicos, que pasa por la carencia de personal idóneo para el manejo de los equipos y la atención de los pacientes.
Desde un principio se determinó que la cuarentena tenía como objetivo ganar tiempo para adecuar el sistema de salud, específicamente las UCI, y reducir la letalidad de la covid-19. Por eso, desde el 25 de marzo el país fue confinado hasta el 25 de mayo, cuando se inició el desescalonamiento gradual o aislamiento preventivo con recuperación de algunos sectores de la vida productiva y apertura del comercio. Es decir, una apertura gradual de la economía.
Ahora bien, aunque el aislamiento preventivo obligatorio culminará el primero de agosto, y convierte al país en uno con las cuarentenas más largas, el propósito de adecuar el sistema de salud está lejos de cumplirse y desde el Gobierno y los gremios de la producción se oyen voces que presionan por acelerar la normalización de la economía.
Millones de colombianos saldrán a laborar, al rebusque o a buscar trabajo sin que el país haya logrado las suficientes medidas de protección ni un óptimo sistema de salud, a lo que se adiciona la indisciplina social de muchos ciudadanos que infringen las medidas de protección al hacer fiestas, ir innecesariamente de compras y estar en aglomeraciones sin medidas de protección y sin mantener la distancia social. Un aspecto para corregir.
El pico está lejos
Para la epidemióloga Maribel Arrieta, quien hace parte de la junta directiva del Colegio Médico de Bogotá, y quien además indicó a este medio que en el país los índices de letalidad se han mantenido bajos, sobre el tema expresó: “Primero nos dijeron que el pico más alto llegaría en abril, después que a finales de mayo, luego que en junio, ahora que en agosto y eso responde a que la cuarentena ha influido en la velocidad de los contagios. Pero hay que tener claro que al levantar la cuarentena los contagios van a aumentar, lo importante es que las muertes no aumenten”.
Por su parte, el médico Sergio Isaza, presidente de la Federación Médica Colombiana, FMC, en diálogo con VOZ señaló que las medidas tomadas han sido tardías: “Por ejemplo, la Federación hizo la propuesta de cerrar aeropuertos desde mediados del mes de marzo, lo que no se hizo”.
Para el galeno, el primer día sin IVA no hubo controles ni compromisos y sanciones a comerciantes que incumplieron, y se empiezan a ver las consecuencias.
Maribel Arrieta identifica que las medidas gubernamentales no han sido cien por ciento efectivas por una separación “entre los administradores públicos quienes manejan los presupuestos y las decisiones, y quienes están en el terreno enfrentando la enfermedad con los pacientes. Nos parece terrible que las EPS tienen el dinero y este no ha llegado a las IPS o adonde ha debido llegar”.
Las condiciones idóneas para reducir al máximo la letalidad de la enfermedad pasan por una cultura ciudadana de autocuidado, aunque con garantías de subsistencia y bioseguridad en puestos de trabajo. Pero incluso, de adecuaciones tecnológicas en el sistema de salud y de condiciones dignas del personal médico. Estás últimas incluyen relaciones laborales estables y elementos de protección personal o bioseguridad que, según denuncias de diferentes agremiaciones, tampoco se han cumplido a cabalidad.
Ausencia de personal
Otro de los asuntos a mejorar, independientemente de las imposiciones del Gobierno nacional, son las pruebas. Aunque 21 mil que se toman por día no es un número bajo, se debería hacer un testeo dirigido a las poblaciones de riesgo para hacer cercos epidemiológicos.
Así lo cree el doctor Isaza: “Debe haber un mayor número de pruebas diagnósticas y un seguimiento a población específica de quienes han sido positivos para establecer cómo están las cosas”.
Asimismo, la FMC ha solicitado que se hagan los test a toda la población sanitaria como a la fuerza pública, a los empleados bancarios, a los empleados de supermercados y tiendas, y a los conductores de transporte público, por ser los de mayor riesgo de exposición y replicación de contagio. “Hay que recordar que la enfermedad es asintomática en más del 50% de los casos. Colombia debería estar haciendo 50 mil pruebas diarias”, enfatiza Isaza.
Otro de los evidentes errores cometidos es el énfasis en la consecución de los ventiladores descuidando la prevención de los contagios. No son pocas las discusiones entre mandatarios nacionales y locales sobre la cantidad y el aprovisionamiento de estos para preparar mejor el sistema.
No obstante, la ausencia no es solo de respiradores, sino del talento humano que requieren las UCI como terapistas respiratorios, médicos intensivistas y enfermeras intensivistas que no hay. Lo que hace más necesario evitar la saturación de las UCI.
El país cuenta apenas con 1.200 intensivistas: “En las unidades de cuidados intensivos debe haber por lo menos tres enfermeras por cada médico, se requerirían más de siete mil enfermeras intensivistas. No tenemos ese personal”, advierte el doctor Isaza.
En el mismo sentido, se pronunció en El Espectador el médico intensivista Nelson Fonseca, al cuestionar por qué se está pensando en el número de ventiladores que lleguen sin prever quién los va a manejar. Además, hay “que entender que la UCI no es solo un ventilador”.
Por su parte, en el mismo medio Alejandro Urrego, del Grupo de Intensivistas de Antioquia, advirtió que los galenos se desbordarán en trabajo, a lo que se suma que en el manejo de pacientes críticos se presentan más complejidades, si se tiene en cuenta que no todos ellos están capacitados para estas labores, “porque es una supraespecialidad que dura al menos dos años para tener experticia”.
Una falsa dicotomía
Visto así y ante las intenciones gubernamentales de reactivar más sectores de la economía sin tener condiciones para contener el virus y no saturar las UCI, ni garantías para que desempleados y quienes viven del día a día se queden en casa, es muy posible un rebrote del coronavirus o una segunda ola con consecuencias peores.
El presidente de la Federación Médica sentencia que es falsa la dicotomía salud-economía porque “son dos caras de la misma moneda y un país sin salud no tiene una buena economía. Pero como hay suficientes desempleados y gente pobre que necesita trabajo, pues que salgan a trabajar, que necesitamos es la economía a como dé lugar sin importar las vidas humanas”, comenta de manera irónica al interpretar las intenciones de los gremios económicos y el Gobierno.
Ante el panorama, es necesario que las organizaciones sociales y políticas democráticas insistan en el cumplimiento de los compromisos del Gobierno con el sector salud y presionen por la instauración de una renta básica que dé garantías de sostenimiento a 30 millones de colombianos que lo necesitan. Además, de adoptar medidas económicas que no solo beneficien a los grandes capitales. De lo contrario, se estaría empujando al país a una catástrofe sin antecedentes.