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CONCENTRACIÓN DE CAPITAL POR DEBAJO DE LA PANDEMIA.

PorColumna de opinión

Jul 29, 2020

Por: Sandy E. Ramírez Gutiérrez.

La pandemia causada por el virus SARS-Cov-2 y las medidas para contener su expansión parecen haber precipitado al capitalismo a una nueva crisis desde el colapso financiero de 2008. 

Las estimaciones de los organismos internacionales indican que el mundo atraviesa la peor recesión desde los años 30 del siglo XX: el Fondo Monetario Internacional estimó que El Gran confinamiento reducirá el PIB mundial en 3% en 2020, el Banco Mundial es más pesimista y pronosticó una caída de 5.2% y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico calculó un retroceso de 6%, si no hay rebrote de la pandemia.  Para estos organismos y muchos analistas, la paralización y la desigualdad económica que derivarán de esta crisis no pueden resolverse sin la intervención activa de los Estados, que deben privilegiar el aumento del gasto público para expandir los sistemas de salud, garantizar programas sociales y promover la actividad económica mediante créditos y subsidios a las empresas, en una especie de refundación del capitalismo o como lo llaman algunos economistas, una suspensión de las leyes del capitalismo (Varoufakis, 2020).

No obstante, las señales de la recesión ya se asomaban antes de la pandemia, como lo analiza François Chesnais (2020) a partir del crecimiento de la capacidad productiva utilizada.  Así, las medidas impuestas por la contingencia sanitaria, lejos de ser el origen de la crisis, pueden estar empujando aceleradamente a una reestructuración de la economía mundial que no “suspenda” al capitalismo, sino que lo refuerce a partir de una nueva ola de centralización y concentración del capital basada en la capacidad de aprovechar los cambios derivados de la pandemia.

En lo que respecta a los flujos de capital a nivel mundial, los datos de inversión extranjera directa (IED) muestran una fuerte caída pero con resultados heterogéneos.  La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (CNUCD) ha estimado una reducción de alrededor de 40% en la IED en 2020 en relación con el nivel de 2019, y entre 45 y 50% en 2021, como resultado de las medidas de confinamiento aplicadas prácticamente en todo el mundo.  Esta situación implica un shock de demanda y de oferta para las corporaciones transnacionales, en particular, para las industrias más intensivas en cadenas globales de suministro, como la manufactura y el sector extractivo.  Según el reporte de la CNUCD, las 100 corporaciones transnacionales más grandes revisaron a la baja las ganancias esperadas en 2020, pero el sector automotriz y las empresas extractivas (mineras y petroleras, principalmente) son las más afectadas, mientras que las farmacéuticas y las grandes empresas tecnológicas incluso ajustaron sus pronósticos al alza.

Son también las empresas tecnológicas las que más se internacionalizaron y concentraron.  El reporte indica que entre 2017 y 2019, las corporaciones tecnológicas se redujeron en número al tiempo que incrementaban su participación en las ventas en el exterior del top 100, gracias a dos estrategias.  Primero, a través de la compra de start-ups (empresas relativamente pequeñas, con un alto componente tecnológico y con grandes posibilidades de crecimiento) para acceder a innovaciones y, segundo, con la integración vertical, ampliando el contenido para sus plataformas o ingresando a los segmentos de comercialización.  Ambas tendencias se han intensificado durante la pandemia.  Por ejemplo, en mayo de 2020, las grandes corporaciones tecnológicas anunciaron 15 adquisiciones, 6 más que en el mismo mes de 2019.  La segunda estrategia la ilustra el aumento de los gastos de Apple y Alphabet para ofrecer servicios de transmisión, desarrollar videojuegos y producir programas de televisión y películas (CNUCD, 2020: 24-25).

Por su parte, las fusiones y adquisiciones transfronterizas cayeron más de 50%, en los primeros meses de 2020, con respecto al año anterior, debido a que muchos tratos fueron postergados o cancelados.  Esta caída puede reflejar no sólo la incertidumbre del panorama económico, sino la reducción en el financiamiento para proyectos de largo plazo en estos sectores.  El giro más afectado fue el de energías fósiles con una contracción de 80%, seguido por el transporte con 70%; el sector con menos cancelaciones fue el de energías renovables.  Algunos tratos emblemáticos fueron cancelados, como la adquisición de Deliveroo (Reino Unido) por Amazon (Estados Unidos) y la de la empresa estatal de aeronáutica Embraer (Brasil) por Boeing (Estados Unidos) (CNUCD, 2020: 3).

Bancarrota

Otro indicador que sirve de aproximación al movimiento del capital es el de las solicitudes de bancarrota.  Durante el mes de mayo, en Estados Unidos 722 empresas se inscribieron en el Capítulo 11 de la Ley de quiebras, 48% más que en 2019 (Brooks, 2020).  Además de las cadenas de comercio minoritario, resalta una creciente lista de productores de gas y petróleo shale que, además de enfrentar la caída de la demanda no lograron resistir la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita en el primer trimestre del año.  Empresas como Extraction Oil & Gas, Whiting Petroleum, Chesapeake Energy y otras 16 empresas estadounidenses acumularon más de 10.5 mmd en deuda (Haynes and Boone, 2020) por lo que tuvieron que solicitar su reestructuración a través de la aplicación del Capítulo 11.

No sólo las empresas productoras de gas y petróleo no convencional están sufriendo las consecuencias de la caída en los precios y la demanda, las grandes petroleras ubicadas en la cúspide de las corporaciones a nivel internacional han anunciado recortes en el empleo o en los dividendos: Royal Dutch Shell, la tercera corporación más grande del mundo según Fortune, redujo el pago de dividendos para sus accionistas en 66% por primera vez desde la segunda guerra mundial y sus ganancias cayeron 46% en el primer trimestre; la británica BP anunció el despido de 10 mil empleados alrededor del mundo en 2020, 15% de su personal total, y ExxonMobil registró una pérdida de 610 millones de dólares en el primer trimestre del año, 25% menos que en 2019.  A pesar de estos resultados y de la caída en picada de los precios del petróleo, las grandes corporaciones petroleras están lejos de desaparecer.  Chevron, por ejemplo, anunció una reducción de su presupuesto para este año de 20 a 14 mil millones de dólares para resguardar los dividendos de los accionistas; ExxonMobil y BP también indicaron que mantendrían los dividendos durante el primer trimestre.

En contraste, la pandemia ha acelerado el deslizamiento de las grandes corporaciones tecnológicas al centro de la dinámica económica.  El índice S&P 500 muestra el dinamismo bursátil de las empresas más importantes de Estados Unidos.  Datos al 16 de junio indican que más de 20% de la capitalización total está explicada por cinco corporaciones: Microsoft, Apple, Amazon, Facebook y Alphabet.  Amazon, el gigante del comercio electrónico, incrementó sus ingresos en 26.4% en el primer trimestre del año gracias al aumento de sus ventas minoristas y de sus servicios de procesamiento y almacenamiento en la nube (Amazon Web Services), a pesar del crecimiento de los gastos operativos y los salarios.  Microsoft, Alphabet y Facebook también registraron un incremento en sus ingresos en el primer trimestre de 2020 gracias al aumento en la demanda de servicios digitales (almacenamiento en la nube, entretenimiento y videoconferencias y videollamadas) (Veiga, 2020).  Sin duda, el riesgo de un rebrote de la pandemia podría reforzar la posición dominante de las empresas tecnológicas y digitales a medida que los consumidores mundiales adoptan soluciones de comercio electrónico.

Es evidente que la crisis atribuida a la covid-19 no es generalizada: existen claros ganadores, como las grandes corporaciones tecnológicas, y claros perdedores, como los sectores de energía, transporte y los pequeños negocios.  Pero también es evidente que hay ganadores entre los perdedores, como las grandes petroleras que, a pesar del retroceso, pueden beneficiarse de la quiebra de sus competidores más pequeños.  Como señala The Economist (2020), los grandes campeones de la pandemia podrán, gracias a su liquidez y altos márgenes de ganancias, incrementar sus inversiones o absorber a sus competidores, lo que configurará una economía con corporaciones más grandes, más tecnológicas y más internacionalizadas.

*Sandy E. Ramírez Gutiérrez es integrante del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (OLAG) en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Referencias

Ambrose, Jillian (2020), “Shell cuts dividend for first time since 1945 amid oil price collapse”, The Guardian, 30 de abril, https://bit.ly/3fDWRRy

Brooks, Khristopher J. (2020), “Bracing for the next phase of the coronavirus recession: Bankruptcies”, CBS News, 9 de junio, https://cbsn.ws/3fNtKLF

Chesnais, François (2020), “La economía mundial al principio de la gran recesión Covid-19”, Correspondencia de Prensa, 15 de abril, https://bit.ly/2YWUpij

CNUCD (2020), World Investment Report 2020. International Production Beyond the Pandemic, New York, UN Publications.

Haynes and Boone (2020), Oil patch Bankruptcy Monitor, 31 de mayo, https://bit.ly/2zPYtZj

The Economist, “Best in show The pandemic shock will make big, powerful firms even mightier”, The Economist, 26 de marzo, https://econ.st/3117YQB

Varoufakis, Yanis y David McWilliams (2020), “’There is a glimmer of hope’: economists on coronavirus and capitalism”, The Guardian, 6 de mayo, https://bit.ly/2Yjz2J1

Veiga, Josué G. (2020), “Corporaciones transnacionales frente al Covid-19/I”, Observatorio social del coronavirus, CLACSO, https://bit.ly/2NhdMNK

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