Por Iván Oliver Rugeles
Está en permanente peligro la seguridad de la Nación. Así lo hemos estado percibiendo desde hace mucho tiempo y una muy clara evidencia de ello, es la huída de Leopoldo López del país, quien estaba alojado en la Embajada de España en calidad de “huésped”, cuya sede diplomática se mantenía, entendemos, bajo estricta custodia del Sebin, precisamente para asegurar que este reo de la justicia, condenado a más de 13 años de prisión por los actos vandálicos que organizó y promovió en 2014 y bautizó como “La Salida”, los cuales dejaron destrozos en la ciudad de incalculable valor y más de 30 muertos y casi un mil de heridos.
Nos imaginamos que ya el Gobierno Nacional debió abrir las investigaciones de rigor, pues es impensable poner en duda que su escapada de la sede diplomática y más aún su salida del país hacia Colombia, debió contar con la ayuda de los equipos militares encargados de la custodia de dicha sede.
Esta es una burla a los servicios de la seguridad del país. Este suceso demanda que, con la debida urgencia y rigor, una profunda investigación que ponga al descubierto quiénes fueron los funcionarios de la custodia y sus superiores que estuvieron implicados en los planes de la evasión de López y su traslado fuera del país.
No olvidemos que antes de este hecho deplorable, tuvimos que presenciar, entre otros muchos, los de Carlos Ortega, Antonio Ledezma e Iván Simonovis, sin olvidar que el primero de los evadidos de los custodios de nuestras policías, fue Pedro Carmona Estanga, quien se escapó de su arresto domiciliario en mayo del 2.002, de manera que creemos que es una muestra muy significativa como para advertir que los sistemas de la seguridad del Estado venezolano son demasiado vulnerables, sin dejar de resaltar, igualmente, que los órganos de justicia deberán revisar sus reglamentos que aseguren el éxito de sus responsabilidades en la preservación de los objetivos de sus decisiones, pues también nos resultan demasiado sorprendentes que se otorguen beneficios de casa por cárcel, bajo argumentos de la mayor falsedad, como son los supuestos “graves estados de salud” que una vez concedidos y pasados semanas, apenas, sus beneficiarios se escapan y sin complicaciones de ninguna índole, logran llegar de la noche a la mañana a Miami o Madrid, los escondrijos favoritos de estos sujetos y no solamente eso, sino que sin empacho alguno, una vez instalados en el “exilio”, se muestran al mundo, rebosantes de salud…
Y para muestra un botón. Recordemos el caso de Iván Simonovis. Su esposa decía días antes de que se le concediera tal beneficio: “La columna de Iván está sumamente frágil, se puede fracturar sin que nadie la toque. Sus huesos tienen la edad de un anciano, a pesar de que apenas tiene 58 años.” Una vez Simonovis en Miami, nos enteremos, de su propia voz, que debió escapar a “rapel” de su vivienda, lo que deja como falso argumento la “fragilidad” de sus huesos, pues ese es un procedimiento de descenso por superficies verticales, cuya técnica impone el uso de cuerdas, lo que supone enormes esfuerzos que una persona con una osteoporosis como la aseguraba su esposa, jamás podría ni siquiera intentarlos…
Otro asunto que los medios que transmitieron la noticia de la huida, nada han dicho. ¿Qué papel jugó la Embajada de España en eso? Entendemos que, más allá de que a López lo tenía alojado en su sede en calidad de “huésped”, el gobierno español jamás podìa desconocer que se trataba de un reo con condena firme de la justicia venezolana que había optado por huir del castigo de la cárcel, que por beneficios previstos en las leyes venezolanas, se le había asignado su casa de habitaciòn para que lo cumpliera, por lo que desde el mismo momento en que acuerda recibirlo en su representación diplomática, asumió así el Gobierno de Sánchez y Podemos, una gran responsabilidad internacional…
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