Ollantay Itzamná
En vísperas de iniciar festejos patrios por su bicentenario, Guatemala nuevamente es noticia internacional a raíz de las recientes protestas sociales en contra de la aprobación del presupuesto del Estado/2021.
Durante las últimas manifestaciones incendiaron parte del edificio histórico del Congreso de la República, y la Policía Nacional reprimió a las y los manifestantes. Al momento, el Congreso de la República decidió no enviar al Ejecutivo dicho presupuesto.
¿Qué es lo que fastidió y obligó a guatemalteco a salir nuevamente a las calles?
El Congreso de la República, sin mayor debate, aprobó el presupuesto general de la nación para el 2021. El presupuesto más alto de toda la historia republicana, cuyo monto en más del 60% estaba destinado a gasto corriente. Suprimía el financiamiento para el programa social “Hambre Cero” y aumentaba el ya millonario presupuesto para Diputados, constructoras, etc.
Los huracanes Eta e Iota, sumados a la pandemia del COVID19, dejaron demasiadas pérdidas económicas en amplios sectores del país. Durante la pandemia el gobierno actual endeudó al país sin mayor control, ni resistencia social. Y, muy a pesar de ello el presupuesto de la nación para el 2021 estaba basado en mayor endeudamiento público. Al momento, cada guatemalteco nace con una deuda pública del equivalente a $ 1000, y el presupuesto 2021 ampliaba dicha deuda a $1,300 per cápita.
Las protestas sociales también son una expresión de la impotencia que padecen las y los guatemaltecos ante el “descarado” manejo que hacen del Estado y de los bienes públicos los gobernantes en un país con más del 60% de su población en situación de pobreza, otro tanto de sus niños en situación de desnutrición. ¡Gobernantes y diputados mejor pagados de la región y de una buena parte del Continente!
¿Quiénes son los actores sociales que protestan y qué exigen?
Similar al año 2015, aunque con menor concurrencia, son jóvenes universitarios, vecinos urbanos, organizaciones no gubernamentales, asociaciones civiles, entre otros, quienes salieron a las calles en la ciudad capital de Guatemala y en otras ciudades. Medios empresariales de comunicación, junto a los alternativos, coadyuvaron en las convocatorias, aunque no en la misma magnitud que en el 2015.
Exigían la reconsideración del presupuesto 2021 y la renuncia del Presidente Alejandro Giammattei.
A diferencia de las protestas sociales del 2015, que terminó con la destitución/renuncia del ex Presidente Otto Pérez y de la ex Vicepresidenta Roxana Baldeti (ambos actualmente encarcelados aún sin sentencia), esta vez la Embajada norteamericana mantuvo bajo perfil. La élite empresarial del país expresó su protesta contra el presupuesto aprobado… Al igual que las jerarquías religiosas…
Los sectores indígenas y campesinos aglutinados en el movimiento sociopolítico CODECA no se sumaron a las manifestaciones sociales recientes porque consideran que las protestas de “fines de semana” no resuelven los males estructurales del país, aunque formalmente sí condenaron el bochornoso papel del Congreso de la República y del gobierno central.
El movimiento CODECA, desde el 2012, impulsa y propone el proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para consensuar nuevas reglas de convivencia sociopolítica en el país, y nuevo marco constitucional para construir el Estado Plurinacional.
¿Por qué estas protestas sociales culminan en un punto ciego?
En 2015, el gobierno norteamericano, mediante su Embajada en Guatemala, y utilizando la narrativa de “lucha anticorrupción” emprendida por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), convocó multitudes de guatemaltecos en las plazas y calles para destituir y castigar al gobernante también corrupto que no era del agrado oficial en los EEUU. Y así, fue…
Simultáneamente, con el estandarte de lucha “anticorrupción made in USA”, se criminalizó a los gobiernos progresistas en Brasil, Ecuador, Bolivia… Una vez destituida Dilma Rousseff, e inhabilitado políticamente Lula en Brasil y Correa en el Ecuador, CICIG fue desmantelada por el desvergonzado gobierno de Jimmy Morales, protegido por el gobierno de Donald Trump.
Las protestas destituyentes del 2015 también estaban dirigidas para desactivar/invisibilizar las propuestas constituyentes de movimientos sociales como CODECA que ya planteaban cambios estructurales para Guatemala.
En 2015, la bulla de las plazas tuvo como su máximo horizonte político el cambio de gobierno, muy a pesar que movimientos sociales pro constituyentes advertían que la crisis de Estado se resolvía con un proceso constituyente plurinacional, y no sólo con un cambio de gobierno… Cinco años después, se constata que la medicina fue peor que la enfermedad. El sistema neoliberal se encuentra más vigoroso y más corrupto…
Estamos en 2020, y nuevamente las mismas acciones en las plazas, con el mismo relato de: “Renuncia ya”… A diferencia del 2015, ahora, el Estado reprime a manifestantes… ensayando su táctica de terror de antaño.
¿Por qué no terminar dando el salto hacia el proceso Constituyente Popular y Plurinacional para hacer cambios estructurales en el país?
Las tradicionales izquierdas políticas y sociales del país argumentan que no existe la “necesaria correlación de fuerzas” para ello. ¿Miedo a lo incierto? ¿Sentimiento de “derrota” política e intelectual que les legó los Acuerdos de Paz (1996)? ¿Confort? Quién sabe.
Pero, tampoco el movimiento CODECA y su organización política Movimiento para la Liberación de los Pueblos se siente tan seguro o capaz de sacudir lo suficiente, desde las calles, de una vez por todas, al corroído sistema estatal que se cae por pedazos. Hasta cierto punto, este movimiento sociopolítico (CODECA-MLP) se comporta demasiado bien con un gobierno y un Estado deslegitimado, ahora, hasta en los nichos urbanos.
Quizás la aletargada incertidumbre sociopolítica ocasionada por las élites de poder en Guatemala se mantenga gracias a la “auto derrota política e intelectual” que impide accionar a las izquierdas tradicionales y a la “prudencia” política de CODECA-MLP que espera el calendario electoral del 2023 (elecciones generales) realizando “imperceptible” trabajo organizativo en las comunidades.