Por Zoe Pepper-Cunningham y Lautaro Rivara
Tres dirigentes de primera línea de las principales confederaciones indígenas del Ecuador, nos comparten sus lecturas frente a la coyuntura electoral, el balance del gobierno de Lenín Moreno, y las perspectivas del movimiento indígena frente al nuevo gobierno que emergerá del balotage del 11 de abril. Se trata de Jaime Vargas, presidente de la CONAIE; Franklin Columba, vicepresidente de la FENOCIN y embajador de Ecuador en Bolivia; y José Agualsaca, asambleísta nacional electo y presidente de la FEI.
Balances de la “Revolución Ciudadana”
Franklin Columba reconoce a su organización, la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN) como “parte de la construcción del proceso histórico de la Revolución Ciudadana (RC), de la construcción de los articulados de la Carta Magna de 2008, de una constitución trabajada por muchos sectores”. Pondera positivamente también los principios allí afirmados en torno a la interculturalidad, el buen vivir, la soberanía alimentaria, los saberes ancestrales, la educación intercultural bilingüe, entre tantos otros. Pero afirma que su organización “se paró duro y se movilizó para que el expresidente cumpliera con su palabra frente a una revolución agraria que al final quedó en deuda” lo que llevó al “fraccionamiento y la desconfianza” de algunos sectores indígenas. Pero también se reconoce en la “construcción de leyes fundamentales: la ley de aguas, la ley de tierras y territorios ancestrales, la ley de semillas”. Aunque, asegura, “no se trata de leyes revolucionarias”.
El embajador consideró que “hay un buen sector de ecuatorianos que no creen en los partidos tradicionales” que “no han podido cumplir con la población, sobre todo con los sectores más postergados”. Es eso lo que explica para él el “quemeimportismo” que llevó a cerca de dos millones de personas a votar nulo o blanco, así como a un ausentismo inusitadamente alto.
Distinto es el caso de José Agualsaca Guaman, y el de su organización, la Confederación de Pueblos, Organizaciones Indígenas y Campesinas del Ecuador (FEI), históricamente ligada a una tradición de izquierda. El propio Agualsaca, además de ser asambleísta nacional electo por el correísmo, es miembro orgánico del Partido Comunista del Ecuador. Agualsaca recordó la tentativa del golpe de estado del 11 de septiembre de 2010, cuando su organización participó en diferentes movilizaciones para evitar que Correa fuera derrocado por una asonada policial.
El lugar de enunciación de Jaime Vargas es completamente distinto. En tanto presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), su oposición a los gobiernos de Rafael Correa ha sido pública y manifiesta: “en Ecuador, durante diez años de correísmo, hemos sido golpeados muy fuerte, hemos sido perseguidos, encarcelados”. En particular se refirió al impacto de las políticas neodesarrollistas: “nuestros territorios están totalmente invadidos por la minería. Por todo el tema del extractivismo no se ha respetado el derecho de la connsulta previa, libre e informada.” Además, aseguró que el correísmo favoreció una organización paralela a la CONAIE en la región amazónica: “eso no va a permitir avanzar ningún proyecto”, aseveró.
El gobierno de Lenin Moreno y el estallido social de octubre
Agualsaca sostuvo que “todas las políticas que ha aplicado la administración de [Lenin] Moreno están enmarcadas en el modelo neoliberal, desde la reducción presupuestaria hasta la privatización del estado”. En relación a la crisis pandémica, aseguró que el gobierno actual ha tenido “la peor gestión de América Latina”. Desde su comienzo “empezó a recortar los presupuestos del estado para la salud, despidiendo a miles de trabajadores”. La corrupción también se hizo presente “con la compra de kits médicos y hasta fundas para cadáveres con sobreprecios”. En ese contexto dramático, nos refiere, “cuando decían que no había plata, Moreno sacó 320 millones para pagar a tenedores de la deuda externa”. “Una posición inaudita, inhumana”, enfatizó.
En cuanto a la Constitución de Montecristi, una de las más avanzadas del continente y uno de los mayores logros de la RC y los movimientos sociales, Agualsaca considera de forma categórica que “está destruida”. Así, por ejemplo, “están paralizadas todos las políticas públicas en el tema agrario. No ha habido ni una nueva redistribución de tierras, ni de asistencia técnica ni de agua.” Además, el líder de la FEI aseguró que la consulta popular convocada por Moreno en 2018 “profundizó este ataque a la constitución y fue un retroceso en la distribución de poderes que con ella se había logrado”.
“Lo que sucedió en 2019 no fue solo un levantamiento indígena, sino una rebelión popular” comenta Agualsaca. “El pueblo no soportó el alza de los combustibles y se produjo una guerra campal con 11 muertos, más de 1.500 detenidos, cientos de heridos: eso nunca había pasado en Ecuador”. Como respuesta, afirma, “nos culparon de todo y allí comenzó el enjuiciamiento a Rafael. Sembraron un odio anticorreista, y eso lo capitalizaron también algunos sectores del movimiento indígena. Es ahí que comienzan a reorganizar a Pachakutik con una formación ideológica basada en el anticorreísmo, el antiprogresismo y también en el anticomunismo”.
Vargas, por su parte, profundizó en la dimensión política e institucional. Consideró que el país “ha perdido la credibilidad en las instituciones del estado. Hoy tenemos un gobierno con un 6 por ciento de aceptación, un gobierno que no nos representa. Una asamblea nacional que está con el 2% de aceptación al nivel nacional. El CNE [el Consejo Nacional Electoral] está totalmente desacreditado, con un 13 por ciento de opinión favorable.
Las posiciones frente al balotage
Luego de que la FENOCIN propusiera la línea de escoger “de la izquierda al centro” en la primera vuelta electoral, pero sin precisar un candidato de su preferencia, su reciente asamblea nacional se pronunció de forma clara y casi unánime por el binomio Arauz-Rabascal. Aunque Columba se sincera: “hay compañeros que decidieron respaldar al Movimiento Pachakutik y un pequeño sector que ha decidido irse por la línea de la derecha [es decir, apoyar a Lasso]”.
Sin embargo, Columba no dejó de lado las críticas de sectores de su organización a la RC: “hay sectores que tienen total desconfianza (…) porque la RC quiso romper en ciertos momentos a la organización indígena”. Por eso hay quienes creen que la FENOCIN “no debería respaldar una lista, un proyecto o un partido” de estas características. Pero el embajador afirma que tiene confianza en que “a través del compañero Andrés Arauz y a través del proceso político se rectifiquen ciertos errores y se retome la reconciliación.”
Vargas, pese a sus críticas al correísmo, manifestó su apoyo y el de las organizaciones indígenas de la Amazonía federadas en la CONAIE por Andrés Arauz. El dirigente reflexiona: “¿porque el correísmo fue así entonces hay que apoyar a la derecha?” El dirigente explicíta su crítica a Yaku Pérez, de quien considera que “es un camuflado y siempre va a inclinarse hacia la derecha porque él es de derecha. El está apoyando aquí el voto nulo pero por abajo está coordinando con otros”. “Tengo entendido que Pachakutik tiene diálogo con Lasso”, remata.
Su apoyo electoral a Arauz le valió su apartamiento de Pachakutik, y quizás su futura separación de la propia CONAIE, cuyos sectores mayoritarios promueven hoy por hoy el “voto nulo ideológico”. Rememorando el estallido de octubre, Vargas dice que “no podríamos aceptar un gobierno de derecha después de todo este proceso, con más de 1.200 líderes y lideresas y jóvenes perseguidos. Con este señor candidato de la derecha [Lasso] puede que hasta nos manden a la cárcel”.
Además se refirió a la falta de garantías electorales: “no queremos que pase lo que pasó en Bolivia sabiendo que Evo Morales ganó las elecciones, no vamos a aceptar eso. Si esto pasara estamos dispuestos a levantar de nuevo al Ecuador. Si no hay garantías ni respeto a la voluntad popular entonces hay que bloquear todo.”
Vargas nos cuenta además que es un momento “de fuertes tensiones dentro de las organizaciones indígenas”, y nos relata que “le he dicho a Andŕes Arauz que si llega a la presidencia, tenemos que hacer una mesa de concertación y debate. Necesitamos un diálogo con proyectos, con leyes, con cambios. Ahí tienen que estar nuestros asambleístas”.
Agualsaca fue quizás el más enfático en su posición: “nosotros estamos para defender el proceso de la RC como ya lo hicimos con el gobierno de Rafael Correa. Y afirmó que “frente a los capitalistas que representa Lasso, esos que tienen su plata en los paraísos fiscales y ni siquiera invierten en el país, vamos a recuperar la soberanía y la economía nacional”.
El líder de la FEI situó al correísmo en el contexto histórico del progresismo latinoamericano, y habló de la posibilidad de recuperar, con Andrés Arauz, “las políticas públicas en favor de los sectores populares y la integración latinoamericana”. El dirigente consideró que Lasso “representa al sector bancario, al sector del capital, a los sectores oligárquicos del país”, y recordó la participación del banquero oriundo de Guayaquil en el llamado “feriado bancario” en el que más de tres millones de ecuatorianos se vieron obligados a abandonar su país.
Para Agualsaca, el voto nulo implica “no reconocer lo que representa Lasso en contraposición con Arauz” y aunque se muestra respetuoso ante la decisión de la CONAIE, la considera inadecuada “en circunstancias en las que evidentemente toca tomar decisiones políticas en función de la mayoría del pueblo ecuatoriano.”
Perspectivas del movimiento indígena
Columba se muestra moderadamente optimista, dando por descontado el triunfo de Arauz: “esperamos que el próximo gobierno progresista sepa gobernar escuchando a las organizaciones sociales más fuertes y contundentes, sabiendo obedecer el mandato de los movimientos sociales”. Y considera que el otro aspecto esencial para evaluar al gobierno por venir es el tema de la “revolución agraria”, un tema pendiente. Sostiene que “el sector más marginado ha sido el sector rural, y por eso necesitamos aquí políticas públicas para romper con la inequidad, con la desnutrición infantil, con la ausencia de soberanía alimentaria”. Su organización entregó al candidato a vicepresidente Carlos Rabascal una serie de propuestas-compromisos denominado el “pacto social y político por la minga comunitaria, la interculturalidad y el buen vivir”.
Pero también advierte que si estos pactos no se cumplen “la lucha es en las calles”. En ese caso, afirma, “nos tocará hacer un análisis crítico y tomar posiciones. Ni el sectarismo, ni el odio, ni la venganza son buenos, y de lo que se trata es de reconstruir la confianza y retomar la unidad para construir un proyecto sostenible que pueda dar una respuesta social contundente a los problemas de los ecuatorianos”.
Agualsaca compartió el optimismo de Columba: “hemos aprendido grandes lecciones, de todo, pero lo seguro es que el 11 vamos a ganar, ganaremos sin duda”. Y consideró que “las organizaciones y el movimiento social deben tener una «tercera vuelta» permanente a través de la organización en calle y los plantones, para defender lo construido”. Pero subrayó que “los gobernantes tienen que tener una relación muy cercana con los pueblos, y promover la formación política”.
Pero el apoyo de la FEI tampoco parece ser un cheque en blanco: “nuestro pueblo va a exigir atención a las graves demandas que tiene, en particular las del mundo rural: la falta de caminos, la ausencia de salud adecuada, la destrucción de la economía de los pequeños y medianos productores, la ausencia de créditos, asistencia técnica y política de riego”. En relación a la cardinal cuestión agraria, afirmó que “no se trata de un problema de quienes viven en el campo, sino de la relación campo-ciudad y la producción de alimentos, la soberanía alimentaria”.
Por último, consideró que “el problema de fondo no es ni Pachakutik ni la CONAIE, ni correísmo ni anticorreismo. El problema real es la crisis económica que golpea al movimiento indígena pero tambień a la mayoría del pueblo ecuatoriano”.
Por su parte, Vargas nos manifestó sus deseos más acá y más allá de las elecciones: “Tenemos una necesidad de cambios profundos, no podemos dejar que el tema electoral nos divida. La organización social es otra cosa y tiene otro horizonte. Espero que todos los sectores sociales nos unamos”. “Nuestro proyecto político -explicó- es más integral: se refiere a derechos, independencia, autonomía, libre determinación, sistemas de educación intercultural bilingüe. El proyecto del movimiento indígena es luchar contra el capitalismo, esa es la dirección, y luchar contra el neoliberalismo: así lo han escrito nuestros sabios”.
En cuanto al instrumento político de la CONAIE, fue lapidario: “Pachakutik ya se acabó: ellos eligieron sus candidatos y hasta ahí llegaron, pero la organización no”. “Debemos cuidar la organización, no politizar la organización, porque si las metes en la politiquería las organizaciones se dividen”. Pachakutik -sostuvo- “debía ser el brazo político de la CONAIE, pero cambiaron sus reglas y ahora se sienten autónomos”.
Pese a su apoyo a Arauz, no compartió el optimismo de los otros dirigentes: “sea quién sea que sea electo presidente, no va a tener fuerza para gobernar. Si llega Arauz, no va a haber un ambiente de gobernabilidad ante la alianza de Pachakutik e Izquierda Democrática”. “Lo que planteamos es que la Asamblea Nacional garantice la gobernabilidad, pero para eso el nuevo gobierno debe convocar a la unidad nacional para trabajar en favor del pueblo. De lo contrario, el gobierno tratará de hacer cambios pero la Asamblea no lo permitirá. Estamos totalmente divididos, fraccionados, también dentro de los movimientos sociales. Tenemos que sanar las heridas. El nuevo gobierno tiene que ser de diálogo, puertas abiertas, respeto a las derechos y cumplimiento de la Constitución.