Que haya sido Camilo uno de los fundadores del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia y, seguramente impulsor de la creación de la Facultad de Ciencias Humanas, no es fortuito. Su preocupación por el estudio científico de los problemas sociales estuvo unida a la preocupación por la formación de profesionales idóneos y por el ejercicio riguroso de la actividad investigativa. Por esta razón sus opiniones se afinan a ese respecto. Hace ya mucho tiempo que estos problemas se han venido estudiando; sin embargo, hoy en día se ha precisado y dividido cada vez más el campo de estudio. Su división entre ciencias sociales especulativas y positivas ha aclarado muchos problemas y ha perfeccionado métodos. La sociología se considera como una ciencia de observación positiva, independiente de la filosofía social, que es una ciencia normativa. De esta manera, muchas investigaciones sociológicas hechas por personas de ideologías adversas, pueden y deben coincidir si han sido hechas con todo el rigor científico.
Pero para él la diferencia entre lo especulativo y lo normativo no debe conducir a la descalificación de una u otra visión, sino que se deben establecer los lazos de complementariedad que definen la utilidad del conocimiento en la transformación de la realidad. Camilo encuentra que esta distinción entre lo especulativo y lo positivo no implica desconexión. En la parte de acción debe entrar el factor normativo. Entonces lo importante es que la norma esté de acuerdo con la realidad, y la realidad haya sido conocida adecuadamente. Este conocimiento adecuado no se puede hacer sin investigación científica. Por eso es indispensable que toda acción social esté basada, además de su base doctrinal, sobre la investigación positiva de la realidad.
Camilo señala la necesidad de que las universidades establezcan una rigurosa relación con las realidades del mundo social y que las investigaciones no solo sirvan para resolver los problemas, sino que sean la fuente del conocimiento en los seminarios de formación profesional. Postula que las universidades no pueden abstenerse de contemplar el problema de la investigación social. Los problemas sociales son eminentemente concretos; dependen de cada cultura y de cada sociedad. El tratar de dar principios sin aplicación a una realidad nacional bien determinada, no sería de mayor aporte para el bien de nuestro país. Es necesario que los profesores de ciencias sociales positivas basen sus cursos en las investigaciones concretas que se hayan hecho.
Ese nivel de objetividad que reclama Camilo en los procesos de investigación y formación profesional no se hace de cualquier manera, debe estar atravesado por algún nivel de altruismo social. Camilo considera que para preocuparse por los problemas sociales es necesario una base mínima de altruismo. Ese altruismo debe fundarse sobre principios sólidos y alimentarlo adecuadamente, para que pase a la práctica. La mística cristiana, en cuanto basada enteramente
en el amor, es la más apta para dar esa dosis de altruismo, y no solamente en el grado mínimo, sino también en el grado heroico que nos muestra la historia de la Iglesia.
Camilo cree que existe una profunda e indisoluble relación entre investigación social y el espíritu cristiano, movido este por el amor al prójimo, como un amor verdadero y comprometido. No deja de señalar los retos que debe enfrentar el cristiano frente a la manera de construirse la verdad científica, la que no siempre deja de lado el cuestionamiento de los fundamentos religiosos. Por esto considera que el hecho de que la inquietud social se acople tan perfectamente a la inquietud cristiana, implica la prudencia que los católicos deben tener ante las cuestiones sociales. Es necesario saber hasta dónde se puede ceder y hasta dónde se debe ceder. Ya que estas ciencias —cuando son positivas— se basan en la investigación, se impone inquirir hasta qué punto una investigación puede ser valedera y tratar de sacar la parte positiva que tenga, si no lo es. También es indispensable ver las posibles flaquezas científicas junto con las teológicas, para poder defender sus puntos de vista, en un terreno abierto a las dos partes.
«Las universidades son el espacio natural en las que estas se desarrollan y se dirigen al cumplimiento de su función social»
En la medida en que Camilo desarrolla sus estudios de Sociología en Lovaina, su preocupación por los estudios sociales se hace más urgente y, unida a ella, la necesidad de que las ciencias sociales y la investigación científica sean los instrumentos mediante los cuales se percibe con mayor claridad la causalidad y los determinantes de los problemas sociales. Los que no solamente se deben ver desde la frivolidad metodológica de las ciencias, sino atravesados por una postura ética que les da la dimensión humana que deben tener para hacerse práctica transformadora. La formación sociológica que va adquiriendo Camilo la expresa en la clara convicción de que las ciencias, en sus diversas clasificaciones, deben tener como propósito servir al ser humano y contribuir a su engrandecimiento; y, además, que las universidades son el espacio natural en las que estas se desarrollan y se dirigen al cumplimiento de su función social.