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Perú, Pedro Castillo terror para el Estado criollo, esperanza para los despojados

PorItzamná Ollantay

Abr 18, 2021

El Perú, es uno de los países más racistas que actualmente existe en el Continente de Abya Yala, al grado que este mal congénito de la República bicentenaria es un tabú en las tertulias cotidianas y en las narrativas académicas. El desprecio del originario o con rasgos indígenas es tan “normal” que nadie reclama o argumenta contra el “sistemático racismo cotidiano”.

Perú, una República que produjo dos países

Al igual que en el resto de las repúblicas de la región, el Estado peruano fue ideado para ser regentado por criollos y mestizos desde la ciudad virreynal de Lima. En dos siglos de existencia, la República criolla peruana produjo dos países dentro de un mismo país: Lima (país oficial, con cerca de 10 millones de habitantes) y el resto del Perú (país no oficial, con cerca de 22 millones de habitantes).

El proceso del colonialismo interno con “tufo limeño”, que el resto del Perú soportó, fue tan fiero que el peruano no limeño estaba condenado a limeñizarse para ser admitido como ciudadano peruano.

La viveza criolla y el racismo limeño, el individualismo y la informalidad, la espectacularidad y la superficialidad limeña, fueron y son asimilados por las y los peruanos como virtudes cívicas de peruanidad. Para ser ciudadano peruano cualificado, el costeño, el andino o el amazónico, debe aprehender el acento, la impronta limeña.

De allí que el máximo sueño de las y los peruanos del interior del país era y es migrar hacia la ciudad de Lima para mal vivir en los desiertos…Luego visitar a sus lugares de origen alardeando “vida exitosa”, no pocas veces, burlándose de los hábitos o expresiones culturales de sus vecinos en sus territorios de origen.

Si para ser “ciudadano peruano” el originario peruano está condenado a limeñizarse, las y los candidatos que aspiran a ser gobernantes del Perú están psicológica y políticamente constreñidos a legitimarse en Lima. Candidato político provinciano que no hace campaña en Lima, simplemente no aparece en las encuestas oficiales. Tampoco en los noticiarios. Es inexistente.

Pedro Castillo, candidato presidencial del partido Perú Libre, quien ganó en la primera vuelta electoral con 19% de votos, y ahora va a elecciones de segunda vuelta, no apareció durante la campaña, ni en las encuestas, ni en las noticias nacionales, porque no hizo campaña en Lima. Ingresó a esta ciudad en ocasiones puntuales.

¿Por qué temen los criollos corruptos a Pedro Castillo?

En el único debate de candidatos presidenciables en el participó, Pedro Castillo habló claro y directo. Pero, sus interlocutores no le creyeron, o simplemente no le prestaron atención a sus palabras (con acento provinciano) y se quedaron mirándole, hasta con mofa, su sombrero de campesino de ala ancha y la ausencia de la corbata.

Ahora, que quedó en primer lugar en las elecciones generales, y avanza como un coloso andino generando remolinos humanos en los territorios y tendencias virales en las redes sociodigitales, la limeñidad criolla, progre, chola…, desde sus canales empresariales y personales, llaman a la cordura al “insolente candidato campesino” que se atreve a desafiar no sólo a la corrupta oligarquía criolla, sino al propio bicentenario Estado peruano racista desde las urnas.

Muy a pesar que la oligarquía criolla instauró el sistema neoliberal en el país legitimándose en “su supuesta victoria militar sobre los grupos guerrilleros del pasado siglo”, ahora, recurren a la falacia de: “Pedro Castillo es terrorista”. ¡El enemigo interno que habían vencido/matado hace 30 años atrás, ahora, los derrota en las urnas!… O no vencieron el terrorismo o Castillo no es terrorista… O será que creen que somos idiotas.

Muy a pesar que el campesino Pedro Castillo fue fundador de la organización “anti terrorista” de los ronderos del Perú, y es actualmente miembro activo, los gamonales del discurso oficial limeño se mantienen en irradiar odio contra Castillo acusándolo de terrorista con el objetivo de generar una conmoción/miedo colectiva, y así evitar que Castillo siga avanzando sobre su caballo por todo el Perú no oficial.

Buscan instalar en el imaginario colectivo de la peruanidad la idea de: “Castillo es el enemigo interno del país”. Y así generar sentimiento de culpa en las y los electores que optaron por Pedro Castillo. Pero, el dolor ocasionado por dos siglos de República y el trintenio del sistema neoliberal es tan agudo que la marea humana, en la las calles y en las nubes, alrededor del campesino candidato crece incontenible.

La oligarquía criolla teme a Castillo porque su sola presencia campesina, desde las profundidades del Ande Peruano, es la evidencia de su fracaso político e ideológico. Esta oligarquía, mediante las instituciones de su Estado peruano, le apostó a la dominación y eterna subordinación del Perú profundo para sus intereses, pero Castillo evidencia que el silente jaguar andino amazónico no había claudicado.

Tienen miedo porque Castillo les está mostrando a la peruanidad que sí es posible hacer “otra política” con decencia e identidad.  La oligarquía, ahora, no concilia el sueño porque temen que esté naciendo en su propia hacienda (llamada Perú) un “Evo Morales” peruano. “Tienen miedo de perder la mamadera bicentenaria”, como dice Castillo. Pero, sobre todo, tienen miedo a que el mal ejemplo de Castillo termine despertando al Perú anestesiado por el colonialismo interno.

¿Por qué opta por Castillo el Perú profundo?

Las propuestas de Castillo son elementales para un Estado debilitado y gangrenado por la corrupción:

Revisar los contratos de privatización de los bienes, servicios y empresas, renegociar los contratos de concesión, renacionalizar, crear empresas públicas para hacer del Estado un actor económico determinante.

Convocar a un proceso constituyente para la concertación y redacción de una nueva Constitución Política, en la que el 60% de constituyentes deberán representar a los sectores sociales populares organizados. Propone la elección de autoridades judiciales por voto popular.

Además, indica que, si gana las elecciones en segunda vuelta, renunciará al salario de Presidente y al sueldo vitalicio de ex Presidente, y seguirá con su salario de maestro rural. Indica que reducirá a la mitad los inmorales salarios y gastos de las autoridades electas como las y los congresistas.

La sola presencia del campesino y luchador social Pedro Castillo en la segunda vuelta electoral ya es un terremoto político para la política tradicional alimeñada. Una esperada dosis extraordinaria de esperanza para los pueblos despojados del Perú que quieren caminar sobre sus propias piernas.

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