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Cambiemos todo, para que todo realmente cambie: Sobre los tiempos caducos de nuestro período lectivo en el sistema educativo

PorCarlos Rivas

May 2, 2021

Por: Carlos Rivas.

Éste juego de palabras con el que iniciamos éste escrito, pareciera una tautología. Pero NO, no se lo crean así, pues hay mucha gente alrededor del mundo, que pretende cambiar todo con el discurso, precisamente para que nada cambien en la acción cotidiana. 

¿En cuántas espirales reflexivas nos sumerge la vida durante su recorrido? No todo es homogéneo ni se expresa en blanco y negro, hay muchas otras cosas que pasan, que se sienten y que se dan, más allá de las pretensiones totalizantes de las teorías sociales o las explicaciones simplistas, que reducen todo con el firme ánimo de encasillar para controlar, definir para segmentar o reducir para dominar. Cuántas personas en momentos de crisis ven oportunidades, y de hecho en situaciones adversas para la mayoría generan posibilidades que les permite tener una mirada distinta de lo que para un conglomerado importante de personas representa una situación desfavorable. O, por el contrario, cuando aparentemente existe un clima de bienestar social, cuantas personas en ese preciso momento, se encuentran inmersas en una situación de desesperanza. Mirar al mundo desde la complejidad, sin duda, puede servir de herramienta para la construcción de procesos emancipatorios.      

Plantear nuevas ideas, es sumamente incomodo, sobre todo por ese temor a lo nuevo, a lo desconocido, porque definitivamente es mucho mejor seguir desarrollando la vida en el marco de lo conocido, aunque esas realidades no sean funcionales a la vida o a las nuevas demandas sociales, ya lo dice el dicho popular: «mas vale malo conocido, que bueno por conocer». Esta idea, bastante conservadora, y motivo fundamental para la puesta en marcha de la parálisis cognitiva promovida estructuralmente por la lógica del poder burgués, es la que domina el mal llamado “Sentido común”, precisamente contra esa postura emergen las posibilidades de cambiar cosas, para que los procesos cambien, esto último como horizonte de las luchas revolucionarias. En ese sentido, queremos ser respetuosos en éste planteamiento, y por contradictorio que sea, queremos al mismo tiempo develar algunas cuestiones que no tienen asidero alguno, en términos científicos, lógicos o racionales, pues consideramos que es urgente replantear andares, y re-configurar las formas en cómo desarrollamos algunos procesos institucionales.

La educación es uno de esos procesos a los cuales no podemos hacernos de la vista gorda. Si pensamos en el futuro, si creemos en que tiene sentido trabajar por éste país y por una humanidad cada vez más justa, hablar de educación se convierte en una centralidad, pues estamos asistiendo a cambios profundos, los cuales deben devenir en más democracia, más solidaridad, más inclusión social, mayor compromiso y corresponsabilidad con la sociedad. Prepararnos para esos cambios es central hoy, en un país que impulsa una revolución, con el objeto de darle una nueva significación a la cotidianidad social del conglomerado nacional. Hablar sobre educación hoy en Venezuela, implica juntar una serie de temas a los cuales es imposible ignorar: Productividad, decolonialidad, complejidad, curriculum, salarios, condiciones materiales y un largo etcétera. Algunas cuestiones son de fondo y otras de forma. En esta oportunidad, nos dedicaremos a analizar una cuestión que es de forma, no requiere grandes análisis intelectuales ni mayor esfuerzo cognitivo, pero que si  lo miramos con detenimiento, además de reproducir una lógica funcional a los intereses de la pseudo-burguesía local, sumerge al país en una dinámica que raya casi en lo absurdo, y ciertamente en el atraso. Nos referimos a la temporalidad en la que se desenvuelve el periodo lectivo de nuestro sistema educativo.

Aclaremos algo, cuando hablamos de sistema educativo nos referimos a todos los niveles de dicho proceso, desde el preescolar hasta el postgrado. Es uno solo, que contiene sub-sistemas, y que persigue un objetivo común: La concreción de un proyecto histórico, al cual deben sumar todas las voluntades que se juntan en tan importante espacio. 

Ahora bien, preguntarnos a ¿qué lógica obedece dicha organización temporal? O ¿cuál es la razón y el argumento científico pedagógico que explica esta forma de organizar los tiempos escolares y educativos en nuestro país?, se convierte en una necesidad de nuestro tiempo. Responder a estas interrogantes es urgente, más si queremos avanzar en nuevas posibilidades societales, en las que estamos seguros, la educación juega un papel fundamental. Buscar nuevamente el sentido de los procesos institucionales, puede ayudarnos a vislumbrar el panorama para seguir transitando la senda emancipadora, incluso creemos que éste ejercicio, nos permitirá evaluar el andar y los procederes propios de dinámicas como la educativa, para re-hacer el accionar, replantear formas de trabajo y de ejecución de dichos procesos.   

El cierre del año escolar en el mes de Julio, y su inicio en el mes de octubre, sumado a la pausa de diciembre, representa a nuestro juicio un exabrupto, que no encuentra una argumentación coherente en nuestro tiempo. Por tanto, debe ser cambiado, re-planteado, para ajustarlo a las necesidades reales de nuestra sociedad. En ese sentido, después de hacer una rápida lectura de esta realidad, podemos interpretar el surgimiento de varias hipótesis, entre las que contamos:

  1. Que esta forma de organizar la temporalidad académica obedece a una serie de criterios institucionales que en su momento se consideraron pertinentes para el mejor desempeño, tanto laboral, como académico de los involucrados/as en el proceso educativo.
  2. Que esta forma de trabajo, da cuenta de la necesidad de un pequeño sector de la sociedad venezolana, que pretendió disfrutar de las vacaciones de verano de los países del norte, ajustando la temporalidad correspondiente al trópico a la realidad nórdica. Porque era “muy importante” estar de vacaciones al mismo tiempo que los países del llamado mundo desarrollado.
  3. Que, en éste tiempo actual, esa temporalidad debe ser cambiada radicalmente, que ya no es funcional, incluso representa un atraso al avance científico y cognitivo de nuestros educandos, que nuestro país se atrasa, pierde tiempo y no se logran objetivos en concreto, debido a las pausas vacacionales extremadamente largas y que al mismo tiempo representan casi rupturas con lo que debería ser una continuidad lógica y sistemática.           

De esta forma, existen defensores y detractores, y para ello se hace necesario abrir el debate, para que todos los argumentos sean escuchados, evaluados, para así tomar decisiones en función de lo que más le conviene al país. Por nuestra parte consideramos, que la temporalidad del período lectivo del sistema escolar en Venezuela debe ser replanteada, para optimizar la reflexión, para hacer más operativo el actuar académico, y darle respuestas concretas a las necesidades de desarrollo por las que atraviesa el país. A nuestro juicio, no tiene lógica alguna, en nuestro tiempo, seguir replicando una temporalidad que no es funcional a las necesidades de la sociedad venezolana, por tanto, hacer una revisión de éste proceder es fundamental para seguir reorganizando al sistema educativo y aprovechar de la mejor manera el tiempo útil para el avance cognitivo y científico.      

Como no queremos ser dueños de ningún tipo de verdad, y reconociendo que es muy probable que en este escrito estemos profundamente equivocados, queremos abrir el debate en este sentido, escuchar voces que difieran o defiendan, para de esta forma evaluar en profundidad, qué es lo que más le conviene a nuestros/as educandos/as y a todos/as los/as involucrados/as en el proceso educativo. Que lo humano esté primero, que la realidad, siempre cambiante, oriente el proceso institucional que dará cuenta de nuevas posibilidades societales. En ese sentido, al mismo tiempo no queremos dejar sentada únicamente nuestra opinión con respecto al tema que estamos abordando en éste corto artículo, de esta forma queremos tomar como referencia, las opiniones de siete docentes, algunos/as de ellos/as con más de 20 años de trayectoria, y que han demostrado a lo largo de sus vidas un fuerte compromiso por la educación en Venezuela.

Hablamos con ellos/as y les pedimos sus opiniones sobre la temporalidad vigente del período lectivo en Venezuela, para lo cual respondieron lo siguiente:

Nelson Ruíz: Realmente hace tiempo hay un planteamiento para que esta forma de organizar la temporalidad académica varíe, que no sea en el mes de agosto el momento de finalización, y su consecuente inicio en octubre, sino que el inicio sea en el mes de enero, su cierre en octubre, y que las vacaciones sean en noviembre y diciembre. Esta dinámica actual obedece más a una tradición que a otra cosa, no hay ningún argumento de peso que no permita el cambio, la idea para muchos, es que el período lectivo comience en Enero, porque también comienza el año fiscal, eso facilitaría mucho los procesos, que tiene que ver con los recursos que se necesitan desde el ministerio de Educación para el inicio del año escolar, pues cuando se inicia en septiembre, estamos prácticamente en el último trimestre del año fiscal y eso complica el acceso a los recursos necesarios para las instituciones educativas. Yo soy de los cree, que no hay nada que justifique el por qué no cambiar dicha periodización. El mejor momento para hacerlo sería éste, porque la pandemia nos dice a nosotros que lo mejor, es que alarguemos el año escolar, para que cuando iniciemos de forma presencial tengamos la mayor cantidad de población vacunada, y de esta forma tener controlada a la pandemia. Este año sería el ideal para concretar dicha transformación, es factible y necesario hacerlo.       

Norys Rondón: Hace tiempo yo escribí para frontera, un artículo sobre el horario de clases y las vacaciones de agosto, eso fue cuando Aristóbulo planteó el cambio, para iniciar en enero y culminar creo en noviembre. Recuerdo que La editorial Santillana montó un conversatorio sobre los libros y la editorial, yo asistí por la zona educativa. Todo a lujo, merienda, equipos y regalos, al final había que llenar una encuesta donde no aceptábamos el cambio, evidentemente me opuse y escribí aquel artículo. El asunto es complejo, ya que ese periodo está establecido hace muchos años, eso debe precisarse. Eso ya forma parte del modelo educativo venezolano. Es un calendario escolar, único e invariable, en todo el territorio, no toma en cuenta la diversidad geográfica, las zonas agrícolas, pesqueras, urbana y rural. Esta periodización del trabajo, y/o calendario escolar, no responde a la diversidad geográfica y aspectos sociales, pero sí responde a los asuntos de mercado y en la economía, está organización favorece a la industria del turismo, tanto nacional como internacional, ya que a nivel mundial agosto y septiembre son momentos de vacaciones, lo cual incide en el incremento económico para Venezuela por la llegada de turistas extranjeros, quienes vienen de otras latitudes. También esa dinámica educativa mercantilista, se fortalece con la compatibilidad de los horarios laborales de los padres y la escuela, pues planifican sus vacaciones en coincidencia con el calendario escolar, lo cual conduce a la temporada alta para los hoteles, posadas, y restaurantes. Otro detalle que recuerdo, es que las empresas que producen papel, colores, uniformes, calzados, están planificadas para un mercado en una temporalidad específica, el cual funciona en el periodo de inicio (septiembre), esto significa mucho para la economía en el país y representa un gasto importante fuera de los gastos propios de diciembre.

Livio Jeréz: Los sistemas de Gobierno en nuestra nación, y en muchas otras se han fundamentado en los aspectos religiosos y educativos. En el sistema actual se mantienen prácticas del modelo anterior, como la periodización existente. Falta mucha voluntad para innovar al respecto.     

Esperanza Hernández: En mi experiencia docente, he podido notar que sí debe existir una continuidad y menos vacaciones, para que el niño logré alcanzar su aprendizaje de manera integral.; Olga Manrique: Para mí este tiempo de un mes y medio de vacaciones es muy importante ya que trabajar en un aula con 28 a 35 niños/as es fuerte y agotador, por tanto, es necesario el descanso mental y físico de los docentes.

Juan Duarte: No hay nada racional en esa periodización, es un legado del colonialismo y la mentalidad neo colonizada de Guzmán Blanco, quien creó el sistema educativo venezolano. Esa periodización reproduce el calendario escolar de los países de climas templados del hemisferio norte, consolidado con la intervención de las empresas petroleras venezolanas, para quienes era conveniente ese calendario, ya que era equivalente al usado en EEUU y no interrumpía la educación de los hijos de técnicos y gerentes estadounidenses, con sus vacaciones. De esta forma se facilitaba el traslado desde el punto de vista administrativo. Entiendo que ese calendario genera problemas, ya que nuestro año escolar, está divido en dos años fiscales, además no se corresponde con las épocas de cosecha en Venezuela -en áreas rurales es un verdadero problema-, está pensado para un país con cuatro estaciones y no para un país tropical como el nuestro.   

Ylia Suárez: Yo pienso que durante el proceso de adaptación en preescolar se le dificulta mucho a los niños/as, ya que se adaptan, viene el descanso de diciembre, y regresan a adaptarse nuevamente, viene carnaval, semana santa y así, pareciera ser un proceso del eterno comienzo para todos/as.

Faltaría hacer un debate mucho más exhaustivo, con mayor rigurosidad, sin embargo, aquí hay algunas ideas que nos pueden servir, para tomar la decisión de cambiar dicha periodicidad y dar pie a nuevas formas de entender los procesos educativos en el país. Hay que hacerlo ahora mismo, después que llegue Julio, entramos en Vacaciones, y en septiembre a empezar de nuevo.

Que no se nos olvide, que aquella revolución del Mayo Francés en 1968, que hizo realmente temblar al sistema hegemónico global, fue desmovilizada porque llegaron las vacaciones de aquellos “agostos”, que tanto disfrutamos y que no le rinde frutos al pensamiento necesario de nuestro tiempo. Pensar, es hacer, y para que no volvamos a patinar sobre aceite, es necesario cambiar todo, para que la vida sea otra cosa.      

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