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Atacando el paro en Colombia con los métodos criminales de Pinochet

PorMario Lamo Jiménez

May 6, 2021

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Desde que se inició la falsa pandemia hemos estadio viviendo bajo una dictadura. La dictadura pretendía que te tenía encerrado en casa mientras tu vida y tus negocios o empleo se arruinaban, con el pretexto de salvarte la vida de un virus. Curioso que ahora bajo el Paro, salvarte la vida es lo de menos, porque la policía está asesinando, torturando, despareciendo y secuestrando a cientos o tal vez miles de jóvenes, usando las mismas tácticas que usara la dictadura fascista de Pinochet tras el golpe contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

El gobierno que estaba tan preocupado por tu salud, ahora te persigue a balazos, cañonazos, con tanques, helicópteros, rockets, balas, gases lacrimógenos… ¿Por qué crees que el mismo gobierno que decía que nos estaba protegiendo contra un virus ahora nos esté persiguiendo y asesinando? Porque la falsa pandemia solo fue una excusa para imponer medidas dictatoriales y acabar con el estado de derecho.

El estado que “velaba por nuestra salud” obligándonos a usar mascarillas, a guardar una “distancia social” y que nos tenía encarcelados, se ha quitado por fin su máscara y el monstruo que estaba escondido debajo muestra su horrenda cara: Es el mismo estado que por décadas o siglos ha estado masacrando indígenas y campesinos en regiones apartadas del país, pero que ahora ha trasladado esas masacres a los centros urbanos. Ya sabemos a ciencia cierta quiénes son las “Águilas Negras”, ya las hemos visto vestidas de ESMAD o de infiltrados con capuchas, asesinando a jóvenes inermes en medio de la noche o a plena luz del día, en esquinas oscuras o en calles completamente iluminadas. Las masacres que NUNCA se filmaron en el campo ahora son registradas por decenas de miles de celulares que nos están mostrando en vivo y en directo a un estado asesino, cuya fuerza pública es en verdad un ejército de sicarios a sueldo del estado y la verdad que se ocultó por años, al trasladarse a las ciudades hace evidente cómo se perpetraron las masacres en el campo y los falsos positivos: El estado ha creado una gigantesca fuerza asesina que usa cuando le plazca y contra quién le plazca.

¡Ambos estado asesino y su fuerza asesina deben ser desmantelados! No es que haya una fruta podrida: Todo el estado está podrido: Justicia, Salud, Fuerzas Armadas, Policía, Congreso, partidos políticos, y la cabeza de este monstruo es la presidencia de la república, en concierto con narcoparamilitares quienes son los que ahora gobiernan este país.

Lo que estamos viendo NO es casualidad ni una aberración del sistema: Este sistema es una máquina criminal de corrupción, crimen, robo, que se reflejan en el subdesarrollo perpetuo en el que estamos sumidos: No hay trenes para no hacerle la competencia a la mafia de dueños de grandes flotas de camiones, no hay un metro en Bogotá para que el corrupto de Peñalosa pudiera vendernos los buses obsoletos que desechaban en Europa.

Y, lo peor de todo: En Colombia la izquierda NO es oposición, es parte del sistema. Nunca se opuso a las medidas dictatoriales de la falsa pandemia e incluso pide más medidas dictatoriales, vacunas mortales e inútiles y más encierros.

Nos están masacrando ante los ojos del mundo entero, tenemos aun criminal en la presidencia, hay sangre en sus manos, tiene que renunciar e ir a juicio por los crímenes cometidos. Colombia NO aguanta más la mafia narcoparamilitar del uribismo que ha sumido al país en un abismo de terror, de masacres, de amenazas, de asesinatos a líderes sociales y de oposición y ahora de jóvenes estudiantes que protestaban pacíficamente exigiendo sus derechos.

El gobierno asesino debe caer, no hay conciliación con el verdugo porque siempre recurrirá a la misma opción asesina si se le deja impune.

Colombia esta viviendo un pinochetazo que conducirá a años de dictadura, persecución y muerte si no hacemos renunciar ya a este gobierno y exigimos que se convoquen unas elecciones legítimas, que excluyan a todos los criminales que están hoy en el poder.

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