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Una juventud que el futuro necesita viva

PorFelipe Tascón Recio

May 18, 2021

Felipe Tascón Recio /@felipetascon57

Esta semana el régimen dio otra vuelta a la tuerca sanguinolenta de sus estertores, de forma grosera nos mostró como invirtió lo que no se robó en la pandemia, armas nuevas y sofisticadas del ESMAD, y cuentas creciendo de al menos 1 suicidio, 20 violaciones, 50 asesinatos, 700 desapariciones y 1000 torturas, el paramilitarismo convertido en institución urbana, y sospechas de paracos costeños a los que el régimen les ha enfundado armadura antidisturbios. Como diría el filósofo Levy Rincón: vemos la chicanearía sanguinaria de HPs que creen que el Estado es su propiedad.

No voy a escribir sobre esto, veo tres piedras en el zapato que nos alejan de la meta enunciada en mi anterior columna: a esta juventud, el futuro la necesita VIVA para construir el nuevo país. Intento abordar la coyuntura con humildad, en busca de canales para su rabia e indignación y en condición de preservar sus vidas.

  1. El número mágico

Un fantasma recorre el paro: el fantasma de los 30 días. Circula la historia de un número mágico de jornadas mínimas de paro, en versión “constitucional” y “chilena”. Aunque es posible que se trate de una sola versión que radio bemba se ha encargado de dividir. Se desconoce su autoría, pero se repite mil veces en redes sociales y puntos de resistencia.

Por un lado, alega que hay un artículo de la constitución del 91, que obliga a cambiar esta tras 30 días de protesta. Sin embargo, en ninguno de los siete artículos del “Título 13 – De la reforma de la constitución” aparece tal mandato. Desde el otro ángulo nos reta: si la causa popular chilena obligó a su gobierno a iniciar un proceso constitucional tras 30 días de paro, en Colombia no podemos ser menos. Mayúsculo error equiparar realidades y procesos distintos. ¿A quién se enfrentan ambos paros?, ¿quién detenta el poder aquí y allá? A Colombia la comandan el feudo y los capitales bancario y narco, mientras sectores como la industria está a la zaga de esta triada del poder. La alianza chilena suma al capital industrial, bancario, inmobiliario y agrícola, Piñera podrá haber mamado de Pinochet, su legado le da sombra, sin embargo, la cocaína no está en aquella gobernanza, allá el narco no entra en la hegemonía política, tal es la diferencia con la práctica asesina de este régimen a la sombra de Uribe.  

Cuantificar los días mínimos de aguante, será dilema si el 28 de mayo no se cosecha lo esperado, la decepción será un factor desmovilizador. Pero el mayor problema es que el “reto” de los 30 días hace equivaler resistencia y barricada, justificando dilatar el cotejo entre bala y piedra, que siempre gana el régimen porque “incluso cuando parecen victoriosos, los grupos subalternos se encuentran en situación de alarma defensiva” [1].

  • El relato heroico

Más allá de la anécdota de las tres comidas, la adrenalina de la confrontación les inocula a les integrantes de las 1ª líneas una mitomanía de héroes que les ancla a la barricada, el punto donde son más vulnerables y menos efectivos. A lo mismo ayudan fans dentro y fuera del país. Para ubicar el daño de este imaginario, recojo un suceso de Palmira donde la incipiente organización nacida en la olla comunitaria en Monteclaro, fue rechazada por guerreros celosos de la iniciativa de una “mujer de la cocina”.

No tiene sentido la autosuficiencia en una juventud que cree bastarse sola, que denigra de “los viejos, porque se dejaron clavar la ley 100”, o que rechaza cualquier posibilidad de apoyo o sinergia con otros estamentos de la sociedad por el prurito de mantener el protagonismo. Siempre hay que rechazar una comunidad de elegidos, incluso en este caso porque las luchas de hoy no serían posibles sin la retaguardia, sin el apoyo popular nacional e internacional y sin el acumulado de lucha de generaciones previas. De nada sirve parar si no se tiene claro para donde hay que avanzar y con quienes.

Cuidado, porque en este caso la soberbia es mortal.

  • La política rechazada

En buena parte de los puntos de movilización el desprestigio de la política es muy alto. En aritmética simple, sí a la política la dominan corruptos, electoreros y clientelistas, en redes y barricadas se asimila que corrupción y política son sinónimos. Entonces en el imaginario popular la consecuencia es nefasta, la política es un mal necesario que hay que reducir a mínimos -la propuesta de un congresista por departamento- aunque esto signifique dejar la política a los politiqueros, cuando lo que hay que hacer es quitársela, ampliando la representación popular.

Obvio que los políticos no ayudan a bajar la desconfianza que les tienen las barricadas. El régimen cambia del protagónico al general del sicariato y manda a Susana Correa en modo de caleña amable a “conversar”, creen que el pueblo olvida los 3 mil millones con que Agro Ingreso Seguro lucró a su firma familiar Ingenio Mayagüez, o el negocio de sus atrasos en la reconstrucción de Providencia. Menos ayudan legisladores que hace 3 semanas votaban a favor de la tributaria, y en la audiencia pública de la Cámara en Cali ejercían de marchantes con la impostura de un discurso incendiario falso. Tampoco los congresistas opositores cuyos actos valientes contra la represión, los borran con el codo al darle micrófono a “su” candidata local que falazmente se finge lideresa.   

El rechazo a la política se manifiesta por ejemplo en la hipótesis de disminuir el tamaño del congreso, algo que siempre será funcional a las dictaduras. Lo fundamental es que en el legislativo debe tener representatividad toda la población, reducirlo a extremos -solo 32 legisladores- deja por fuera a minorías étnicas y sociales y las leyes se vuelven monopolio de los grupos mayoritarios. Sin afectar representación se puede reducir en un tercio el congreso (2 senadores por departamento y 1 representante cada 250 mil habitantes, más 4 de minorías y exterior), el pago debe ser por cesiones, cambio en la política pensional (hoy congresistas de un solo periodo, jubilados reciben el 100% del sueldo), además llegar al voto obligatorio, lo que eleva el umbral, encarece y hace inviable la compra de votos. También circula otra falacia, la del voto en blanco, conocemos su historia reciente.

Pero el mayor problema de este rechazo a la política es que el régimen está jugando en modo preelectoral, nunca puede olvidarse que las últimas encuestas dan a Petro ganador en la 1ª vuelta del 2022. Por eso Uribe está rayando la cancha con la impostura de actores armados enfrentados en la Colombia urbana, estimulando la especulación en bienes básicos para achacarle la carestía a la protesta, buscando la prolongación de los bloqueos con el asedio a las barricadas, propiciando continúen las manifestaciones al dilatar cualquier negociación seria, todo esto en función de un cambio del apoyo al rechazo en las mayorías ciudadanas.

En paralelo -por ejemplo, en la encuesta del 15 en Semana- se construye la matriz del candidato opositor como comandante en jefe del vandalismo, los bloqueos, la carestía etc. alimentando así la zozobra de amplios sectores poblacionales para arrebatarle su voto al petrismo. El régimen juega a alargar el escenario de ingobernabilidad y “guerra”, por lo menos hasta el inicio de los eventos electorales con la consulta interpartidista de noviembre. Mientras tanto en las cocinas del Ubérrimo se mantiene un arrocito en bajo, para presentarlo como alternativa salvadora de la patria frente al caos.

A las y los jóvenes de esta generación de las barricadas del 2021, les digo que todos sabemos su rol fundamental en el mayor hecho político de la historia reciente y no es lógico que un sujeto político rechace la política. Su fuerza e inteligencia son prioritarias para inclinar hacia el lado popular el actual “equilibrio catastrófico[2], por esto aplaudo con la sociedad entera, que en los puntos se inicia un proceso organizativo nombrando vocerías para buscar salidas locales e integrarse al Comité de Paro para construir ahí las salidas nacionales.

[1] A Gramsci “Cuadernos de la cárcel” 1932-34. 

2 Ibid.


[1] A Gramsci “Cuadernos de la cárcel” 1932-34. 

[2] Ibid.

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