Todos se acuerpan entre sí, y respaldan/financian a la prensa corporativa, porque saben que si su prensa oficial cae, se develará, no sólo sus falacias difundidas como verdades en el Perú neoliberal, sino que las y los criminales perderán sus privilegios, y posiblemente serán castigados.
La bicentenaria República del Perú, en el trayecto de su vida democrática electoral, nunca había experimentado una guerra electoral mediática tan desigual de todos contra “nadie” como la que ocurre actualmente en el marco de la segunda vuelta de elecciones presidenciales.
Fruto del monocultivo mental y cultural que implantó el sistema neoliberal en la peruanidad, en este país suramericano se cree que el próximo 6 de junio los pueblos elegirán entre un “demonio comunista” o una “exitosa demócrata”. Así de dantesco está la atmósfera electoral en el terruño de José Carlos Mariátegui, Gustavo Gutiérrez… y otr@s.
¿Es Pedro Castillo comunista?
Por primera vez en la historia del Perú, un campesino profesor, escudado por la voluntad popular de las y los excluidos, desafía a los ricos del país en las urnas para instaurar desde el Estado la postergada justicia social, apelando a la ética ciudadana y a la moralidad cristiana.
Pedro Castillo Terrones no maneja un lenguaje marxista. No se asume como revolucionario. Negó en muchas oportunidades ser comunista. Propone revisar los contratos de privatización de bienes y servicios públicos, redistribuir las ganancias económicas, convocar a un proceso de asamblea constituyente popular.
Castillo no es comunista, es cristiano. Es un nacionalista que busca fortalecer el Estado como importante actor económico. Ni tan siquiera incluye en su discurso las agendas postergadas de los pueblos indígenas del Perú. No se asume indígena. Se asume campesino.
Pero, para la prensa corporativa y para las élites económicas y culturales del país, lo que diga Castillo sobre sí mismo No importa. Ellos oyen a Castillo, pero no le escuchan. Ellos tienen la potestad de afirmar y decidir quién es qué en la “hacienda” llamada Perú.
Keiko Fujimori, ¿Exitosa demócrata peruana?
Por primera vez en la historia del Perú, una ex encarcelada por denuncias de crimen organizado sale de la cárcel camino a la Casa de Pizarro (Palacio Presidencial). Sí, aunque Ud. no lo crea: ¡De la cárcel a la presidencia!.
Pero, como si esto no fuese suficiente en un país donde lo “imposible se hace posible”, todos los medios corporativos que acumularon riqueza en la “era neoliberal” implantada por el ex Presidente dictador Alberto Fujimori (actualmente encarcelado), ahora, hacen campaña expresa a favor de la ex rea, incluso “fabricando encuestas a su favor”.
Keiko Fujimori, a los 19 años de edad asumió el cargo de Primera Dama del Perú, cuando su padre Alberto Fujimori, denunciado por su esposa por violencia intrafamiliar y torturas, decide “deshacerse de su esposa” y colocar a su hija en dicho cargo. Según confesiones de Vladimir Montesinos (asesor de Alberto Fujimori, también encarcelado), Keiko estudió en los EEUU financiado con desvío del dinero público.
En la actualidad nadie sabe en qué trabaja la candidata que salió de la cárcel y aspira llegar a la casa presidencial. En los últimos 17 años que manejó el poder desde el Órgano Legislativo fue acusada públicamente, incluso por su propio hermano, también político, de ser autoritaria, déspota y desleal.
En la actualidad, pesa sobre Keiko una querella del Ministerio Público, por delitos de asociación delictiva, obstrucción de la justicia, entre otros, solicitando un castigo de 30 años de cárcel en contra de la actual candidata. Evidencia que, al parecer, la desesperación de Keiko Fujimori por ser Presidenta del Perú es para postergar el proceso penal en su contra, y evitar la cárcel.
Prensa corporativa asustada
Queda para el registro, y posteriores estudios rigurosos, de cómo y por qué la prensa corporativa de un país “democrático”, y toda la élite generadora de narrativas cualificadas, instalaron en el imaginario colectivo de la peruanidad la idea de “Pedro Castillo es comunista, y el comunismo es el enemigo letal del país”.
Alrededor del “fantasma de comunismo” y de todos los estigmas contra Castillo, se “conformó” todo un “ejército de patriotas peruanos” integrado por dueños de medios corporativos, empresarios, futbolistas, empresa encuestadoras, jerarcas religiosos, escritores, periodistas, influencer… Todos disparando constantemente, al mismo tiempo, y desde diferentes trincheras contra el “enemigo interno del país, Pedro castillo”.
Es evidente que este “ejército multisectorial de demócratas peruanos” no le teme al campesino de sombrero. Para ellos, este u otro campesino seguirá siendo un NO SER. Le temen a las propuestas “nacionalistas” del Perú Libre, partido político que sustenta a Castillo.
En la era neoliberal, fundamentada legalmente por la Constitución Política de 1993, todos los antiguos y nuevos ricos (incluidos medios de comunicación) del Perú amasaron fortuna utilizando al aparato estatal, mediante procedimientos inmorales e ilegales. Y eso, es lo que justamente Castillo promete revisar y enderezar. Esto es lo que ocasiona una consternación casi existencial en las élites de poder del país.
No es sólo la prensa corporativa la que siente culpa y, ahora, está asustada, sino todos los “socios de Odebrecht y del crimen organizado”. Duele decirlo, pero es casi toda la élite del Perú “exitoso”.
Todos se acuerpan entre sí, y respaldan/financian a la prensa corporativa, porque saben que si su prensa oficial cae, se develará, no sólo sus falacias difundidas como verdades en el Perú neoliberal, sino que las y los criminales perderán sus privilegios, y posiblemente serán castigados.