Camilo entiende que la acción pastoral debe centrar su atención en los problemas sociales que tienen que afrontar las sociedades en general y los seres humanos en particular; desde la comprensión de las diversas interpretaciones y posiciones para la resolución de esos problemas, con una óptica que compromete una visión pluralista de ellos. Camilo señala que el Problema Social actual ha sido definido desde el punto de vista cristiano en muchas ocasiones, por los Papas y por diversos autores. Elemento indiscutible en esta definiciones es el de la miseria material. No es un factor exclusivo, pero es indispensable para entender el problema y para resolverlo. En el mundo actual es imposible ser cristiano, sin enterarse del problema de la miseria material. Ahora bien, el problema de la miseria material exige el concurso de todos los seres humanos.
Para Camilo no es ajena la realidad de su tiempo en materia de pobreza y marginalidad, de miseria, como él mismo la denomina para hacer más preocupante y visible la situación por la que atraviesan inmensas masas de marginados. Por esto, su llamado urgente es a concretar el amor eficaz en la caridad eficaz, lo que claramente no es suficiente para resolver la dimensión de los problemas sociales. Pero lo que tampoco le impide afirmar que como política de conjunto, el apostolado debe dirigirse con prioridad a las obras materiales en favor del prójimo, para centrarse en una perspectiva de caridad efectiva y actual.
Junto a esta necesidad Camilo entiende la complejidad del mundo diverso en lo social, lo institucional, lo político y lo ideológico, desarrollando otro de los fundamentos esenciales de su pensamiento: el concepto de Pluralismo. Para él, las diversas tendencias y formas de pensarse y actuar en el mundo solo pueden convivir lejos de la violencia, en la medida en que encuentren puntos comunes que les posibilite la coexistencia pacífica, en torno a programas de acción que estén a favor de los seres humanos y que representan en sí mismos retos mayores dadas las distintas percepciones de lo que es pertinente y lo que no lo es en materia de intereses diversos. Afirma Camilo que el pluralismo ha sido también reconocido como característica de la sociedad actual. Pluralismo ideológico e institucional. Los sistemas religiosos, filosóficos y políticos opuestos, han tenido que afrontar la realidad de su coexistencia. Esta resulta más fácil y menos costosa que la mutua eliminación. La coexistencia no puede verificarse sino en base a los
puntos comunes. Un conjunto importante de puntos comunes, los ofrecen los programas de acción. La acción en favor de los hombres, ejecutada por hombres, nunca es totalmente buena ni totalmente mala. Cuando se produce, cuando pasa de los proyectos a las realidades, se presenta como un reto a las conciencias de todos los que buscan el bien de la humanidad. El reto de la acción es bastante comprometedor: aceptar un programa de acción implica asumir los defectos inevitables que tenga; rechazarlo significa descartar las ventajas que innegablemente también tiene que tener.
Para Camilo es la acción la que establece la particular forma de resolver en la práctica las diferencias y asegura, desde su condición de sociólogo e investigador social, que la singularidad que tiene esta es que se puede ponderar en la medida que sea sometida a la observación objetiva a través de las variables que la determinan la acción, es algo concreto. Las variables que la condicionan son controlables, en su mayoría, por la observación objetiva. Los hechos no
se prestan a discusión.
Camilo observa que el mundo que vive le coloca a los seres humanos una serie de retos que convocan la acción cristiana y no cristiana movida por las fuerzas del amor al prójimo y de lo que él denomina amor natural en los no cristianos. Las discusiones no se dan en torno a la necesidad de la acción, sino, en relación a los medios, a los procedimientos y a los fines últimos de esa acción. La acción para servicio de los demás, dentro de los valores
del mundo actual, ha venido a ocupar el primer puesto. Cristianos y anticristianos lo aceptan como primera prioridad.
Las diferencias están en los medios, en las modalidades y en los fines últimos. Pero el principio de amor al prójimo no se discute. El elemento en común está constituido, por lo que es esencial en el cristianismo. Podríamos decir, que en los no cristianos ese principio es naturalista y no es formalmente cristiano. En un mundo pluralista, la unión en la acción en favor de los seres humanos, es una unión en una base presumiblemente cristiana.
En muchas ocasiones Camilo recurre a juicios de valor para sustentar sus ideas, que extrae de la escrituras o de las encíclicas papales. Busca de esta manera confrontar las críticas de una institucionalidad que en ocasiones suele estar rezagada de las orientaciones que emanan en materia de política institucional y pastoral del Vaticano. En razón de ello, su idea de Pluralismo, que es la posibilidad de ser con otros, se sustenta en las afirmaciones del papa Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris. Al respecto Camilo señala que se ha de distinguir también cuidadosamente entre las teorías filosóficas sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre, y las iniciativas de orden económico, social, cultural o político, por más que tales iniciativas hayan sido originadas e inspiradas en tales teorías filosóficas, porque las doctrinas, una vez elaboradas y definidas, ya no cambian, mientras que tales iniciativas, encontrándose en situaciones históricas, continuamente variables están forzosamente sujetas a los mismos cambios. ¿Además, quién puede negar que en dictados de la recta razón e intérpretes de las justas aspiraciones del hombre, no pueden tener elementos buenos y merecedores de aprobación? Teniendo presente esto, puede a veces suceder que ciertos contactos de orden práctico, que hasta aquí se consideraban como inútiles en absoluto, hoy, por el contrario, sean
provechosos o puedan llegar a serlo.
Tal vez es en estos planeamientos que comienzan a madurar en Camilo las ideas de la unidad y de la posibilidad de ser con otros que serán la fuerza esencial de sus relaciones políticas a lo largo de 1964 y 1965. Las cuales lo llevarán a la idea del Frente Unido y de una plataforma de acción básica, en el marco de un criterio de unidad de acción en que se da principal relevancia a lo común y necesario, frente a la complejidad de la diferencia.
El camino seguido por Camilo de 1947 a 1964 ha transformado sustancialmente su particular forma de ser cristiano y de amar al prójimo. Del cristianismo ideal que busca comprometer cada vez más a la institución de la Iglesia en el acompañamiento de los feligreses en la solución de sus conflictos materiales, ha evolucionado hacia un compromiso personal que involucra una forma distinta de amar al prójimo y de hacer la caridad cristiana. Su opción de vida se va involucrando cada vez con más fuerza en la atención de los problemas sociales y políticos de la nación, en la práctica permanente de la concepción que el amor al prójimo tiene que ser como la caridad eficaz; ello conduce inevitablemente hacia la lucha social y política, la cual ocupará los últimos dos años de su vida.