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Genocidio y crímenes de guerra: los efectos de las «sanciones» contra Siria

PorColumna de opinión

Jun 16, 2021

En Venezuela hemos experimentado la ofensiva directa de las medidas coercitivas unilaterales (MCU) estadounidenses, en carne propia. Pero no somos el único país que ha sido víctima de la criminalidad financiera-económica-comercial de Estados Unidos y sus «socios», ni el último en sufrir sus consecuencias.

Otros pueblos en su lucha de resistencia contra el imperio anglosionista pueden dar fe de los embates que producen las mal llamadas «sanciones» de Washington, emanando numerosos testimonios, visiones y datos que ayudan a comprender de mejor forma las armas económicas del enemigo.

Sin duda, el impacto económico y social de las guerras financieras da en el lomo de la población y del país todo. En el caso de Venezuela, el bloqueo y el embargo petrolero han provocado destrucción de la industria petrolera y de sus ingresos de manera significativa. Las consecuencias en la sociedad son bien conocidas en el plano nacional e internacional, aun cuando Estados Unidos niegue cualquier impacto negativo con excusas supremacistas.

El caso de Siria puede comprenderse como un espejo del venezolano. La periodista y fotógrafa británica Vanessa Beeley vive en Damasco, la capital siria, desde donde ha cubierto la guerra contra la República Árabe y su pueblo. En un panel de discusión patrocinado por el International Manifesto Group el pasado domingo 13 de junio, «La violencia de la no-violencia. Un análisis geopolítico de los efectos sociales y sanitarios de las sanciones«, hizo un balance de las MCU estadounidenses sobre el pueblo sirio que valen la pena traer a colación.

Beeley argumenta que las «sanciones» son «más devastadoras que una guerra militar» cuando «se usan como un componente brutal y vindicativo de una estrategia de guerra híbrida neocolonialista». Y se convierten en «armas de destrucción masiva» si «superpotencias globales apuntan a naciones como Siria», atacada por ejércitos terroristas y mercenarios fomentados por Estados Unidos y la OTAN. No se puede menospreciar el factor ejército proxy (por delegación) contra las autoridades árabes y el pueblo sirio: «Es casi imposible -dice- hablar de las sanciones económicas contra Siria de manera aislada».

«Yo diría que los efectos de las sanciones de Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea, la Liga Árabe y Turquía son equivalentes a la campaña de destrucción de infraestructura llevada a cabo por los grupos armados ilegales financiados y armados por la coalición de cambio de régimen de Estados Unidos y promovida por sus medios de comunicación alineados. El terrorismo puede definirse como el ‘uso ilegal de la fuerza o la violencia contra personas o bienes con el fin de coaccionar o intimidar a un gobierno o a la población civil para promover objetivos políticos o ideológicos'», dice la periodista.

Se trata de un acto de «terrorismo económico», ya que «niega los medios de sustento de vida a civiles inocentes con el fin de obligar a toda una nación a la sumisión de agendas foráneas en la región». Añade: «La destrucción de infraestructural civil vital es un acto de guerra, la retención de recursos esenciales o la ocupación de dichos recursos también son un crimen de guerra».

A su juicio, la coalición atlantista ha cometido genocidio en Siria, de acuerdo a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas, artículo II, punto c: «Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial».

Habría que recordar las palabras del diplomático James Jeffrey de Estados Unidos para Siria, quien no solo describe a Al Qaeda como un «activo estadounidense» en Siria para una entrevista con Al-Monitor, sino que habla abiertamente sobre la miseria que conllevan las «sanciones» para el pueblo sirio:

«Y, por supuesto, hemos aumentado el aislamiento y la presión de las sanciones sobre Assad, hemos mantenido la línea de la falta de asistencia para la reconstrucción [de infraestructuras] y el país está desesperado por ello. Ves lo que le pasó a la libra siria, ves lo que le pasó a toda la economía. Entonces, ha sido una estrategia muy efectiva».

Los reportes sobre los daños a sectores claves de la sociedad siria dan una muestra de cómo existe una correlación entre la emisión de MCU y los ataques terroristas y de la ocupación estadounidense que vulneran la soberanía y la socioeconomía de la República Árabe, pegándole directo a la calidad de vida de la población y sus derechos humanos fundamentales, según lo expuesto por Beeley.

Sector petrolero

La orden ejecutiva 13582 del 18 de agosto de 2011 «prohíbe la importación de petróleo o productos derivados del petróleo de origen sirio, y prohíbe a los estadounidenses participar en transacciones que involucren petróleo o productos derivados del petróleo sirio».

De 2011 a 2014 la pérdida por ingresos petroleros se calcula en unos 21 mil millones de dólares para Siria.

Cuando el Estado Islámico (ISIS) ocupó la región noreste de Siria, rico en petróleo, robaba una renta diaria de 3 millones de dólares. Quienes ahora se benefician de dichos ingresos son los kurdos separatistas protegidos por el Pentágono y la OTAN. Estados Unidos también roba los recursos petroleros de la zona a través de la compañía Delta Crescent Energy, establecida durante la administracón Trump. Al Qaeda recibe crudo robado y lo comercializa en Turquía con la empresa WATAD.

Dice Beeley: «Efectivamente, los Estados Unidos o sus proxies se apoderaron de campos petroleros sirios al principio del conflicto, esto ha proporcionado ingresos para las diversas fuerzas de la contra bajo su control (incluido ISIS), lo que les ha permitido robar más recursos, limpiar étnicamente áreas de Siria y destruir la infraestructura al tiempo que aumenta sanciones e impone un bloqueo brutal al pueblo sirio, el cual la mayoría vive en áreas bajo la protección del gobierno sirio».

sector industrial

«Un gran número de fábricas se han visto obligadas a dejar de existir» debido al bloqueo financiero-económico-comercial, que ha venido escalando con el tiempo, repercutiendo en la producción. «La causa es la falta de combustible, electricidad, repuestos para maquinaria (la mayoría provenía de la UE)», dice la periodista.

Un informe de la Cámara de Comercio de Alepo en 2015 detalló el cierre total de 26 mil fábricas, el cierre parcial de 17 mil y la suspensión de la producción en 50 mil fábricas. Al mismo tiempo, grupos armados, incluidos el Frente Nusra y el ISIS, invadieron las áreas industriales de Alepo y desmantelaron miles de fábricas, destruyeron redes eléctricas, ferrocarriles, etc., y para proporcionar ingresos comerciales en Turquía, muchas fábricas se restablecieron dentro de Turquía. En octubre de 2015, la coalición de Estados Unidos bombardeó la central térmica de Alepo, entonces bajo el control de ISIS, asegurando un apagón total en Alepo y el campo circundante», cuenta la también fotógrafa británica.

Sector de agricultura

Vanessa Beeley afirma que este sector «se ha visto afectado por el aumento en los costos de la gasolina y la falta de partes de maquinarias gracias a las sanciones. Alguna de estas áreas de cultivo de oliva y algodón han sido ocupadas por los grupos aramados que, otra vez, se benefician del comercio ilegal de los alimentos sitios vía Turquía e Irak. En 2020 se quemaron deliberadamente grandes extensiones de cultivos de trigo y silvicultura siria».

Los alimentos han sido un objetivo militar por parte de Estados Unidos, una táctica genocida por donde se mire: «La coalición estadounidense -sigue Beeley- arrojó globos térmicos (thermal baloons) sobre los cultivos de trigo en el noreste, los kurdos tomaron el control de las instalaciones de almacenamiento de trigo y restringieron el suministro a Damasco para el pueblo sirio. Las colas de pan se convirtieron en una escena familiar en toda Siria y los precios de los alimentos se dispararon. Siria está siendo conducida a una peligrosa inseguridad alimentaria por una combinación de fuerza militar y económica, ambas respaldadas por la misma alianza criminal liderada por Estados Unidos y el Reino Unido».

Sector de salud

Como se ha denunciado también desde Venezuela, el «sector humanitario» no está exento del bloqueo, a contrapelo de lo que declara comúnmente los voceros estadounidenses. La también fotógrafa residenciada en Damasco provee los siguientes datos:

«Casi el 50% de los hospitales sirios han sido destruidos durante la guerra contra este país, muchos fueron ocupados por grupos terroristas y convertidos en centros militares, tribunales de la Sharia, centros de detención y tortura, por ejemplo, el Hospital de Ojos y Niños en el este de Alepo, que finalmente fue liberado por el Ejército Árabe Sirio y sus aliados en diciembre de 2016. Se estima que 20 fábricas farmacéuticas también fueron destruidas u ocupadas durante las invasiones terroristas. Siria tenía una flota de 703 ambulancias en 2011, 350 han sido destruidas o robadas por los grupos armados o sus auxiliares con respaldo occidental: los Cascos Blancos. El resto de hospitales y equipos adolecen de falta de tecnología, piezas y mantenimiento actualizados porque la mayoría del hardware fue suministrado originalmente por la UE.

«Esto ha provocado la escasez de medicamentos para enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardíacas y las enfermedades renales. El sector de la salud, que ofrece atención médica gratuita para todos dentro de Siria, siempre ha sido un motivo de orgullo para el Estado sirio: ahora 41 hospitales públicos y 621 centros médicos están fuera de servicio. Existen restricciones a la importación de cloro gaseoso utilizado como purificador de agua, lo que ha provocado la propagación de enfermedades infecciosas debido a la contaminación del agua potable. Al mismo tiempo, Turquía, Estado miembro de la OTAN, está privando deliberadamente de agua al pueblo sirio en la región de Hasaka, al noreste de Siria. Las sanciones son nuevamente solo un elemento de una guerra de hidrohegemonía librada por la coalición de Estados Unidos contra el pueblo sirio, una guerra que impacta en el sector de la salud con consecuencias devastadoras.

«Las sanciones más recientes y salvajes de la Ley César introducidas bajo Trump están impidiendo la reconstrucción de hospitales y la reparación de maquinaria esencial. El cierre de muchos de los hospitales rurales está provocando un inevitable hacinamiento en los hospitales de la ciudad, lo que provoca retrasos en el tratamiento y la propagación de enfermedades. Las sanciones al sector de la salud son un objetivo deliberado y criminal de la coalición de los Estados Unidos contra el pueblo sirio. Esto viola todas las convenciones de derechos humanos y debe ser condenado», denuncia Beeley.

Los sectores eléctrico y de transporte

La combinación de guerra proxy y MCU han tenido un efecto devastador para el sector eléctrico. La reportera británica dice que «ha habido una reducción drástica de la producción que se ve afectada por la falta de combustible debido a la ocupación de los recursos petroleros y la imposibilidad de obtener repuestos. Los daños en 2015, debido a cortes de electricidad, se estimaron en 16 mil millones de dólares, ahora en 2021 esa cifra aumentará enormemente».

Durante la guerra impuesta, los grupos armados, sobre todo el Frente Al-Nusra (Al-Qaeda en Siria) «han destruido sistemáticamente centrales eléctricas, depósitos de combustible, oleoductos y gaseoductos, y han robado redes eléctricas enteras para comerciar en Turquía. Se han destruido y fundido líneas de ferrocarril enteras dentro de Turquía o se han vendido como chatarra. El sistema de transporte sirio se ve afectado por la falta de combustible, piezas de repuesto y la destrucción de la infraestructura esencial. Todos estos tienen un efecto debilitante en la sociedad siria y en su funcionamiento».

«Los sectores de la educación y el turismo en Siria también están siendo socavados por las sanciones y la imposibilidad de reconstruir y reiniciar después de los efectos de la guerra», concluye Vanessa Beeley.

Efectos del terrorismo económico contra el pueblo sirio

La devastación de la economía siria por la agresión extranjera ha sido aberrante, una experiencia similar a la vivida por Venezuela y otras tantas naciones víctimas del Imperio. Vale la pena citar íntegramente las conclusiones finales de Beeley, pues dibujan un panorama que se asemeja a lo vivido en nuestro país.

«Ha habido enormes aumentos de precios en los alimentos en toda Siria, alrededor del 300% en algunos casos. Los precios del combustible se han disparado, la inflación apenas está bajo control. Esto está generando inseguridad alimentaria, desnutrición y pobreza en el 80% de la población. Los salarios se han mantenido estáticos, por lo que un empleado del gobierno promedio gana 50 mil libras sirias por mes (16 dólares a la tasa actual) mientras que, por ejemplo, 2 kilos de pollo ahora cuestan 20 mil libras sirias. En el invierno, muchas áreas de Damasco recibían electricidad solo durante tres horas al día, en las áreas rurales aún menos. El costo de calentar el combustible y el gas para cocinar es ahora exorbitante: por una botella de gas en el mercado negro, entre 30 y 40 mil, mientras que hay largas esperas para el gas subsidiado por el gobierno.

«Hay escasez de combustible, lo que ha provocado colas de hasta dos días para recibir 20 litros de combustible. El Líbano también se ha quedado sin combustible, ya que ha sido uno de los principales proveedores de combustible del mercado negro a Siria. El desempleo está aumentando exponencialmente. Los costos de alquiler de apartamentos se han disparado, mientras que la construcción de nuevos proyectos está paralizada por falta de materiales, equipos e inversión. Las familias están siendo destrozadas porque los jóvenes se arriesgan a los peligros de las rutas de viaje ilegales a la UE y más allá para tratar de ganar dinero y enviarlo a sus parientes empobrecidos en Siria. Las sanciones están asfixiando a Siria y se están utilizando para aumentar deliberadamente el sufrimiento del pueblo sirio que ha resistido diez años de guerra librada en su contra por la coalición de Estados Unidos y el Reino Unido que garantiza su incapacidad para salir del atolladero de la guerra.

«La coalición de Estados Unidos está siguiendo efectivamente una política de exterminio colectivo del pueblo sirio por medios militares y económicos. Este es un crimen contra la humanidad, un crimen de guerra y una flagrante violación del derecho a la vida y a una vida digna. Siria es miembro de las Naciones Unidas, estas MCU dirigidas al pueblo de Siria son una violación de la Carta de la ONU.

«Bajo las más recientes y bárbaras sanciones de la Ley César, consideradas ilegales por muchos expertos, se está ejerciendo una mayor presión contra las naciones que intentarían ayudar a la reconstrucción de Siria. Al mismo tiempo, Estados Unidos, Reino Unido, UE, Turquía e Israel continúan apoyando y promoviendo el terrorismo en Siria y permiten que sus representantes saqueen y expolien los recursos sirios, castigando aún más al pueblo sirio. Las sanciones contra Siria son un intento malévolo de poner al país de rodillas después de que una de las guerras de cambio de régimen más prolongadas y costosas lideradas por el Reino Unido y los Estados Unidos fracasara militarmente. Las sanciones no están afectando a los presuntos objetivos, están matando al pueblo sirio y están matando la esperanza; debemos hacer campaña en su contra para restaurar la paz y la estabilidad en Siria y en la región».

Publicado en Misión Verdad.

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