La mejor manera de hacer propaganda es que no parezca que se está haciendo propaganda.
Richard Crossman
Por Misión Verdad.
En esta nueva fase de la arremetida contra Cuba, con huella estadounidense, se usa la fachada de revuelta social con símbolos y canciones del imaginario cultural anticastrista, en la isla y en Miami sobre todo, con el Movimiento San Isidro (MSI) fungiendo de operadores políticos y activistas de calle.
El año pasado, esta trinchera de investigación realizó una radiografía sobre los involucrados y las características del MSI, con evidencias de ser un instrumento en los planes de golpe (no tan) blando en contra del gobierno cubano.
El núcleo de ese entramado de desestabilización es de índole cultural, por ello a inicios de este año la canción «Patria y Vida» vuelve a armarse como recurso con el fin de nutrir el caldo de cultivo del golpe que actualmente se pretende imponer en Cuba, dándole más que consignas a las manifestaciones de color.
Cabe preguntarse, ¿quiénes están detrás de esa producción musical?
La producción
La historiadora Shellie Clark realizó una investigación sobre el uso de la música en épocas de la Guerra Fría. Allí explica que «la música se convirtió en un arma en la guerra fría cultural, y los funcionarios del gobierno estudiaron cuidadosamente a los músicos, los estilos y el contenido antes de ser seleccionados para representar a los Estados Unidos como embajadores culturales».
Esta estrategia corresponde al poder blando (soft power), que usa la influencia cultural para promover ideologías o gestionar desestabilizaciones en naciones y grupos acorde a los intereses de quienes la dirigen.
Que el MSI proclame a la canción «Patria y Vida» como himno no es casualidad, intentanto minar con uno de sus instrumentos que aplican como antagonismo superficial a la flamante consigna del Comandante Fidel Castro de «Patria o Muerte», como bien lo expresan en la canción.
Carteles, mensajes y etiquetas en redes sociales pueden leerse con el lema «Patria y Vida», replicándose como un recurso asimétrico cultural de la actual fase de agresión estadounidense contra la isla.
Yotuel Romero, exintegrante de la banda Orishas, es el compositor de «Patria y Vida», una modificación de otra canción de 2020 de los Orishas y la esposa de Yotuel, la española Beatriz Luengo, titulada «Ojalá pase«. Ese año, Yotuel denunciaba en repetidas ocasiones la supuesta censura hacia esa canción, sin nombrar que fue producto de un plagio descarado.
El plagio se debió a que este grupo tomó un fragmento textual de la icónica pieza de Silvio Rodríguez de 1969, «Ojalá«. El trovador cubano aseguró que ese grupo jamás le pidió autorización para hacer uso de ese tema: «¿Qué me parece esta vulneración flagrante de mis derechos como autor de ‘Ojalá’, cosa notoria desde hace 50 años? Me parece un lamentable acto de parasitismo», enfatizó Rodríguez.
En la producción de la canción participaron más artistas cubanos, como Descemer Bueno, la agrupación Gente de Zona y otros. Igualmente, a través de redes sociales diferentes artistas desde Miami han hecho eco de las producciones musicales anticastristas trayéndolas a colación a esta escalada golpista, de forma predecible.
Yotuel, como operador político desde el frente de la farándula, tiene su propio sello discográfico, así que conoce muy bien las reglas de la industria de la música, por ende la maniobra con la fachada de plagio fue calculada para usar una de las canciones emblema en época de revolución cubana como método de arrastre para lo que estaba por ocurrir en noviembre de 2020. Meses después, Orishas y Luengo escribieron otra canción, «Ámame Como Soy Yo«, tanto para tapar el plagio hecho como para continuar calando en el imaginario político.
En cuanto a la dirección del video «Patria y Vida», estuvo al frente el cubano Asiel Babastro, director del video musical «Vuelos» de los cantantes Jenny Díaz-Canel Villanueva y Miguel Díaz-Canel Villanueva, hijos del presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
Babastro estudió en la Universidad de las Artes y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, ambas instancias de estudios fundadas en los años 70 y 80 por el presidente Fidel Castro con el objetivo de impartir de forma gratuita estudios artísticos a los jóvenes de Cuba y el mundo.
Desde 2020, Babastro reside en Miami, y a partir de allí se volcó al discurso mayamero en contra del gobierno cubano, apartando de su línea discursiva todo lo referente al bloqueo impuesto por Estados Unidos desde hace décadas en la isla. Así como Yotuel, que hasta ahora no lleva registro de ningún trabajo musical denunciando el bloqueo estadounidense contra Cuba.
Cabe destacar que Yotuel, aprovechando el trampolín político, anunció una gira en Miami para el mes de agosto, en medio de la demanda por más de un millón de dólares de sus excompañeros del grupo Orishas, Hiram Riverí Medina (El Ruzzo) y Roldán González Rivero. El manager de los artistas, José María Canal, alegó que «lo primero que vamos a hacer es cerrar los contratos con Yotuel porque están viciados».
Estados Unidos en la caja musical
Se recuerda el mensaje de fin de año 2020, tras los acontecimientos de San Isidro, del Encargado de Negocios de Estados Unidos en La Habana, Timothy Zúñiga-Brown, quien afirmaba con un discurso pasivo agresivo que el futuro de Cuba sería favorable, argumentando que «los cubanos disfrutarán plenamente de todos sus derechos como los derechos compartidos de los Derechos Humanos y la democracia».
Zúñiga-Brown fue convocado por la Cancillería de Cuba por su apoyo al Movimiento San Isidro, demostrando cuán involucrados están en los intentos de golpe en Cuba. La Cancillería cubana señaló que el diplomático estuvo en San Isidro, donde su Embajada conocía que se desarrollaba un evento de provocación política y social.
El financiamiento o apoyo logístico no es frontal para este tipo de acciones antigubernamentales, por ello Estados Unidos usa de correas de transmisión con fachadas cívicas y optan por usar sus brazos ejecutores como ONG o fundaciones conectadas con la USAID o la NED.
La escalada estadounidense hacia Cuba por medio de esta franquicia cultural no acaba de crearse, lleva décadas forjándose. El acercamiento de Barack Obama a Cuba, previo a despedirse del Despacho Oval, no fue su jugada final; más bien era el comienzo de una nueva estrategia en la arremetida histórica contra la isla desde el frente cultural y el activismo de calle.
Con los embates del bloqueo contra Cuba más los impactos de la pandemia en la población, la nueva administración estadounidense, los pupilos de Obama, sacan ventaja del escenario para agotar a la población y catalizar el golpe de color en la mayor de las Antillas.