Si en un momento dado, en la guerra de guerrillas, se llega al acoso de las ciudades, a penetrar de tal manera el campo circundante, que puedan establecerse, en condiciones de cierta seguridad, será necesario darles a éstas una educación especial o, mejor dicho, una organización especial.
Es fundamental precisar que nunca puede surgir por sí misma una guerrilla suburbana. Tendrá nacimiento después de que se creen ciertas condiciones necesarias para que pueda subsistir, y esto mismo indica que la guerrilla suburbana estará directamente a las órdenes de jefes situados en otra zona. Por tanto, la función de esta guerrilla no será llevar a cabo acciones independientes, sino de acuerdo con planes estratégicos preconcebidos, de modo tal que su función sea la de secundar la acción de los grupos mayores situados en otra área y contribuir específicamente al éxito de determinada concepción táctica, sin la amplitud operacional que tienen las guerrillas de los otros tipos.
Es decir, una guerrilla suburbana no podrá optar entre tumbar teléfonos o ir a hacer atentados en otro lugar, o sorprender una patrulla de soldados en un camino lejano; hará exactamente lo que se le diga. Si su función es cortar postes de teléfono, tendidos eléctricos, alcantarillados, vías férreas, acueductos, deberá limitarse a cumplir estas funciones a cabalidad.
Su integración numérica no debe pasar de cuatro o cinco hombres. Es importante la limitación del número porque la guerrilla suburbana debe ser considerada como situada en terrenos excepcionalmente desfavorables, donde la vigilancia del enemigo será mucho mayor y las posibilidades de represalias aumentan enormemente, así como las de una delación. Hay que contar con circunstancias agravantes el hecho de que la guerrilla suburbana no puede alejarse mucho de los lugares donde vaya a operar; a la rapidez de acción y a la rapidez de desplazamiento debe unir, sin embargo, un alejamiento relativamente pequeño del lugar de la acción, permaneciendo totalmente oculta durante el día. Es una guerrilla nocturna por excelencia, sin posibilidades de cambiar su manera de operar hasta que el avance de la insurrección sea tan grande que se pueda sitiar la ciudad y tomar participación en ello como combatiente activo.
Cualidades esenciales de este guerrillero deben ser la disciplina, en mayor grado quizás que ninguno, y la discreción. No podrá contarse con más de dos o tres casas amigas que brinden el alimento; es casi seguro que un cerco en esas condiciones equivalga a la muerte; las armas, además no serán de la misma categoría que las de los otros núcleos.
Serán de defensa personal, sólo las que no obstaculicen una huida rápida y un escondite seguro. No deberán tener sino una carabina o una escopeta recortada o dos y los demás miembros, pistolas, como armas óptimas.
Nunca se realizarán hechos armados sino por sorpresa sobre uno o dos miembros de la tropa enemiga o su servicio de confidentes, centralizando la acción en el sabotaje ordenado.
Para esto necesitan un amplio equipo instrumental. El guerrillero tiene que tener sierras adecuadas, grandes cantidades de dinamita, picos y palas, aparatos de trabajo para levantar líneas férreas; en fin, un equipo mecánico adecuado al trabajo que va realizar y escondido en lugares seguros, al alcance fácil de la mano del que lo necesite.
Si hay más de una guerrilla, dependerán todas de un solo jefe, el que ordenará los trabajos necesarios a través de contactos de probada confianza que hagan vida civil. Podrá en ciertos casos el guerrillero mantener su trabajo de épocas de paz, pero esto es muy difícil; prácticamente, la guerrilla suburbana es un grupo de hombres que ya está fuera de la ley, que tiene complexión de ejército, situado en las condiciones tan desfavorables que hemos descrito.
La importancia de una lucha suburbana ha sido muy desestimada, pero es extraordinaria. Un buen trabajo de este tipo, extendido sobre una amplia área, paraliza casi completamente la vida comercial e industrial de ese sector y coloca a la población entera en una situación de intranquilidad, de angustia, de ansias casi del desarrollo de sucesos violentos para salir de esa espera. Si desde el primer momento del inicio de la guerra se piensa en la posibilidad futura y se van organizando especialistas en este tipo de lucha, se garantizará una acción mucho más rápida y por tanto un ahorro de vidas y del precioso tiempo de la nación.