Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
La universidad y su compromiso con los problemas sociales
Camilo Torres Restrepo entiende que la universidad cumple un papel fundamental en la formación del ser humano, desde una perspectiva que coloca a los jóvenes al frente de la conducción de los procesos de transformación de la sociedad, sobre la base esencial de una sólida formación científica y una ineludible postura ética. La universidad ha tenido siempre el papel de formar los dirigentes de un país, tanto desde el punto de vista científico como desde el punto de vista ético.
La formación científica universitaria, para Camilo, consiste en dotar a los futuros profesionales de aquellos conocimientos indispensables para investigar y resolver los problemas específicos de su país, de su sociedad. Considera que no puede hacerse esto de cualquier forma, ni cualquiera puede ser la actitud de ese profesional.
Por eso se preocupa por señalar la fundamentación ética que coloca en dos sentidos distintos: uno, en el que predomina el interés individual del profesional; y otro, en el que se prioriza el interés colectivo, el interés social.
Camilo afirma que la formación del profesional desde el punto de vista ético se da en dos sentidos negativamente, enseñándolos a emplear esa ciencia sin menoscabo de los derechos de los demás; positivamente, dirigiendo sus inquietudes científicas más hacia el servicio del prójimo que al servicio de sí mismo. La opción de Camilo es clara: por un lado, se puede ser un buen profesional y no comprometerse con nada más que consigo mismo, e incluso hacerlo sin erosionar los derechos de los demás; pero para él la postura ética correcta es la de ser un buen profesional y poner sus conocimientos al servicio de la sociedad representada en el prójimo.
Estos planteamientos hechos por Camilo se dan en el contexto de su condición de sacerdote y en su preocupación por cualificar las capellanías universitarias. En razón de eso, pero, además, de su convicción religiosa, no abandona en sus discursos la doctrina de la fe cristiana, lo que no le resta para nada la naturaleza de su compromiso social en crecimiento y cualificación.
Al reflexionar sobre la doble formación que debe tener el profesional en lo científico y en lo ético, Camilo señala que esta doble formación está hondamente arraigada, no solamente en los principios de la revelación, sino también en los de la simple razón natural. Y es tal vez desde este planteamiento que comienza a hacer girar la concepción del amor al prójimo hacia el amor eficaz, y el principio cristiano de la caridad hacia el compromiso social de la solidaridad.
Lo cual en su época y en la maduración de su pensamiento político no resulta fácil hacer, ante una sociedad premoderna y profundamente religiosa. Sin embargo, Camilo tiene la habilidad para ir construyendo el discurso llenándolo de nuevos sentidos y significaciones más transcendentes sin desconocer la realidad en que está inmerso y los límites que esta le impone. Camilo reconoce que por la revelación sabemos que el máximo mandamiento es el de la caridad de Dios y del Prójimo. Sabemos también que es una tentación a Dios el querer lograr un fin sin poner los medios más apropiados para obtenerlo. Ahora bien, la caridad es servicio y el medio más apropiado para servir es la ciencia. La razón natural nos dice que la ciencia tiene que tener como fin al hombre, concebido en toda su realidad. La ciencia no se puede concebir sino como servicio del hombre y de Dios, a través del hombre.
El giro es absolutamente claro en Camilo, la ciencia debe estar al servicio del hombre y eso es lo sagrado. Pero Camilo no se queda ahí, no puede colocarse la ciencia al servicio del hombre de cualquier manera. Él quiere evitar desviaciones y precisar conductas positivas. Por eso ahonda en la disertación afirmando que el servicio del bien común aun a costa del bien individual, no es sincero ni efectivo, si no se tratan de buscar los medios más aptos; el servicio del hombre no puede concebirse sin la ciencia y la técnica.
Camilo es conocedor de las limitaciones que tiene el desarrollo de la ciencia y de la técnica no solo en el país, sino en todo el continente. Sabe que formar científicos y técnicos está precedido de la formación de seres humanos y que existen frente a estas circunstancias unas urgencias inaplazables. Reconoce que, en nuestros países latinoamericanos, en donde la desproporción del desarrollo de los elementos materiales con respecto al desarrollo de los elementos humanos es mayor, la urgencia de la formación humana es más apremiante.
Para Camilo el profesional presta un servicio siempre social. Considera que este servicio no se puede prestar socialmente sino desde una perspectiva ética en la que predomina el interés general sobre el particular. Por eso señala que todo servicio es social ya que supone, por lo menos, de dos individuos. En este sentido la formación ética siempre ha debido ser social y, por lo tanto –aunque no sea sino por esta razón– ha debido ser social siempre la formación científica, ya que no puede haber formación moral sin formación especulativa.
Existe en Camilo una profunda preocupación por el aspecto ético y humanista de la formación profesional porque de ello depende el modelo de dirigente y de sociedad que se construye. Por eso no economiza ningún esfuerzo en afirmar con fuerza que la enseñanza científica de las universidades se ha orientado, a través de los años de acuerdo con las necesidades y las inquietudes de cada época. Esta es la única manera de crear dirigentes que respondan a la vocación histórica que les toca realizar.
Los retos de cada época tienen en Camilo unas prioridades. Por eso señala que los problemas sociales son los que reclaman más insistentemente una solución y los que más inquietan al hombre moderno; la política nacional e internacional se orienta hoy en día de acuerdo con ellos. Las diversas ciencias: medicina, ingeniería, arquitectura, psicología, economía… insisten cada día más en sus incidencias sociales.
Las observaciones de Camilo en su momento demarcan el camino no solo de las necesidades sino de los compromisos y de las obligaciones. Hoy esto resulta ser pertinente y urgente. Camilo observa que el mundo se despierta de un largo letargo individualista para especializarse en la sociedad. Es imposible que la universidad que es la que forma a los dirigentes de los diversos países no los capacite para solucionar adecuadamente los grandes problemas contemporáneos. La universidad traicionaría su misión si formara profesionales, sin interés por el hombre, por la sociedad y por Dios.
Ese interés por el hombre no surge gratuitamente, no sale de la nada, es el resultado de un compromiso de la universidad, de sus estudiantes y de sus profesores en sus procesos de investigación de la realidad. Por esto, Camilo señala que este interés no se logra hoy en día sin mostrar las causas profundas de los problemas humanos actuales y las necesidades sociales que reclaman pronta solución.
Para Camilo el conocimiento adecuado de la realidad no se puede hacer sin investigación científica. En consecuencia, considera que toda acción social está basada, además de su base doctrinal, sobre la investigación positiva de la realidad. Esto significa que las universidades no pueden abstenerse de contemplar el problema de la investigación social. Los problemas sociales son eminentemente concretos; dependen de cada cultura y de cada sociedad.
Para Camilo, la concreción de un problema está definido por su especificidad. Por su parte, la generalidad, si bien contribuye, no resuelve el problema en sus particularidades. Afirma Camilo que el tratar de dar principios sin aplicar a una realidad nacional bien determinada, no sería de mayor aporte para el bien de nuestro país. Es necesario que los profesores de ciencias sociales positivas basen sus cursos en las investigaciones concretas que se hayan hecho.
La preocupación por los problemas sociales, desde la concepción de Camilo Torres Restrepo, demanda una base mínima de altruismo que debe fundarse sobre principios sólidos y alimentarse adecuadamente para que pase a la práctica. Camilo considera desde su concepción religiosa que la mística cristiana, en cuanto basada enteramente en el amor, es la más alta para dar esa dosis de altruismo, y no solamente en un grado mínimo, sino también en el grado heroico que muestra la historia de la Iglesia.
Para Camilo el abordaje de los problemas sociales debe darse desde una doble concepción: por un lado, el compromiso a través de una mística soportada sobre el amor y una mínima y heroica actitud altruista; y por otro lado, el conocimiento racional de los problemas, resultante de la investigación social. Para ello propone en el encuentro de capellanes universitarios en 1957 la creación de un instituto interuniversitario de investigación social que provea de investigaciones e investigadores a las facultades de ciencias sociales del país.