Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
Educación, inconformidad juvenil y compromiso social
Sobre la base de la comprensión de la desigualdad social en los países en desarrollo, resultante de la distribución inequitativa de la riqueza, Camilo arriesga una interesante reflexión sobre la desigualdad en las oportunidades educativas de la población en general. En esa reflexión no solo explicita, sobre cifras para la época, el déficit de cobertura, el ausentismo y el analfabetismo en primaria y bachillerato, sino que además señala desde temprano el crecimiento de la educación privada frente a la educación pública. Sabemos que el nivel de educación es bajo y que, a pesar de que solamente el 12% de los alumnos de primaria están en escuelas privadas, la enseñanza primaria oficial es tan escasa que no contamos con suficientes escuelas para ejercerla. En la enseñanza secundaria encontramos que el 82% está en manos privadas con el consiguiente efecto sobre los precios, ya que por un lado no hay subsidios oficiales para los colegios de secundaria y por el otro es más o menos generalizado el hecho de que estos colegios de secundaria son verdaderamente un negocio y por eso mismo los precios son muy elevados. Esto lo podemos comprobar con la multiplicación de los colegios de secundaria que vienen del dominio privado; si no hubiera verdaderamente un aliciente económico sería muy difícil suponer que existe ese espíritu apostólico en los empresarios escolares en forma tan generalizada.
Para Camilo no es menos grave la situación del ingreso a la universidad, sabe que de los estudiantes que se presentan a las universidades públicas, nacionales, departamentales o municipales, solo ingresa una pequeña proporción y que los otros tienen que irse, si pueden y tienen con que, hacia las universidades privadas, y que muchos de ellos no logran terminar sus estudios profesionales.
Por ello, Camilo considera que en un país como el nuestro, dentro de la estructura general de la institución educativa, los universitarios son verdaderamente una clase privilegiada, si no desde el punto de vista económico, sí desde el punto de vista cultural. Este es el primer hecho que tenemos que anotar: Los universitarios son una clase privilegiada.
La postura de Camilo es absolutamente clara, el privilegio que gozan los estudiantes universitarios es el de la cultura, y ese privilegio les da no solamente una condición especial, sino una responsabilidad mayor con los problemas de su país. Nadie como ellos, evolucionando como profesionales, comprometidos, científicos y altruistas, tiene el deber moral y ético de contribuir a elevar el nivel de vida de la población y generar los procesos de Un desarrollo que se construye sobre la igualdad y la distribución equitativa de la riqueza. Sin embargo, eso no siempre es así, y Camilo lo sabe. El compromiso y la inconformidad no se dan de manera natural y muchos profesionales se acomodan a un mundo que le ofrece privilegios a cambio de renunciar a confrontarlo. Camilo advierte que los grados de conformismo están directamente relacionados con dos factores: con el compromiso con las estructuras vigentes y con la conciencia que se tenga de las deficiencias de esas estructuras. La conciencia del cambio social está en una correlación estrecha con el nivel educacional.
Pese a lo anterior, Camilo es consciente de que la mayoría de los profesionales son burócratas que están comprometidos con las estructuras vigentes y dependen de esas estructuras para vivir ya sea por su empleo o por su servicio profesional. De manera que cuando se supera el nivel cultural, cuando se logra la conciencia social gracias a una educación mayor, comienza a surgir el fenómeno del conformismo. El conformismo con las actuales estructuras está condicionado por el grado de dependencia de ellas para poder subsistir, para poder desarrollarse.
La relación entre inconformidad juvenil y el compromiso social es uno de los temas abordados con mayor interés por Camilo cuando revisa lo que ha sido a través del tiempo el comportamiento de los estudiantes al respecto. Esto le permite tipificar unos modelos que muestran cómo se trasforman en el tiempo los roles que desempeñan los jóvenes desde el ingreso hasta el momento en que salen de la universidad con sus respectivos títulos. Comienza señalando que la condición privilegiada de ese reducido grupo de estudiantes que ingresa a la universidad pública tiene la particularidad de poseer un nivel alto de educación y probablemente un nivel alto de inconformismo, debido a que estos aún no están comprometidos con las estructuras vigentes. Sin embargo, señala que el fenómeno del inconformismo de los universitarios varía más o menos a lo largo de
los años de estudio. Si hacemos un gráfico con los grados de inconformismo, podríamos ver una curva donde hay poco al principio de la carrera, porque todavía no se han adquirido muchos conceptos y no se ha entrado en el ambiente inconformista universitario. Ya en el segundo año comienza a entrarse más, se coge más confianza en el ambiente y hay más adaptación. En el tercer año es probablemente el de más anticonformismo, para después declinar algo porque el individuo comienza a volverse menos absoluto en sus juicios, menos decidido, pero principalmente porque en los últimos años aparece la preocupación de inserción en las estructuras vigentes. Para Camilo la inconformidad en la mayoría de jóvenes es solamente temporal y se produce especialmente dentro del ámbito universitario. Pero no hace de esa afirmación una generalidad, sino que señala que hay muchos universitarios que adquieren un anticonformismo y lo sostienen durante su vida profesional.
Cuando Camilo denomina de manera prudente el anticonformismo, a lo que está haciendo relación realmente es al grado de rebeldía y compromiso social que suelen tener los estudiantes durante su ciclo de formación profesional. Camilo considera que ese fenómeno es necesario estudiarlo con mayor detenimiento para establecer una tipología de los comportamientos estudiantiles y de los niveles de madurez y compromiso real con los problemas y conflictos sociales. Camilo dice: creemos que debemos tratar de estudiar un poco más el anticonformismo y para eso dividirlo en tres clases generales: el anticonformismo utópico, el anticonformismo por frustración y anticonformismo científico.
Permítaseme, desde el pensamiento de Camilo Torres Restrepo, hacer un giro en la denominación de estas tres clasificaciones, sosteniendo el contenido dado por Camilo a estas, pero suplantando el término de anticonformismo por rebeldía, lo que en la práctica se transformaría para su caracterización en: Rebeldía Utópica, Rebeldía por Frustración y Rebeldía Científica. Para Camilo la mayoría de universitarios militan en un modelo de rebeldía que se mueve entre la utopía y la frustración y solamente una minoría tiene una Rebeldía Científica.
La Rebeldía Utópica consiste en saber que hay que hacer algo por los demás porque la situación muestra una realidad difícil; pero se carece del conocimiento y los fundamentos científicos que permitan entender la razón de esa situación y solamente se es llevado por un humanismo silvestre, cristiano si se quiere. Surge un modelo de rebeldía que expresa la necesidad de cambiar las cosas que se saben existen porque se ven, pero se desconoce de esas realidades las causas profundas y estructurales que las generan. Desde los estudios hechos sobre el anticonformismo de los estudiantes de la Universidad Nacional, Camilo señala que había descontento, había inconformismo, había que hacer algo por los demás, pero era una cosa bastante utópica porque no tenía las bases científicas necesarias.
Si a esas personas se les preguntaba cómo está repartido el ingreso nacional, cómo se puede salir del subdesarrollo, qué es el subdesarrollo, qué corrientes sociales existen en nuestro país, cómo está la repartición de la tierra. No lo sabrían.
Según Camilo, estos serían rebeldes un poco por instinto, pero sin bases científicas. Los cuales no sabrían que su inconformismo en un país como el nuestro se puede sustentar con la ciencia y con la técnica y que, si profundizamos en cada una de las ramas, en la sanitaria, en la producción agropecuaria o en cualquier otra, vemos los efectos estructurales que imponen un cambio y que ese deseo de cambio es el verdadero anticonformismo.
Para Camilo, la Rebeldía Utópica, el anticonformismo utópico es inconformismo sentimental de solidaridad humana, de altruismo, de generosidad juvenil, pero no está sustentado con estudios y conocimientos que nos muestren que el anticonformismo es solamente una cosa bonita, bien vista en la universidad, sino que es una cosa necesaria en un país que necesita transformaciones radicales de estructura.
El otro modelo es la Rebeldía por Frustración. El cual se presenta por las condiciones en que muchos estudiantes tienen que vivir. Hay muchos estudiantes que tienen dificultades de vivienda, alimentación, para comprar libros… Esto en un ambiente de ciudad en donde hay tantos contrastes, en donde encontramos elementos de cultura rural como en muchos barrios suburbanos de Bogotá y muchos elementos de la más alta civilización industrial, lo que realmente produce es una cierta amargura, una frustración en muchos estudiantes, que se revela por medio de ese anticonformismo, que es muchas veces irracional. La rebeldía por frustración es un poco más realista que la utópica, por lo menos tiene las bases reales de la vida personal, sin embargo, es de carácter más emocional que racional.
Para Camilo estas dos clases de rebeldía, la Utópica y la de Frustración, se atribuyen el hecho de que la mayoría de los estudiantes pierde el anticonformismo en el momento en que entran en juego factores emocionales o intereses personales que los inducen a ser conformistas. Cuando empiezan a ver la necesidad de un empleo, la urgencia de encontrar una fuente de trabajo, de alcanzar prestigio, cuando ya tienen un título universitario en la mano. El anticonformismo utópico desaparece en la mayoría de los casos. Cuando el individuo encuentra que ya esos obstáculos se han superado y alcanza una cierta capacidad económica gracias a que es un profesional, desaparece el anticonformismo de frustración. Por esta razón los profesionales son un elemento de cambio mucho menos activo que los universitarios. Estos constituyen factores efímeros porque su anticonformismo está basado en sentimientos o en frustración personal, no en un conocimiento auténtico de la realidad colombiana.
Camilo no ve otra opción para canalizar la inconformidad juvenil que el desarrollo de una propuesta de formación que genere rebeldía o inconformidad, producida por el conocimiento profundo de la realidad social, económica y política de la nación a la luz del conocimiento científico y de la investigación social. Para él, es el conocimiento de las causas profundas de la desigualdad y la exclusión el que genera un auténtico e irrenunciable compromiso con la transformación de la realidad y de la sociedad. Por eso señala que la universidad debe estructurar un anticonformismo (una rebeldía) científica dentro de los estudiantes.
Camilo considera que toda la orientación universitaria colombiana, la de los países subdesarrollados y de los países latinoamericanos, debería estar impregnada de la realidad nacional. Se habla ya, como un lugar común, de que la universidad está de espaldas al país, en primer lugar, académicamente; es lógico que en un país en desarrollo muchísimos elementos sean foráneos; tenemos textos de estudio generalmente escritos fuera del país, muchos profesores graduados en el exterior con lo que se corre el riesgo de estar formando profesionales que no sean para Colombia.
Esta percepción de Camilo merece una reflexión que apunte al tema de la pertinencia no solo de los programas de estudio, sino de los enfoques con que se forman a los profesionales fuera y dentro del país.
Camilo no se queda en la crítica al modelo de formación y de universidad, por el contrario, acuña una verdad elemental en relación con el impulso de correctivos a la formación universitaria, sobre la base del trabajo de investigación del conocimiento de la realidad y las necesidades del país. Camilo afirma que con un correctivo como la investigación podríamos realmente lograr la adaptación de todas las cátedras a la realidad nacional. Si logramos que todos los profesores de la Universidad Nacional investigaran, sus cátedras no fueran solamente producción de manuales o de teorías, sino, la elaboración de una nueva ciencia basada en la investigación de los problemas y las necesidades del país; tendríamos un nivel de orientación académica fundamentalmente adaptado a las realidades nacionales.
Para Camilo la universidad tiene la responsabilidad de conectar la ciencia con las realidades nacionales por medio de la investigación, sin despreciar los aportes de la cultura universal en una xenofobia irracional.
El llamado que hace Camilo es a cualificar la rebeldía universitaria dándole un componente racional y científico que obligue a ponderar el compromiso con el conocimiento de la realidad y su transformación. Es claro que Camilo reclama desde la inconformidad científica de los estudiantes un nuevo modelo de liderazgo que se exprese desde el conocimiento racional y científico de los problemas, y que haga a un lado el sentimentalismo utópico y la frustración.
En la coyuntura por la que atraviesa la educación superior es de primera urgencia para la Mane tomar en consideración estas reflexiones de Camilo que hacen parte de su pensamiento vivo. Las discusiones sobre organización, representación y vocerías que se adelantan deberían reflexionar sobre estas ideas, en un periodo en que el país espera ver florecer la inteligencia de sus jóvenes rebeldes en propuestas concretas y pertinentes para la formulación de la política pública en educación superior.