El año 2021, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Perú conmemoran el bicentenario de su “emancipación” de la Corona española. El 15 de septiembre de 1821 fue el día histórico de la firma del “Acta de la Independencia” en el caso de los países centroamericanos y México. Perú, lo hizo el 28 de Julio de 1821.
En el caso de Centroamérica fue un acto “amistoso” de transferencia de mando hereditario de españoles a criollos. En el caso de Perú, hubo guerra donde elites militares de españoles y criollos empujaron a los aborígenes a matarse entre sí en nombre de una “libertad que nunca les llegó”.
En estos países, el bicentenario activa diferentes emociones y razones en sus habitantes, muy a pesar del esfuerzo de “ciudadanización” que los respectivos estados realizaron por dos siglos.
El bicentenario, para las élites económicas, políticas, militares, religiosos, incluso indígenas, significa independencia. Para los pueblos originarios, afros, campesinos…, significa dos siglos de colonialismo interno.
Guatemala y El Salvador, 15 de Septiembre con protestas y sentimientos encontrados
En El Salvador, país geográficamente más pequeño de Centroamérica, bajo el gobierno de un millennials ttwitero como es el Presidente Nayib Bukele, la gente salió a las calles a protestar contra lo que consideran la imposición de la moneda bitcóin y en defensa del “orden democrático” de la República que “corre serio riesgo por las inconstitucionales intenciones reeleccionistas de Bukule…”
En el caso de Guatemala, país multicultural, con cerca del 50% del total de su población indígena/originaria, el 15 de septiembre estuvo disputado entre cuatro actores activos y visibles en las redes sociodigitales y en las calles: conservadores, restauradores, destituyentes y constituyentes.
Los conservadores, desde las instituciones públicas que controlan y desde sus medios de (des)información masiva que poseen, reiteraron discursos y jolgorios sobre la gesta libertaria bicentenaria. Los restauradores, o liberales cuestionados (al igual que conservadores) por sus sistemáticos actos de corrupción, discursearon la “soberanía bicentenaria” en su intento de repeler el “control social” y/o la supuesta amenaza de “represalias gringas por corruptos”.
Desde las calles, plazas y redes sociales también estuvieron muy activos los movimientos destituyentes (que exigen la renuncia del actual gobernante y de la Fiscal General) y constituyentes (que plantean la convocatoria a un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para crear el Estado Plurinacional).
Los destituyentes, en su gran mayoría, integrado por actores de ONG, organizaciones indígenas (denominados ancestrales), y otros núcleos urbanos de niveles medio populares. Estos actores aspiran a la restuaración del “orden institucional republicano”, ahora, cooptado por el pacto de corruptos”.
Los actores constituyentes, en su gran mayoría nucleados en el movimiento sociopolítico CODECA, ocuparon las calles y plazas de 18 ciudades del país protestando contra lo que denominan “bicentenario criollo” y proponiendo la convocatoria a un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional que desde hace una década atrás vienen impulsando desde las comunidades rurales, incluso contra el silencio/invisibilización intencional de la prensa corporativa, incluido de las llamadas alternativas.
Retos de los países bicentenarios, pero milenarios
México, en buena medida, recuerda o celebra su bicentenario sin mayor efervescencia social gracias a las esperanzas que el actual gobernante Andrés Manuel López Obrador le inyecta desde el Ejecutivo. Pero, el colonialismo interno bicentenario que padecen los pueblos originarios en este país continúa vigente, y los pueblos aún esperan la llegada del gran día de su emancipación como pueblos.
En el caso del bicentenario Perú, de igual forma. La efervescencia de protestas sociales contra el “bicentenario” se apaciguó gracias a la presencia histórica del primer Presidente Campesino, Pedro Castillo, y de su Primer Ministro Quechua, Guido Bellido. Pero, al igual que en el resto de los países bicentenarios de la región, los pueblos originarios y campesinos continúan en condición de colonizados, obligados a peruanizarse para ser admitidos como ciudadanos.
En Centroamérica, donde Guatemala marca la diferencia por su población mayoritaria indígena originaria, la situación de colonización de los pueblos continúa vigente, y recargada en esta fase neoliberal.
Quizás Nicaragua sea la excepción, país donde cerca del 30% de las tierras del país se encuentra bajo propiedad colectiva de los pueblos originarios de ese país. Pero, en países como Guatemala u Honduras, los pueblos de origen milenario subsisten en situaciones de abandono peores que las de los ganados o plantaciones de las élites bicentenarias.
Por donde se mire, mientras países como Palestina o Saharaui lucha por su añorada independencia, los pueblos de los bicentenarios estados naciones de Abya Yala repudian las respectivas “independencias bicentenarias” porque son países independientes colonizados y colonizadores de los pueblos originarios.