Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
El pensamiento de Camilo y el camilismo
La obra escrita de Camilo Torres Restrepo no es muy extensa, se reduce a sus estudios e investigaciones sociológicas, a la producción de sus opiniones políticas y a los mensajes que dejó a la sociedad colombiana una vez se produjo su incorporación a la guerrilla. No obstante, se encuentra en ella un conjunto de ideas-fuerza que se quedaron esbozadas y que constituyen en lo esencial el pensamiento de Camilo; su forma de ver y leer el momento histórico y político que le correspondió vivir.
Estas ideas están a la espera de que una corriente de pensadores críticos y de intelectuales comprometidos les dé el desarrollo que deben alcanzar para responder adecuadamente a los requerimientos políticos e ideológicos de la era de la globalización y del desarrollo del capitalismo neoliberal. Ese ejercicio acompañado de una práctica política transformadora es en lo esencial lo que constituye el camilismo.
Dos ejemplos del desarrollo del pensamiento de Camilo hecho camilismo lo fundan los trabajos intelectuales y el compromiso político de Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna; en relación con el concepto de lo popular como fuerza liberadora y compromiso transformador; en la propuesta de la investigación acción participativa (IAP); y en el desarrollo de la investigación critico-social y el Humanismo como fundamento de la práctica trasformadora y revolucionaria.
No obstante, otros autores siguen el camino de recrear y resignificar el pensamiento de Camilo para hacer notar su vigencia en una época transformada históricamente, que contiene aún los problemas estructurales de la nación contra los cuales luchó Camilo.
Algunos de ellos son el padre Javier Giraldo, en la relación entre religión y compromiso, el sacerdote Germán Zavala, los pensadores Raúl Ahumada, Francisco Trujillo, Leonor Becerra y Tila Uribe, en educación popular, entre otros.
Existe un grupo de voceadores del pensamiento de Camilo que se atribuye sin contenido ni práctica renovadora, sin ningún tipo de aporte significativo a los contextos en que desarrollan sus vidas, el mote de “camilistas”; en una militancia más nominal que dialéctica, más dogmática que unitaria. También existe un grupo de seguidores de Camilo que encarna el sentido de su pensamiento político y unitario y trabaja en silencio en los procesos de educación popular, organización, movilización y lucha política, desde una práctica social revestida de amor eficaz.
Es necesario nutrirse de la multidimensionalidad que se le ha dado a Camilo —de lo esencial de su obra y de su vida como ser humano, sacerdote, sociólogo y político—; de su producción académica, su trabajo social y comunitario y su compromiso político. Hacerlo de manera hermenéutica y heurística, esto es, revistiendo sus ideas de nuevos significados, de manera que los textos se expliquen desde nuevos contextos creativamente.
La sociedad de Camilo ya no está en el Frente Nacional, el país se ha transformado de manera significativa, se ha modernizado y desarrollado económicamente en un universo de inequidades y desigualdades abrumadoras que hay que confrontar. Se han producido aperturas políticas que posibilitan, con las limitaciones que se quiera atribuirles, los escenarios de participación que fueron clausurados por ese régimen de transición, unidos a vigorosas e innovadoras formas de movilización social de nuevos actores y nuevas ciudadanías que han adquirido identidad. Se reconocen los derechos de estos nuevos actores y se movilizan por sus agendas reivindicativas; desde luego que también han surgido nuevas y sofisticadas formas de estigmatización, persecución y represión que deben ser confrontadas con inteligencia y movilización social, con decisión y solidaridad.
Lo peor que nos podría pasar es lo que está pasando, que una generación de jóvenes que se acerca a las ideas de Camilo y que debía llenarlas de los contenidos de su época y de las necesidades de su lucha, se haya convertido en grupos beatificados y dogmáticos que detrás del discurso de la unidad y del amor eficaz construyen sus odios y sus resentimientos contra otras formas de organización política y maneras de ver el mundo. No desconozco sus entusiasmos y sus vitalidades, que constituyen fortalezas y acumulados esenciales para emprender el tránsito que las nuevas generaciones deben hacer de su tiempo hacia un tiempo mejor; pero deben subvertir sus obediencias para abandonar su condición temporal de líderes y convertirse en auténticos dirigentes políticos.
Quisiera encontrar la fuerza en las palabras para que se hicieran entendimiento en las “subversivas” mentalidades juveniles, con el propósito de que entiendan que la primera, vital y única revolución posible es la que puedan hacer en el territorio de sus individualidades, en el camino de contribuir de la manera más inteligente y comprometida con las transformaciones reformistas y estructurales que se requieren en el país para el beneficio de los más humildes y necesitados. No se trata de renunciar a la utopía, sino de construirla en el día a día desde la objetividad de nuestras propias posibilidades y en el marco de una acumulación estratégica de unidad para el bienestar y el buen vivir.
El camilismo está necesitado de militancias creativas que ayuden a fortalecer el pensamiento de Camilo reinventándolo en su contenido histórico para que responda desde su esencia a las urgencias del tiempo presente. Eso fue lo que hizo en su momento Fals Borda al construir una herramienta metodológica para colocarla al servicio de los procesos de comprensión y transformación de nuestras realidades. De igual forma se comportó el maestro Umaña Luna al explorar el sentido de lo humano y el humanismo de Camilo como una manera transcendente de existir en lo social y en lo histórico. Resulta necesario y urgente retroalimentar el sentido de las ideas de Camilo, hacer nuevas y vigorosas lecturas en contextos explicativos más complejos. Se requiere de un pensamiento capaz de moverse en el universo de retos que nos pone al frente la globalización y el capitalismo neoliberal, las lógicas del capitalismo de Estado y las nuevas y complejas realidades de las democracias alternativas de América Latina.
No sé qué tanto se ha engordado cada idea de Camilo para dar origen al camilismo. No sé cuántas lecturas hermenéuticas y creativas se han hecho de sus mensajes, para mantenerlos vigentes y hacerlos fluir en los imaginarios de las clases populares. No sé cuál trabajo de fundamentación epistemológica se ha hecho del “paquetico” de categorías esenciales con las que Camilo construyó su forma de ver y comprometerse con el mundo de su época. Lo que sí sé es que es muy poco lo que se ha avanzado en materia de unir, organizar y movilizar a las clases populares y menos aún de hacer del amor eficaz el fundamento de la unidad social y política del pensamiento crítico y la práctica alternativa que construye los cambios; esto es en el camino de hacer efectiva la vocación de poder que atraviesa todo el pensamiento de Camilo y que lo llevó a los mayores compromisos y sacrificios.
Intersstnte artículo, gracias Rosalba.
Gracias por leer y dinfundir