Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
El concepto de unidad en Camilo Torres Restrepo
Camilo va construyendo en la práctica y desde sus propias percepciones y necesidades una serie de conceptos y enfoques que constituyen la base esencial de su herencia política e ideológica.
El orden de los acontecimientos y las premuras del momento no le dan mucho espacio para hacer grandes desarrollos de sus ideas esenciales. Lo que no implica que no sienta la necesidad de desarrollar lo que apenas queda esbozado en los discursos y conferencias que realiza a lo largo del país, y que no aprovechara las reuniones con su equipo para dar fortaleza a sus ideas en espacios de formación y trabajo organizativo.
El concepto de la unidad de los sectores revolucionarios y populares es centro esencial de las preocupaciones de Camilo, porque sus relacionamientos con las distintas organizaciones lo fueron enfrentando a una realidad que estaba lejos de ser la deseada para un proceso revolucionario como el que pretendía impulsar y con el que quería comprometerse.
No son pocas las críticas cortantes que Camilo formula a los grupismos y al comportamiento de las dirigencias de la izquierda en la definición de las rutas de unidad. Es de allí, y de su permanente preocupación por la suma de voluntades y de acciones, que surgen los enunciados que son base esencial su concepción de unidad. Al respecto resultan contundentes afirmaciones como: tenemos nosotros que lograr la unión revolucionaria por encima de las ideologías que nos separan. Los colombianos hemos sido muy dados a las discusiones filosóficas y a las divergencias especulativas. Nos perdemos en discusiones que, aunque desde el punto de vista teórico son muy valiosas, en las condiciones actuales del país, resultan completamente bizantinas2.
Pero no solo las ideologías preocupan a Camilo, también el comportamiento de las organizaciones. Considera necesario superar las formas de la existencia orgánica de los partidos y movimientos de izquierda, lo que lo lleva a afirmar de manera terminante: necesitamos la unión por encima de los grupos, y a señalar con una vigencia que se extiende al presente: es lastimoso el espectáculo que da la izquierda colombiana. Los dirigentes de los diferentes grupos progresistas, muchas veces, ponen más énfasis en las peleas que tienen entre sí que en su lucha contra la clase dirigente. La línea soviética del partido comunista ataca más a la línea china, la línea blanda del mrl a la línea dura, el moec al FUAR, de lo que cada uno de esos grupos ataca a la oligarquía.
Si bien la situación no es fácil para Camilo en la construcción de su momento histórico, sí va heredando afirmaciones que constituyen la esencia de su pensamiento en torno a la unidad; en el sentido que, más allá del voluntarismo unitario y del romanticismo revolucionario, la unidad debe construirse en torno a objetivos claros a los cuales se circunscriban las acciones políticas resultantes de la confluencia de fuerzas. Camilo afirma: necesitamos algunas condiciones indispensables para realizar la unión, no podemos unirnos a base de ilusiones vagas. Ante todo, necesitamos objetivos nacionales que encaucen nuestra energía y la de todo el pueblo colombiano.
Los esfuerzos unitarios en los que se empeña Camilo chocan con una izquierda dogmática, sectaria y grupista, que lo obligaba a profundizar la argumentación en la elaboración de enunciados que más que conceptos y teorías, que reflexiones filosóficas, se hagan praxis transformadora. Camilo afirma que: nos ponemos a discutir sobre si el alma es mortal o inmortal y dejamos sin resolver un punto en que sí estamos todos de acuerdo y es que la miseria sí es mortal.
En Camilo, hay un pragmatismo absoluto que lo conduce a señalar la práctica como criterio de unidad y de verdad. Como lo advierte: hay puntos elementales indicados por la técnica social y económica que no tienen implicaciones filosóficas sobre los cuales, los que buscamos una auténtica renovación del país, podemos ponernos de acuerdo, prescindiendo de las diferentes ideologías, no en nuestra vida personal, pero sí en nuestra lucha revolucionaria inmediata. Los problemas ideológicos los resolveremos después de que triunfe la revolución.
No obstante, contrario a lo que pudiera pensarse, frente al grotesco espectáculo de una izquierda divida en grupúsculos sectarios, Camilo considera que eso no puede mirarse en negativo y que es necesario sobre esa realidad hacer valoraciones que fortalezcan los procesos unitarios. Reconoce que es necesario que asumamos una actitud rotundamente positiva ante todos los grupos revolucionarios, aceptando todo lo que sea revolucionado, venga de donde viniere. No resulta menor la preocupación de Camilo por el papel que juegan las ambiciones personales. Él señala la necesidad de construir la Unión por encima de ellas.
Las circunstancias históricas no parecen haber variado mucho en los procesos unitarios que existen en nuestro país y en las prácticas de nuestras izquierdas. En los nuevos contextos de la lucha política, el pensamiento de Camilo se mantiene vivo y adquiere mayor vigor, en particular, en cuanto a hacer a un lado lo que divide y colocar al frente lo que unifica y posibilita una mayor y más fuerte movilización política.
Camilo considera que la unidad, para ser auténtica fuerza de renovación y transformación social, requiere de condiciones mínimas, dadas esencialmente por una plataforma de lucha y por una confianza sentida en la capacidad trasformadora del pueblo. Afirma que ante todo necesitamos objetivos nacionales que encaucen nuestras energías y las energías de todo el pueblo colombiano. Hemos venido elaborando y planteando una plataforma que resume los objetivos a largo plazo de una acción revolucionaria. Solamente la dinámica de los hechos impondrá la unión y estos hechos los tendrá que realizar la masa. En el pueblo existen necesidades comunes, sufrimientos comunes, aspiraciones comunes. Por eso será, en última instancia, el pueblo el que nos enseñará cómo debemos realizar la unión.
Sin embargo, Camilo no es ingenuo, sabe que ese pueblo requiere ser educado-concientizado, para que su conformismo se transforme, para que el estado de alienación y de sometimiento se supere. Entiende que eso no se da de manera espontánea, sino que requiere de una fuerza social que ayude a que se produzcan los cambios de mentalidad. Por eso, convoca a estudiantes y a profesionales, a líderes y dirigentes políticos y sociales a trabajar en el cambio de la cultura política que mantiene sometido al pueblo.
Reconoce que nosotros debemos reconstruir la confianza que el pueblo debe tener en sí mismo. Debemos ayudarlo a que encuentre seguridad en la acción, por pequeños triunfos de acción colectiva al principio que, poco a poco, se convertirán en acciones cada vez de mayor trascendencia. Así, nuestro pueblo adquirirá una actitud activa ante sus propios problemas, condición indispensable para poderlos resolver por sí mismo.
Si bien concientizar y movilizar al pueblo se constituye en una exigencia, para Camilo no es suficiente. Los cambios, su protección y continuidad, están garantizados única y exclusivamente por las posibilidades de organización política que tengan las comunidades.
Entiende que se necesita la organización, organización que supone planificación, liderazgo, coordinación, control. La conciencia, actividad y organización que nosotros debemos promover en la clase popular nos exigen tener unidad de conciencia, unidad de actividad y unidad de organización entre nosotros mismos. Las rencillas de grupos y los personalismos desconciertan a esa masa. Este desconcierto que esteriliza la lucha debe ser para nosotros el más poderoso acicate para buscar la unión y no traicionar a nuestro pueblo y a nuestra misión histórica.
La difícil ruta del Frente Unido Camilo, a partir de 1963, ha alcanzado los acumulados y las experiencias de vida que lo llevan a transitar por momentos en que empieza a definir su posición política y a comprometerse con la construcción de un movimiento de unidad popular. En el cual tuviesen cabida los militantes de las organizaciones políticas existentes en ese periodo de la historia de Colombia, pero sobre todo los inconformes con las condiciones de vida del país, que, por no militar en ninguna organización, él llamaba los “no alineados”, pero que en la práctica no eran otra cosa que los sin partido.
Las condiciones en que Camilo fue levantando el movimiento que habría de constituirse en el Frente Unido, estuvieron rodeadas de dificultades permanentes. En el corto plazo de cuatro meses, Camilo madura su pensamiento político unitario, se definen sus puntos de vista y su práctica social transformadora.
Las confrontaciones permanentes con las jerarquías de la Iglesia, las ofensivas de la prensa, la actitud de los intelectuales de los partidos de izquierda y de sus militantes fueron tornando prácticamente imposible el ideal de Camilo de unidad popular y lo fueron conduciendo poco a poco, unas veces por voluntad propia, otras por el orden y gravedad de los acontecimientos, a su vinculación definitiva a la guerrilla del eln.
Desde finales de 1964, Camilo propone construir una plataforma de unidad, sobre la base de su propio estudio de la realidad colombiana, que le permitiera dar impulso a un movimiento político capaz de imprimirle al país una dinámica distinta y conduce a los sectores populares al ejercicio del poder. Para tal fin, Camilo se reúne con dirigentes políticos y gremiales progresistas, intelectuales y profesionales inconformes, con capacidad de elaborar un estudio riguroso sobre los más apremiantes problemas nacionales.
A pesar de que las comisiones de trabajo se establecieron y se estuvo de acuerdo con la necesidad del estudio, febrero de 1965 llegó sin que se concretaran los informes. Camilo se decide entonces por estructurar un material de trabajo, a manera de plataforma, con el objetivo de constituirlo en el punto de partida de una discusión que arroje como resultado una reacción general a través de la cual se depure un conjunto de ideas capaces de convocar la unidad nacional.
Terminado el documento, Camilo lo da a conocer a los dirigentes y activistas políticos con los que mantiene relaciones, despertando efectivamente con su lectura las más disímiles reacciones; desde los que lo consideran demasiado inconsistente, hasta aquellos que lo ven como una propuesta extremista. El documento va adquiriendo en medio de la discusión nuevos elementos, pero lejos de constituirse en una declaración más amplia se hace más beligerante y radical.
Es necesario ponderar los esfuerzos de unidad de la izquierda, los sectores democráticos y populares del país en torno al Frente Unido, en el marco de las particulares condiciones en que se están desarrollando los conflictos sociales y políticos en el país en la mitad de la década de los sesenta y en el desarrollo de las lógicas políticas del Frente Nacional. El pensamiento y la práctica política de Camilo se corresponden a las urgencias de su época y desde esas circunstancias sus ideas constituyen un reflejo de la situación en una perspectiva que busca proyectarse en el tiempo, pero que está determinada por las necesidades del momento político.
La convocatoria a todas las fuerzas sociales, populares, políticas, de izquierda y democráticas, a los “no alineados”, para la creación del Frente Unido, despertó en sectores importantes de la población entusiasmo que se transformó en acompañamientos y trabajo organizativo. Pero igualmente, se encontró con resistencias propias de una cultura política acostumbrada a ganar reconocimiento en la degradación permanente del adversario y en la crítica de oficio.
El 12 de marzo de 1965, Camilo da a conocer lo que se constituyó como plataforma del Frente Unido. El documento está dirigido a todos los colombianos, a las clases populares y medias, a las organizaciones de acción comunal, a los sindicatos, a las cooperativas, a las ligas campesinas, a las organizaciones obreras e indígenas, a todos los inconformes, hombres y mujeres, a la juventud, a todos los “no alineados” en los partidos políticos tradicionales y a los nuevos partidos. La plataforma está constituida por motivos que explican su razón de ser en el marco de la lucha política que se desarrolla, y por objetivos programáticos que abordan temas de central interés para el país y en particular para los sectores populares.
En relación con los motivos, la plataforma señala la necesidad de que la política se oriente al beneficio de las mayorías y que eso solo es posible si esas mayorías acceden al poder, porque las minorías que detentan el poder político y económico no van a colocarse en contra de sus propios intereses y no van a formular una política que en detrimento de ellas favorezca a los sectores populares. Desde esta percepción de las relaciones de conflicto y poder, el documento proyecta el concepto de poder popular; en la medida en que señala abiertamente que en las circunstancias en que se ejerce el poder en el país, se hace indispensable un cambio de la estructura del poder político para que las mayorías organizadas produzcan las decisiones. Pero para ello se requiere de un poder social capaz de darle base a un nuevo poder político, que no existe en el país. Por tanto, se requiere su pronta formación.
Esa nueva organización política, que la constituiría el Frente Unido, se concibe de carácter pluralista, pues no de otra forma podría intentar ser expresión de la unidad de los nuevos partidos, de los sectores inconformes de los partidos tradicionales, de las organizaciones no políticas, y en general de los sectores sociales y populares.
Dicha organización debía contar con una planeación técnica y constituirse alrededor de principios de acción más que alrededor de un líder para evitar el peligro de las camarillas, de la demagogia y del personalismo.
En relación con los objetivos programáticos, lo que debía terminar llamándose Frente Unido de los Movimientos Populares desarrollaría su lucha en torno a los siguientes campos de acción:
1.Reforma agraria: toca el tema de la propiedad y uso de la tierra. La producción cooperativa y comunitaria debería contar con asistencia técnica y crédito, para superar la producción de subsistencia hacia la producción comercial.
Aspectos todos sin resolver aún y materia de discusión en un nuevo contexto económico y político en la mesa de conversaciones para la solución política del conflicto armado en el país.
2. Reforma urbana: proyectada de manera sencilla para garantizar el derecho a la vivienda y a los servicios públicos, el uso racional y público del suelo urbano y la acción interinstitucional, coherente y coordinada, de agencias e instituciones encargadas de promover el desarrollo urbano.
3. Reforma de la empresa privada: en la que se plantea una discusión muy interesante sobre la posibilidad de un modelo de propiedad de los medios de producción que convoca la participación de los trabajadores y el desarrollo de un sindicalismo libre. Hoy esa discusión se traslada a la crítica situación del trabajo vivo, el desempleo y el estancamiento del desarrollo industrial ante el avance de las economías extractivas. Así como al cooperativismo en el marco de las economías solidarias y de una política de Estado capaz de fortalecer e institucionalizar los esfuerzos realizados en los ámbitos de la producción, el mercadeo y los servicios de los sectores populares y de los trabajadores.
4. La acción comunal: pensada en la perspectiva de la ampliación y profundización de la democracia en lo local urbano-rural.
5. Desarrollo comercial: la plataforma se plantea una política de planeación de carácter proteccionista que favorezca las exportaciones y controle las importaciones, que contribuya al desarrollo económico nacional y a la integración latinoamericana. Todos aspectos fundamentales en el contexto de un modelo económico pensado en el fortalecimiento y desarrollo de sus propias capacidades productivas.
6. Política tributaria: la propuesta busca la mayor equidad posible y la generación de un régimen de contribución forzada. Política monetaria: la plataforma señala la necesidad de racionalizar y dirigir la emisión de moneda, y de defender el patrón de cambio.
8. Nacionalizaciones: busca controlar sectores y escenarios como la banca, la salud, la educación, la distribución de los medicamentos, los medios de trasporte, los medios de comunicación y los recursos naturales y energéticos colocándolos al servicio del interés común. Resulta interesante el hecho que el movimiento no se opone a la inversión extranjera pero establece con toda claridad las condiciones en que se deben hacer las concesiones, en lo esencial en el sector petrolero, fijando como beneficio para estas solo el 20%, lo que resulta visionario frente a lo que ocurre en materia de hidrocarburos hoy en la Bolivia de Evo, que solo reconoce utilidades del 18% sobre los costos, y esas utilidades pagan impuestos al Estado como lo debe hacer cualquier inversionista.
9. Relaciones internacionales: establece la necesidad de mantener relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países del mundo.
10. Salud: la plataforma asume que es responsabilidad del Estado garantizar este derecho fundamental, proporcionando el mejor estado de salud a las personas.
11. Familia, niñez y mujer: tienen un lugar de protección especial garantizado por el Estado, que sanciona cualquier tipo de abandono o violencia.
12. Delitos sociales: la plataforma considera como parte de estos delitos: la usura, el acaparamiento, la especulación, la fuga de capitales, el contrabando, la difamación por la prensa, la radio, la televisión o el cine, la desorientación de la opinión pública por medio de falsas noticias, las informaciones incompletas o tendenciosas. Delitos que están vigentes hoy, agudizados por las formas del desarrollo del capital especulativo y por las prácticas informales de desangre económico, así como por peligrosas prácticas de usura para el endeudamiento popular.
13. Fuerzas Armadas: la plataforma señala la necesidad de disminuir los presupuestos dedicados a la represión. Discusión que está al orden día, más cuando estos superan ampliamente los presupuestos de inversión social. Igual, se convoca el cambio del servicio militar obligatorio por el servicio social obligatorio, propuesta hecha desde hace varias décadas por los objetores de conciencia.
Los tres meses que siguieron a la vida de Camilo Torres antes de incorporarse al eln giraron en torno a la preparación y publicación del periódico Frente Unido. Así como en torno a la realización de giras en cumplimiento de invitaciones que se le formularon desde distintas partes del país, para que diera a conocer y explicara sus planteamientos; y así estableciera contactos con los diferentes partidos y agrupaciones políticas de oposición. Para que de esta manera desarrollara su propuesta de Frente Popular, en la que tuviesen cabida las organizaciones políticas y esa masa de “no alineados” que fue motivo central de sus preocupaciones.
Para Camilo, el semanario del Frente Unido significaba la posibilidad de generar organización y aglutinar en torno a él a sectores sociales que independientemente del origen de sus puntos de vista estuviesen de acuerdo en lo fundamental: la unidad del movimiento popular para hacer la revolución. Esta posición guardaba en su interior serias dificultades para el proceso unitario propuesto por Camilo: las tradicionales prácticas dogmáticas, el oportunismo, las actividades sectarias, el recelo, los prejuicios políticos y las ambiciones de poder que se hacían presentes allí.
Elementos que generarían contradicciones insalvables que tenían que ver con el comportamiento y la arraigada cultura política de los grupos de oposición.
Una última reflexión
La situación por la que atraviesa actualmente la izquierda colombiana no es muy distinta de la que tuvo que vivir Camilo. La necesidad de poder construir un Frente Unido del Pueblo sigue siendo una tarea que está al orden del día. Todos los esfuerzos por madurar un imaginario de unidad que se plasme en una plataforma de lucha, más allá de las ideologías, los grupos y las personalidades, han sido arrojados por la borda en las prácticas “tradicionales” de un sectarismo dogmático y grupista, y de un personalismo que siempre ha sabido colocar sus intereses particulares por encima del interés nacional.
Hoy las ideas de Camilo están a la espera de que un riguroso pensamiento camilista les dé la vitalidad que requieren para enfrentar los nuevos retos de la globalización y del mundo neoliberal.