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MÉXICO—VENEZUELA INTEGRACIÓN Y PETRÓLEO

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PorMiguel Jaimes

Oct 24, 2021

Dr. Miguel A. Jaimes N.

El camino a la justicia está empedrado de injusticias mientras que el del derecho está tapizado de códigos.

Venezuela viene relanzado desde un par de décadas distintos esquemas de integración en concordancia a los nuevos paradigmas en globalización, entendiendo que apertura y competitividad rigen la economía internacional. Esto también acentúa la voluntad política en la región como es el caso de México quien va demostrando un manejo en sus relaciones internacionales lo cual retóricamente había sido una de sus premisas. Todo pasa frente a las particulares condiciones económicas las cuales advierten una nueva década perdida como la vivida en la década de mil novecientos ochenta.

Los paradigmas no descansan y de nuevo estamos en sus caminos, igual las condiciones están dadas en la convergencia por nuevos esquemas de integración que, de ir unidos, formarían la mecha de un bloque integracionista—económico, desde el cual puedan sortear el dinamismo en las relaciones internacionales.

La oportunidad a partir de la Mesa de Dialogo abre ese espacio que ambas naciones esperaban. Toda manifiesta estructura sirve al actual sistema internacional el cual ejerce sin dudas efectos en la construcción de nuevas causas las cuales van dando identidad a Estados como México y Venezuela.

Dicho aporte se realiza sobre un marco social de construcción de recientes relaciones políticas. Las identidades entre ambos crean intereses comunes, siendo representados por impulsores que manejan las necesidades de sus gobiernos. Logrando coincidencia entre ambos deriva la importancia de nuevos acuerdos subregionales (México y Venezuela) en tanto va reforzándose cada plano externo para negociaciones de ambos.

La integración biregional no corresponde a imposiciones internacionales ni globales de EE.UU. ni de los cuarenta y cinco de Europa, es decir, no deben establecerse sus mismos procesos con los nuestros. La reciente relación viene en la construcción de un producto de interacción, ambos dados por las actuales similitudes políticas en la cual Venezuela debió esperar a su par mexicano más de dieciocho años para poder establecer la posibilidad de una nueva estructura regional, donde lo internacional y global no afecten una nueva agenda, sino que la realidad de ambos marquen nuevos compromisos.

Para aplicar una nueva gerencia entre está área de América del Norte con su par de América del Sur, todo es causa para una nueva fundamentación en sus procesos de integración, pues encontrándose en un precipicio de solidaridad la respuesta frente a ese poder se origina ahora en objetivos comunes los cuales entre ambos ya se habían perseguido.

Sin embargo, no existe una disposición para renunciar o ceder el poder político en los sistemas de integración. No obstante, si se delegan parte de sus competencias soberanas en determinadas áreas hacia órganos centrales que están dotados de capacidad de decisión independiente de la voluntad de los Estados y que actúan con criterio institucional para observarse la presentación de un nuevo nivel frente a los conductores de siempre,

Pero no se requiere un proceso de internalización para alcanzar un alto grado de institucionalidad normativa la cual se permita ejecutar en el sistema interno de sus Estados. Este tipo de organizaciones podría actuar como una unidad superadora de antagonismos, es decir, como verdaderas islas de paz, donde confluyan no sus intereses sino un espíritu superior como la suma de los intereses de ambos.

 A pesar de converger asumiendo nuevas competencias afuera queda un mundo el cual no cambia fácilmente, aun cuando se exprese querer mejorar la situación en cada uno de los Estados. Por eso para que pueda darse un proceso de integración es primordial crear condiciones que garanticen su independencia frente a la mirada de terceros, así entra en juego la gerencia de la seguridad y defensa.

Para esto el desarrollo de los fenómenos sociales no se desenvuelve en el vacío, por el contrario, se encuentran influenciados por la globalización como fenómeno histórico, impulsor de cambios en la lógica de la integración regional. Hay cinco direccionamientos que su teoría atribuye al concepto de Inter regionalismo, el cual se separaría del fenómeno de la globalización: 1) equilibrar; 2) crear instituciones; 3) racionalizar; 4) acordar agendas; y 5) construir identidades dentro del ámbito internacional.

Por tanto, el Inter regionalismo adquiere sentido como intento por ordenar lo que la globalización habría desordenado, no debe entenderse como un intento por retornar a un orden internacional previo, sino como la búsqueda de nuevos caminos para facilitar la inserción internacional en los actores que van emergiendo dentro del proceso de integración.

Existen múltiples enfoques teóricos para comprender este fenómeno —Inter regionalismo—, lo que lleva al reconocimiento en disciplinas y aproximaciones. Así, uno de los supuestos básicos se fundamenta en premisas las cuales consideran que las relaciones entre los procesos regionales se encuentran determinadas por competencias económicas entre países basadas en la definición de intereses por bloques de integración regional o entre un país y un bloque regional, todo concebido como un juego de suma cero, donde los beneficios geoestratégicos ocupan un lugar central.

Por eso las alianzas y las consideraciones sobre la política del equilibrio y la competencia económica marcan y vinculan la dinámica de las relaciones interregionales y birregionales como el caso expuesto acá entre México y Venezuela.

La existencia de un marco competitivo en cooperación y sus lazos entre procesos regionales sin duda contribuyen a superar las diferencias y a favorecer el logro de objetivos comunes. El elemento que favorece la consolidación exterior se logra con la firma de acuerdos y cooperación en la apertura de espacios en diálogo entre grupos regionales. Pero los factores que determinan el logro de los acuerdos y el resultado de las negociaciones están dados por recursos económicos institucionales los cuales miden el grado de integración. Las relaciones entre regiones se regulan con la dependencia económica y política.

Miremos el ejemplo con el ALBA-TCP. Una propuesta de integración que pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social expresada en los intereses latinoamericanos. Iniciativa surgida en contraposición a la iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

La necesidad de sus países llevó a diseñar una planificación de carácter estratégico, garantizar el afianzamiento de un modelo productivo que fundamente la utilización racional de recursos y ventajas. Habilitar de forma conjunta el desarrollo, seguridad y soberanía alimentaria, cooperación técnica en salud, educación y energía.

Este es un modelo gerencial de seguridad y defensa para el Caribe y su estrategia de desarrollo se fundamenta en el fortalecimiento de actividades y nuevos sectores productivos. La importancia desde lo agrícola e industrial —entre otros— es el desarrollo, así como una agenda nueva en una plataforma petrolera entre ambos.

La prioridad de relaciones solidarias es un mecanismo de integración el cual debe llevar a fortalecer elementos de participación como mecanismo de reafirmar y promover apoyo político. Por eso un aspecto importante a destacar es el establecimiento de mecanismos de intercambio entre México y Venezuela a través de los recursos energéticos.

Este aspecto conjunto sería el mayor proveedor de recursos energéticos entre ambos frente a los demás países de la región. Liderar acuerdos bilaterales es una opción llamativa de liderazgo y sin dudas la iniciativa para colocar productos refinados, diversificados y no petróleo crudo.

Sobre el autor

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Miguel Jaimes

Miguel A. Jaimes N. Doctor en Ciencias Gerenciales, Magister Scientiae Políticas, Politólogo y Director en el Diplomado en Geopolítica del Petróleo.

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