La agenda imperialista del mes que inicia arrecia en el Caribe, que una vez más será el eje de la resistencia antiimperialista en América. La importancia de estas próximas batallas para la geopolítica mundial no debe ser subestimada.
Estados Unidos promocionó esta semana la iniciativa “Build Back Better Word (B3W)” ([i]) en compañía de representantes del G7, y con la asistencia de Colombia, Ecuador, Panamá y Costa Rica, quienes ese mismo día conformaron un corredor en el Pacífico este tropical ([ii]), para articularse a dicha iniciativa, que pretende contrarrestar la presencia de China y favorecer el avance estadounidense. Pero al mismo tiempo, del otro lado del continente, en el Mar Caribe, varios países continúan desafiando dignamente su poder.
El Caribe insular tiene una larga historia de lucha y en más de una ocasión, han sido sus voces, las que han detenido operaciones injerencistas contra Venezuela y Cuba. Gran parte de estos países integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos- ALBA-TCP – ([iii])que se creó en el 2004 como alternativa al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) propuesta por el gobierno estadounidense. Al ALBA-TCP pertenecen actualmente Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Dominica, Antigua y Barbuda, y Granada. Siendo hasta ahora Bolivia el único miembro de esta organización que no se ubica en la región Caribe. Son precisamente la Revolución Bolivariana y la Revolución Cubana, quienes fundan este mecanismo de integración y junto a la Revolución Sandinista se han convertido en una gran preocupación para Estados Unidos, quién las nombra como un nuevo “eje del mal”.
A eso se debe, que en el mes de noviembre que apenas comienza, tres sucesos importantes marcan la agenda imperialista en el Caribe: las elecciones presidenciales en Nicaragua el domingo 7, la apertura de Cuba al turismo el día 15 y las elecciones regionales y municipales en Venezuela el 21 del mismo mes. Para sabotear cada uno de estos eventos soberanos hay un plan injerencista en marcha.
Hace pocos días el Departamento de Estado calificó como “una farsa” las elecciones que se realizarán en Nicaragua y públicamente amenazó con nuevas medidas coercitivas unilaterales contra el país mesoamericano luego del domingo ([iv]), cuando se prevé que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) obtenga una nueva victoria. Estas medidas, a las que se unirían los países del norte subordinados a Washington, ya están previstas en una ley que fue aprobada en el Congreso hace pocos días. Es de esperar que también luego de las elecciones, procuren repetir las acciones violentas, que aunque fracasaron en el 2018, aún sirven a sus intereses. El presidente Ortega no ha cedido al chantaje ([v]) por lo que, a pesar del violento ataque mediático internacional, las acciones de la oposición interna financiada por Estados Unidos y las anunciadas represalias estadounidenses, Nicaragua tendrá un importante proceso electoral este fin de semana.
Por su parte, la mayor de las Antillas se dispone al fin a abrir sus puertas al turismo mundial el 15 de noviembre tras lograr con muchos sacrificios, vacunar a la mayor parte de su población ([vi]). Son seis décadas de un brutal asedio cada vez más asfixiante, pero la Revolución Cubana sigue en pie y más allá de eso, continúa repartiendo solidaridad y erigiéndose como ejemplo viviente de que hay vida más allá del capitalismo. Pero además de la difícil situación que ese bloqueo estadounidense ha causado, hay una crisis económica mundial profundizada por la pandemia, que complica aún más el día a día de los cubanos y cubanas. Recuperar la actividad turística será un gran alivio para Cuba, que ha encontrado en este sector un apoyo fundamental para su resistencia económica, política y hasta cultural. Esto lo saben perfectamente quienes aspiraban que la pandemia les proporcionara el caldo de cultivo para una contra revolución y por ello, Biden mantuvo todas las nuevas medidas que Trump dictó contra Cuba en plena pandemia, e incorporó otras nuevas además de intentar sabotear el proceso de producción de vacunas y aplicación de estas, al tiempo que financia y anima acciones desestabilizadoras ([vii]).
La guerra mediática que ha sido permanente en las décadas de Revolución, se intensificó usando nuevas tecnologías para la distribución automatizada de contenidos para las redes sociales en cantidades abrumadoras, y con las acciones encabezadas por organizaciones políticas que usaron algunas angustias de la población, para convertirlas en consignas de un “golpe suave” por encargo, tal como lo demostraron recientemente miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) ante la opinión pública mundial ([viii]). Los intentos de generar disturbios violentos en distintas ciudades de la isla emulando lo que ya intentaron en Nicaragua y Venezuela, también fracasaron en el mes de julio pasado pero, según anuncian voceros de esas organizaciones políticas contrarrevolucionarias, volverán a convocarse precisamente el 15 de noviembre.
El gobierno cubano ha negado la autorización a estas convocatorias, con apego a sus leyes, pero desde las corporaciones mediáticas mundiales y el propio Senado estadounidense, la convocatoria se mantiene. Aunque es de esperar que la conciencia de los y las cubanas acabe por derrotar una vez más estos planes, es preciso que desde el resto del mundo se rompan los discursos timoratos y se asuma frontalmente la defensa de la soberanía de Cuba como una prioridad de todos los pueblos del sur. Hay que recordar, que para los Estados Unidos la Revolución Cubana sigue siendo una imperdonable espina clavada, en lo más profundo de su orgullo.
Por último, las elecciones a realizarse en Venezuela el próximo 21 de noviembre ([ix]), colocarán la lápida sobre la tumba de otra operación de la guerra multidimensional contra Venezuela que encarnó Juan Guaidó. El reciente memorándum de entendimiento firmado entre el presidente Nicolás Maduro y la Corte Penal Internacional, así como el exitoso inicio de la campaña electoral donde participan alrededor de 23 candidatos y candidatas por cada cargo de elección popular en disputa, anuncian un nuevo fracaso de los planes estadounidenses.
Lo terrible es que ante las derrotas inminentes, el imperialismo puede tornarse aún más violento porque su emergencia global no cesa. Es de esperarse que continúen avanzando en la construcción de un relato para un “lawfare” contra el gobierno bolivariano, que sigan preparando falsos positivos desde Colombia para tratar de implicar al gobierno venezolano en el tráfico de drogas que en realidad dirigen y administran en todo el continente instituciones estadounidenses, y que continúen presionando la soberanía venezolana con acciones militares regulares e irregulares, que bien podrían incluir nuevos intentos de esas operaciones terroristas urbanas conocidas en el país como “guarimbas”.
En conclusión, la agenda imperialista del mes que inicia arrecia en el Caribe, que una vez más será el eje de la resistencia antiimperialista en América. La importancia de estas próximas batallas para la geopolítica mundial no debe ser subestimada.
Publicado en Segundopaso.es