Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
Abstencionismo y revolución
En la medida en que transcurría el mes de agosto, Camilo iba agotando el espacio de las relaciones intergrupales, su discurso sobre la unidad chocaba con sus pronunciamientos políticos cada vez más radicales. La coyuntura electoral contribuía a que se presentaran los roces con aquellos sectores que no habían desechado las elecciones como vía política de confrontación y veían en ellas posibilidades de crecimiento del trabajo popular, en particular con el Partido Comunista. El peso que iba tomando el discurso de Camilo comenzaba a presionar a sectores políticos que se habían mantenido cerca de su labor con el fin de usufructuar para su beneficio la dimensión de su imagen, pero que encontraban ahora que sus posiciones chocaban con sus intereses grupales. El pronunciamiento de Camilo sobre las elecciones, publicado en el primer número del Frente Unido, generó actitudes de distinto tipo en todos los sectores, pero afectó más a aquellos que sabían que la posición de Camilo podía restarles resultados electorales en la confrontación que estaba por darse. El Partido Comunista, el Partido Liberal, el Movimiento Revolucionario Liberal y la Alianza Nacional Popular se inquietaron profundamente y trataron de conseguir que de alguna manera Camilo modificara su posición. Estos esfuerzos estuvieron atravesados por el fracaso: Camilo marchaba firme en su posición radicalmente abstencionista.
Asumir una posición de esta magnitud, cuando apenas se iniciaba el proceso de convergencia de fuerzas políticas y sociales de las más variadas tendencias, significó para el proyecto del Frente Unido el comienzo del fin. Los síntomas de disolución comenzaron a manifestarse en la distribución del semanario que pronto se vio en la necesidad de disminuir la cantidad de periódicos puestos en circulación, frente al hecho práctico de no contar con suficientes militantes para distribuirlo.
Pero más allá de este síntoma del conflicto político que giraba en torno al semanario y a las posiciones de Camilo, lo que estaba abortando era el intento de lograr la unidad entre las diversas agrupaciones políticas y las tendencias ideológicas que representaban.
Camilo ganaba adeptos para su causa de unidad popular, llenaba las plazas, los sindicatos y las universidades. Sin embargo, su verticalidad revolucionaria en aumento, su rompimiento a fondo con el sistema, el cierre a toda posibilidad de diálogo o acuerdo con las clases dominantes, iba alejando a los dirigentes de las fuerzas que comenzaron a su lado, quienes de pronto sintieron que el peso de su discurso chocaba con sus concepciones de lucha, sus propuestas coyunturales y sus proyectos a largo plazo.
Camilo se fue quedando con una masa de población que lo seguía, que asistía a sus conferencias y escuchaba sus discursos, los “no alineados”, como los llamaba él, y con un pequeño grupo de asesores y activistas. Algunos de ellos fueron Julio César Cortés, Jaime Arenas, Hermidas Ruiz, Galo Burbano y otros dirigentes estudiantiles, militantes o simpatizantes de la lucha armada y del eln; insuficientes para dedicarse a la labor que Camilo consideraba urgente y prioritaria: la organización popular.