Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.
Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.
Una trocha llena de obstáculos conduce a Camilo al eln
Octubre comenzó con un incidente con la Policía Militar que le costó a Camilo varias contusiones por golpes de bolillo. Se había organizado para el primero una manifestación que fue disuelta sin mayores contratiempos por la Fuerza Pública y que puso de presente la disposición del gobierno para detener el avance del Frente Unido, aun mediante el empleo de la fuerza en choque directo con los manifestantes. Ya lo había hecho hacia unas semanas en Girardot, lo había repetido en Medellín y ahora lo implementaba en Bogotá. Camilo comenzó a sentir el peso de la inseguridad producida por los acontecimientos que ocurrían a su alrededor y a tener serios motivos para temer por su vida. La seguridad militar que le proporcionaba el eln era insuficiente y seguramente ineficaz frente a un bien planeado atentado.
La dirigencia del eln lo entendió así, y dio la orden en la primera semana de octubre de 1965 para que Camilo se incorpore a la lucha armada en las montañas de Santander. Antes de su partida Camilo intensifica su trabajo, escribe y hace publicar en la edición del Frente Unido del 7 de octubre “El Mensaje a los Campesinos”.
En el que se lanza en ofensiva directa contra los gremios de productores agrícolas; el estado financiero representado en el Banco de la República; la oligarquía liberal-conservadora; la actitud norteamericana de agresión militar manifiesta en el desembarco de los marines en Santo Domingo; las Fuerzas Militares; y el Plan Lazo, para terminar, llamando a la población campesina a unirse, organizarse y prepararse para la lucha final (Torres, 1965b). Es particularmente significativo en el documento la referencia que Camilo hace a los casos de Marquetalia5, Pato6, Guayabero7 y Río Chiquito8, puesto que ellos constituyen, en el momento, la confrontación militar en el camino de un nuevo conflicto social que supera el enfrentamiento entre liberales y conservadores para inscribirse en una concepción de modernización de las estructuras agrarias, a través de la vía del ejercicio de la violencia institucional. Los casos de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Río Chiquito eran de profundo conocimiento de Camilo Torres, no solo por la relación directa e indirecta que mantenía con esas zonas, y la información que le traía la prensa, sino, además, porque estaba enterado, así lo deja entrever “El Mensaje a los Campesinos”, del estudio realizado por una comisión de intelectuales franceses sobre los cercos y las tomas llevadas a cabo por los militares en esas regiones.
También eran de conocimiento de Camilo las campañas de acción cívico-militar, que desde finales de 1962 venía desarrollando el Ejército, dentro del marco de las estrategias del Plan Lazo, cuyo énfasis estaba en las operaciones psicológicas, de ahí su expresión: el ejército empieza con la acción cívico-militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo balas. Los campesinos ya saben que los militares llevan en una mano el pan y otra atrás con el puñal.
La reflexión de Camilo sobre el movimiento campesino está claramente atravesada por el conocimiento de estos casos. Camilo no ve otra salida en ese momento para los campesinos que prepararse para articularse desde sus posibilidades al desarrollo de la lucha armada.
El 9 de octubre, Camilo emprende lo que ha de ser su última gira como activista legal del eln y dirigente del Frente Unido. Visita Honda, La Dorada y Puerto Boyacá, lugar en el que rinde homenaje de respeto y admiración al guerrillero del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (Moec) Federico Arango Fonnegra, muerto en condiciones lamentables en 1963. Luego se traslada al Cauca, en donde permanece tres días, habla allí con dirigentes estudiantiles en la universidad y con dirigentes populares de la región. A su regreso a Bogotá se reúne en la noche del 17 de octubre con los delegados al Consejo Nacional de la fun; en su intervención plantea la necesidad de comprometerse con la lucha revolucionaria hasta las últimas consecuencias y el de prepararse para asumir y desarrollar la lucha armada.