Acuerdos recientes entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Tony Blinken, y jefes de Estado africanos prometen ganancias sorprendentes para las multinacionales mineras estadounidenses y menos protección para los obreros africanos que «trabajan arduamente en condiciones inhumanas» para impulsar la revolución digital.
La Cumbre de Líderes de África llevada a cabo durante diciembre pasado en Washington proporciona una plataforma para que la administración Biden avance con su agenda oculta por todo el continente africano. Con temas que van desde el covid-19, al cambio climático y el «cierre de la brecha digital» hasta «el fortalecimiento de la democracia», la agenda de Washington ha generado la creencia de que la colaboración de África con las corporaciones multinacionales estadounidenses podría significar beneficio mutuo y fomentar «progreso» a largo plazo.
El fin de semana de discusiones se llevó a estilo Davos, con líderes de la industria estadounidense sentados justamente al lado de los jefes de Estado africanos e integrantes de la administración Biden. Prioritario en la agenda de los gigantes corporativos estaba la relajación de las regulaciones exigidas, lo que, según ellos, haría al continente más «atractivo» para la inversión externa.
Una serie de regulaciones que a Estados Unidos le gustaría relajar especialmente son aquellas relacionadas al sector minería. Esto incluye los derechos de los mineros, las leyes del trabajo infantil, legislación contra la esclavitud, regulaciones ambientales y tarifas minerales.
Deloitte, un gigante corporativo estadounidense y socio estratégico del Foro Económico Mundial, publicó un paper en 2018 titulado «El futuro de la minería en África» que detalla la agenda que Washington está impulsando en todo el continente.
El documento argumentaba que facilitar la transformación digital conocida como la Cuarta Revolución Industrial, requeriría que las naciones africanas suavizaran las regulaciones de minería destinadas a la protección de los derechos humanos y el medio ambiente. El escrito lamenta que el sector minero «continúa experimentando el escrutinio de los reguladores en África», lo que, supuestamente, «crea incertidumbre, retrasa la inversión en la expansión minera y frena el desarrollo de nuevas minas».
Deloitte continuó argumentando que África necesita «alejarse de la aplicación del cumplimiento normativo por el bien del mismo y necesita avanzar hacia la creación del valor». Estaba claro que ese «valor» sería determinado por las corporaciones estadounidenses, y no necesariamente por los ciudadanos africanos.
El guión presentado por Deloitte ayudó a preparar el escenario para la Cumbre de Líderes de África este diciembre. Allí, el secretario de Estado, Antony Blinken, presentó un memorando de entendimiento al ministro de relaciones exteriores de la República Democrática del Congo (RDC), Christophe Lutundula, y el ministro de relaciones exteriores de Zambia, Stanley Kakubo. El acuerdo, según Blinken, «abrió la puerta a inversiones estadounidenses inversiones afines» sobre la vasta riqueza mineral «verde» de los respectivos países, refiriéndose a depósitos masivos de níquel, cobalto y cobre.
«La RDC produce más del 70% del cobre mundial. Zambia es el sexto productor y el segundo más grande de África», dijo Blinken.
«La demanda global de minerales críticos va a dispararse en las próximas décadas… Los vehículos eléctricos ayudan a reducir las emisiones de carbono y respaldan la respuesta global a la crisis climática», continuó el secretario, adornando el saqueo de la riqueza de África en un amistoso lenguaje verde.
Siddhartha Kara, un intelectual y autor de cuatro libros ampliamente elogiados que exponen el negocio de la trata de personas y la esclavitud en África, ha pasado varios años en la zona rural de la RDC documentando los abusos más horribles (y mayormente ocultos) de las operaciones mineras y las cadenas de suministro multinacionales estadounidenses.
Kara le comentó a The Grayzone que los acuerdos establecidos en la Cumbre de África y Estados Unidos «significarán una mayor demanda de minerales utilizados en vehículos eléctricos, llevando más explotación, abuso y miseria para las mujeres, hombres y niños que extraen el cobalto que usa el mundo del suelo de la RDC».
transnacionales y el control de las reservas de minerales esenciales
La cumbre culminó con un evento llamado «Sala de Negocios» en la que líderes de la industria anunciaron y celebraron acuerdos exitosos con las naciones africanas. Entre los ejecutivos de la corporación que aparecieron en la «Sala de negocios» se encontraba Josh Goldman de KoBold Metals.
KoBold Metals es una nueva empresa de tecnología y minería fundada por Bill Gates de Microsoft, respaldada por Jeff Bezos de Amazon y Richard Branson de Virgin. La compañía se basa en inteligencia artificial y sistemas de imágenes avanzados para encontrar y explotar depósitos de minerales raros que otros gigantes mineros pasan por alto.
«Nuestro trabajo en KoBold es crear mejores maneras de encontrar los metales para electrificar la economía mundial. El cobre, el cobalto, el níquel y el litio. Estamos trabajando en descubrir los depósitos que se convertirán en la siguiente generación de minas, y producirán los materiales que necesitamos para evitar un cambio climático catastrófico», dijo Goldman en el evento.
¿Cuántos minerales raros busca minar y poseer esta compañía de Gates, Bezos, Branson?
La página web de KoBold declara abiertamente que la compañía busca asegurar el control de «todas las reservas mundiales de níquel, cobalto, litio y cobre»,
«Estoy aquí para anunciar la mayor inversión de nuestra compañía en la historia hasta ahora. Una para poseer, desarrollar y explorar. Zambia es un lugar donde las leyes apoyan la inversión y donde su gobierno apoya la nuestra con acciones transparentes, equitativas y rápidas», declaró Goldman.
De acuerdo al Foro Económico Mundial, para el año 2030 las empresas multinacionales de Estados Unidos como Microsoft, Amazon, Tesla y Google necesitarán 17 veces más minerales de tierras raras para impulsar los dispositivos inteligentes y los autos eléctricos de los consumidores occidentales para revolución verde por venir.
En 2021, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos explicó que África «tiene una plétora de materiales estratégicos», describiendo estos recursos como «fundamentales para el progreso del siglo XXI».
Y de acuerdo al New York Times, la nueva línea de vehículos eléctricos «dependen de una gran cantidad de minerales y metales que a menudo no abundan en el Medio Oriente, rico en petróleo, que sustentó la última era energética». Estos minerales se encuentran en otro objetivo histórico del colonialismo insaciable: África.
En la perspectiva de Siddhartha Kara, la demanda creciente de «baterías verdes» está impulsando una carrera por extraer los metales vitales de la tierra «tan pronto como sea posible». La fiebre de los minerales ha dejado a miles de trabajadores sin protección mientras «trabajan arduamente en condiciones inhumanas por unos pocos dólares al día, para alimentar minerales vitales para baterías en la cadena hasta las empresas tecnológicas y compañías de vehículos eléctricos, orientadas al consumidor con valor de billones».
Vistiendo la explotación con el lenguaje de la sostenibilidad
Participantes de la industria en el Foro Económico Mundial con sede en Davos, Suiza, aceptan orgullosamente lo que creen es un modelo más amable y menos duro, conocido como el «capitalismo de stakeholders«. Estos gigantes corporativos ya no obedecerán la voluntad de los accionistas a expensas de los derechos humanos y la equidad, en vez de eso, están avanzando colectivamente hacia una visión aparentemente progresista que ve a toda la humanidad como una «parte interesada» y están trabajando en función de sus intereses.
La mentalidad del capitalismo stakeholder está obviamente reflejada en la tecnología y la campaña de relaciones públicas de la industria de vehículos eléctricos en torno a sus cadenas de suministro supuestamente «sustentables».
Una demanda colectiva de 2019 presentada en nombre de los mineros congoleños lesionados, destroza la retórica de la industria sobre las llamadas «operaciones éticas». La demanda alegaba que Alphabet (Google), Apple, Dell, Microsoft y Tesla están «ayudando e incitando al uso cruel y brutal de niños pequeños… para extraer cobalto».
Sin embargo, la naturaleza compleja de las cadenas de suministro de materias primas de la industria tecnológica (que han cambiado de dueño docenas de veces entre una amplia selección de grupos oficiales y no oficiales) ha hecho prácticamente imposible precisar el origen de los minerales derivados del cobalto. Fue este proceso deliberadamente turbio el que permitió que los gigantes tecnológicos esquivaran la demanda de los mineros congoleños.
Apple, por su parte, ha publicado un documento oficial de 20 páginas prometiendo que las cadenas de suministro de la compañía han sido certificadas como «éticas» por un «investigador externo a la cadena de suministro».
Kara, el investigador de la esclavitud en la industria minera de África, desestimó declaraciones como las de Apple como «poco más que ópticas y campañas de marketing que raramente, si acaso, tocan el fondo de las cadenas de suministro corporativas. La suposición es: si decimos que estamos asegurando la dignidad y la sostenibilidad en todas nuestras cadenas de suministro, la gente nos creerá y el negocio seguirá como siempre».
«La verdad», Kara explicó, «es que hay una subclase mundial de la humanidad en pésimas condiciones al fondo de nuestro orden económico mundial (en el sector minero)».
Dado que la demanda de materiales para baterías para vehículos eléctricos aumentará en un 87 mil por ciento según un estudio de 2020 realizado por la Universidad de Sussex, la industria minera se verá forzada a seguir explotando nuevas áreas del mundo en desarrollo (y nuevas poblaciones) para mantener el ritmo.
Y así como Estados Unidos emprendió guerras de cambio de régimen y llevó a cabo ocupaciones militares a largo plazo en Medio Oriente, para asegurar el control sobre las fuentes de energía de combustibles fósiles que demandaban los consumidores occidentales, tácticas coercitivas similares podrían complementar memorandos como el que Estados Unidos firmó en su reciente cumbre con Zambia y la RDC.
Jeremy Loffredo es un periodista radicado en Washington, DC. Ha trabajado en varios documentales independientes en Nueva York y fue productor de informativos en RT America. Actualmente produce un documental independiente sobre el Green New Deal.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Grayzone el 23 de enero de 2023, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.