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Camilo, la paz y el posconflicto armado.

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PorRosalba Alarcón Peña

Feb 15, 2023

Con la intención de dar a conocer los esfuerzos realizados por personajes nacionales e internacionales a favor de la paz de Colombia, y de contar la historia a través de diferentes textos, AlCarajoOrg publicará libros y textos que aproximan de forma verídica la lucha de la sociedad colombiana por lograr la paz en el país suramericano.

Empezamos este ejercicio con el Sociólogo, maestro, padre y revolucionario Camilo Torres, libro de la Universidad Nacional de Colombia, que será publicado en su totalidad en diferentes artículos, que recoge la esencia de sus planteamientos en sus aportes más importantes a la percepción de temas que aún siguen siendo vigentes por el alcance de los objetivos que estos se fijan en el orden espiritual, social, económico y político.

Sobre los problemas estructurales vigentes .

Como se puede extrapolar de las iniciativas de la Alianza para el Progreso, el país atravesaba en el momento histórico de Camilo una crisis similar a la que atraviesa hoy en materia económica. La cual lo obliga a redefinir la política fiscal y monetaria; a buscar la integración económica latinoamericana o mundial a través de los tlc; y a diseñar soluciones estructurales para la ciudad y el campo, en el camino de disminuir la pobreza y combatir el desempleo que Camilo ya avizoraba como crítico en sus estudios sobre la proletarización de Bogotá.

Los esfuerzos por resolver el problema agrario a través de la Ley 135 de 1961, de los cuales se hizo partícipe Camilo, se vinieron a pique y generaron mayor conflictividad campesina y guerra, por la postura mezquina de los propietarios de la tierra, su voracidad concentradora y la incapacidad del Estado y de los gobiernos de la época para someterlos. La ampliación de la frontera agrícola, a través de los programas de colonización espontánea y dirigida, generó un mapa de tenencia y uso que no coincidió con el mapa de propiedad de la tierra, y que constituye la esencia del conflicto agrario. Hoy están seriamente amenazadas las pocas ventajas que para los campesinos tiene la Ley 160 en materia de Zonas de Reserva Campesinas (zrc) y, sobre todo, en la definición que los baldíos de la nación son para dar tierra a los pobres del campo, los que ahora se pretenden entregar al desarrollo agrario empresarial, aumentando la concentración de la tierra, ya extremada en las lógicas del despojo paramilitar.

Hoy se ha llegado en la mesa de conversaciones de la Habana a un nuevo acuerdo político sobre el desarrollo rural integral que debe ser tomado en serio y desarrollado a plenitud. No solo se trata de transformar el campo y generar desarrollo rural empresarial, sino de permitir que se fortalezca la economía campesina, se salvaguarde el medio ambiente y se garantice la seguridad alimentaria de la nación. Las Zonas de Reserva Campesinas no pueden ser consideradas, como lo vienen haciendo algunos, las nuevas repúblicas independientes, como tampoco los territorios de paz que se establezcan. La confrontación entre la zrc y las Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres), de iniciativa empresarial, no puede dar origen a un nuevo modelo de exclusión en el campo y a un nuevo ciclo de violencia.

El concepto de Paz con Justicia Social recoge la necesidad de que las transformaciones del posconflicto se inscriban en la garantía de los derechos fundamentales y humanos en un favorecimiento general de las poblaciones, tanto en el ámbito de lo rural, como en las complejas condiciones y conflictividades del mundo urbano. En este momento, es necesario revisar y ponderar en alta estima la plataforma del Frente Unido, que hizo las reclamaciones que en ese periodo de transición exigía con mayor vehemencia Camilo Torres Restrepo.

Además de los conflictos agrarios y sociales que Camilo tiene que vivir, estudiar y enfrentar, está el conflicto político y el constreñimiento que sufre la democracia que se produce en el pacto del Frente Nacional. Esto se hizo a través de la exclusión de las terceras fuerzas y un anticomunismo que consumió todo tipo de inconformidad y protesta democrática y pacífica. Lo cual no está muy lejos de las políticas de seguridad y defensa que en los últimos gobiernos han catalogado cualquier movilización social como amenaza terrorista, persiguiendo, judicializando y condenando a miles de luchadores populares, sindicales y políticos en el país, cuando no los han criminalizado.

Una de las características de ese periodo de transición, que vivió Camilo, consiste en que se reactivaron las luchas sociales y políticas, se incrementaron los conflictos agrarios, urbanos, sindicales, cívicos y estudiantiles, y hubo una eclosión de fuerzas políticas de izquierda, que no pocas veces estuvieron acompañadas por intentos de organización armada, dada la tradición histórica del país en materia de luchas políticas y los impactos del momento histórico mundial cargado de levantamientos y revoluciones sociales y anticoloniales. Lo que hay que esperar en el posconflicto armado que se avecina es una nueva ola de movilizaciones sociales y luchas reivindicativas que deben ser tratadas de manera distinta a la de la represión, la violencia y la criminalización. Al igual que una transformación significativa de las prácticas políticas en una auténtica ampliación y profundización de la democracia.

Una situación muy parecida de dispersión de las fuerzas democráticas transformadoras a la que existe hoy tuvo que vivir Camilo. De ahí su discurso de unidad, así como la plataforma y la propuesta del Frente Unido. El posconflicto que se avecina, que ya comenzó, en su fase de transición, no puede cerrar la democracia y convertirse en un escenario de macartización y señalamientos a quienes se movilizan de la guerra hacia la política y aspiran a hacerse protagonistas esenciales de las luchas democráticas en los escenarios del ejercicio del poder político.

El llamado de Camilo, en las entrañas del Frente Nacional, a todas las fuerzas políticas y sociales democráticas, es a refundar la política, darle mayor protagonismo a los sectores sociales y populares, convertirlos en auténticos sujetos de la política, dirigiéndolos hacia un proceso de transformaciones estructurales. La situación de hoy, no es muy distinta a la de ese momento. Harían bien las farc, el eln y las distintas formas de organización política de izquierda democrática, así como los movimientos sociales y populares, en hacer una relectura del pensamiento unitario de Camilo y de la idea del Frente Unido, en el camino de refundar la política y lo político, de convertirse en alternativa de poder en un escenario de luchas democráticas; que está antecedido de la experiencia de las democracias alternativas de América Latina, vistas como camino, más allá de las especificidades de sus propios conflictos internos.

Sobre el autor

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Rosalba Alarcón Peña

Rosalba Alarcón Peña, periodista y Defensora de Derechos Humanos, directora del portal web alcarajo.org y la Corporación Puentes de Paz "voces para la vida". Además, analista y columnista del conflicto armado de su país natal (Colombia) en medios internacionales. Redes sociales. Twitter: @RosalbaAP_ Facebook. Rosalba Alarcón Peña Contacto: rosalba@alcarajo.org

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