Por María Zajarova, Vocera de la Cancillería de Rusia.
En su frenesí antirruso llegó al punto de que en la red «X» (antes «Twitter») publicó un post https://twitter.com/mfaestonia/status/1766352612733923695? sobre el 80 aniversario del ataque aéreo soviético (allá dicen «ruso») contra las posiciones de las tropas nazis que ocuparon Tallin [capital de Estonia] destacando una sola tesis: los rusos atacaron barrios residenciales y sitios culturales entonces y ahora siguen haciendo lo mismo en Ucrania.
❗️El hecho de que las autoridades contemporáneas de Estonia se asocien con los nazis no es ningún secreto, y el propio Goebbels envidiaría el grado de su maníaca rusofobia.
Este acontecimiento, el cual hoy los falsificadores están sacando de su contexto histórico, fue parte de las operaciones militares del Ejército Soviético para liberar las repúblicas soviéticas bálticas de los nazis.
Hay que entender que las repúblicas soviéticas bálticas tenían una importancia estratégica para Hitler; desde allí se suministraban alimentos a Alemania y se aseguraban las comunicaciones con el norte de Europa. Los ataques aéreos de la Fuerza Aérea Soviética se dirigieron principalmente contra los cuarteles generales de la Gestapo [Policía Secreta de los nazis], la Abwehr [organización de inteligencia militar de los nazis], los sistemas de defensa aérea, el arsenal naval, los almacenes de pólvora y los centros de comunicaciones. Es posible que para el clan de Kaja Kallas [primera ministra de Estonia] y los descendientes de los colaboracionistas nazis estonios éstos sean santuarios u objetos culturales, pero para todos los demás, para la gente normal, son objetivos militares legítimos.
Además. La Cancillería de Estonia ilustró su post con una foto de la ciudad tras un supuesto bombardeo soviético. De hecho, resultó que la fotografía (https://valdef.org/?p=4956) data del 28 de agosto de 1941 y fue tomada durante la evacuación de la Flota del Báltico Soviético (https://t.me/MFARussia/17175), y la destrucción de la ciudad fue causada por el avance de las tropas de la Alemania nazi. A propósito, en ese momento participaron en la evacuación 225 barcos y embarcaciones auxiliares, que transportaron a más de 40 mil personas, entre ellos muchos civiles. Los barcos en movimiento fueron blancos del fuego de artillería despiadado y el convoy fue atacado por torpederos y aviones alemanes y finlandeses. Se hundieron 62 barcos, fallecieron más de 4,5 mil civiles y en total los nazis mataron a más de 15 mil personas.
Por alguna razón, las autoridades de Estonia prefieren no recordarlo. Probablemente ya que se trata de los civiles y marineros incorrectos.
Y en lo que se refiere al hecho de que las autoridades de Estonia establezcan mentirosos paralelos con el actual régimen de Kiev… El parentesco ideológico entre la élite nacionalista que gobierna en Estonia y el régimen de Kiev no causa ninguna sorpresa. Los une el anhelo de convertir a Román Shujévych y Stepán Bandera [ambos – colaboracionistas nazis ucranianos], así como a los matones estonios de las Waffen-SS en «héroes libertadores».
Por cierto, uno puede leer más sobre la liberación de Tallin (22 de septiembre de 1944) de la ocupación nazi en las páginas Web del Ministerio de Defensa de Rusia (https://tallin75.mil.ru/) y del portal «Historia.RF» (https://histrf.ru/read/articles/osvobozhdieniie-tallina). Hay muchos documentos de archivo que, entre otras cosas, describen cómo trataban los alemanes a la población civil local. No es superfluo recordar, por ejemplo, que en los últimos meses de la ocupación la cuota de pan prescrita por los nazis para una persona era de 800 gramos por semana (!). Las unidades del Ejército Rojo fueron recibidas amistosamente en todas partes, las vieron como sus libertadores, a pesar de tres años de propaganda nazi. No eran raros los casos en que los civiles locales, arriesgando sus vidas, ayudaron a los soldados soviéticos.
✍️No debemos olvidar que los estonios, combatientes del 8.º Cuerpo de Fusileros del Ejército Rojo, tomaron la parte más activa en esta operación de liberación de Tallin. Son ellos los verdaderos patriotas de su Patria, ni siquiera son comparables con los de hoy.