En primer lugar, quisiera expresar una vez más mi más sentido pésame a las familias y cercanos de las personas que fallecieron como resultado del sangriento y bárbaro ataque terrorista del 22 de marzo y desear una pronta recuperación a los heridos.
Agradezco a todos los que salvaron a personas en condiciones difíciles y ayudaron a las víctimas. En este momento difícil, nuestra sociedad ha dado un ejemplo de verdadera solidaridad, cohesión y apoyo mutuo.
Sé que entre quienes ahora envían palabras de condolencia a las familias de las víctimas hay personas de diferentes nacionalidades, de todas las regiones de nuestro país, de todas las edades, incluidos niños, escolares y estudiantes. Quienes planearon este ataque terrorista esperaban sembrar pánico y discordia en nuestra sociedad, pero se encontraron con unidad y determinación para enfrentar este mal.
A pesar de nuestro dolor y tristeza universales, nuestra compasión y nuestro deseo legítimo de castigar a todos los perpetradores de este brutal crimen, la investigación debe llevarse a cabo de la manera más profesional, objetiva y sin ningún sesgo político.
Sabemos que el crimen fue cometido por manos de islamistas radicales, cuya ideología el propio mundo islámico ha estado combatiendo durante siglos. Pero también vemos que EE.UU., a través de diversos canales, está tratando de convencer a sus satélites y a otros países del mundo de que, según sus datos de inteligencia, supuestamente no hay rastro de Kiev en el ataque terrorista contra Moscú, que el sangriento ataque terrorista fue perpetrado por seguidores del Islam, miembros de la organización ISIS prohibida en Rusia.
Sabemos por manos de quién se cometió esta atrocidad contra Rusia y su pueblo. Nos interesa quién lo ordenó. En el marco del trabajo conjunto entre nuestros servicios de inteligencia y los órganos policiales, es necesario obtener respuestas a una serie de preguntas.
Por ejemplo: ¿están realmente interesadas las organizaciones islámicas radicales e incluso terroristas en atacar a Rusia, que hoy se pronuncia a favor de una solución justa al creciente conflicto en Oriente Medio? ¿Y cómo los islamistas radicales, que se posicionan, por cierto, como fieles musulmanes, que profesan el llamado Islam puro, cometen graves atrocidades y crímenes durante el mes sagrado del Ramadán para todos los musulmanes?
Éstas, así como otras preguntas profesionales más específicas para una investigación objetiva del crimen cometido en Moscú deben tener respuesta. Una cosa está absolutamente clara: el terrible crimen cometido el 22 de marzo en la capital de Rusia es un acto de intimidación, como ya he dicho.
Y de inmediato surge la pregunta: ¿quién se beneficia de esto? Esta atrocidad puede ser sólo un eslabón en toda una serie de intentos de quienes han estado luchando contra nuestro país desde 2014 a manos del régimen neonazi de Kiev. Y los nazis, como es bien sabido, nunca desdeñaron utilizar los medios más sucios e inhumanos para lograr sus objetivos.
Especialmente hoy, cuando su anunciada contraofensiva ha fracasado por completo. Esto ya lo reconoce todo el mundo y nadie lo discute. Las Fuerzas Armadas rusas tienen la iniciativa a lo largo de toda la línea de contacto de combate, y todas las medidas tomadas por el enemigo para estabilizar el frente no dan resultado.
De ahí los intentos de entrar y afianzarse en nuestros territorios fronterizos, los bombardeos, incluido el uso de sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes contra barrios pacíficos, la infraestructura civil, incluida la infraestructura energética, los intentos de ataques con misiles contra el Puente de Crimea y la propia península.
Los sangrientos actos de intimidación, como el ataque terrorista cometido en Moscú, cuadran lógicamente en esta línea. El objetivo, como ya he dicho, es sembrar el pánico en nuestra sociedad y al mismo tiempo mostrar a su propia población que no todo está perdido para el régimen de Kiev.
Sólo hay que seguir las órdenes de sus mentores occidentales, luchar hasta el último ucraniano, obedecer las órdenes de Washington y adoptar una nueva ley de movilización, crear algo como las Juventudes Hitlerianas en su nueva edición, por supuesto. Utilizar estas nuevas armas y dinero adicional, una parte importante del cual se puede robar y poner en el bolsillo, como es habitual hoy en Ucrania.
A propósito, los nacionalistas ucranianos tenían una asociación de este tipo allá en los años 20 del siglo XX: la Unión de Jóvenes Nacionalistas Ucranianos, que luego pasó a formar parte de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN).
Por supuesto, también debemos responder a la pregunta: ¿por qué los terroristas intentaron huir a Ucrania después de cometer el crimen? ¿Quién los esperaba allí? Está claro que quienes apoyan al régimen de Kiev no quieren ser cómplices del terrorismo ni patrocinadores del terrorismo. Pero realmente hay muchas preguntas.