Protestas contra Israel. AP: Foto: Vahid Salemi.
El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar.
Sun Tzu
El 24 de julio del 2024 quedará como apoteósico para Benjamín Netanyahu. Ha sido interrumpido cincuenta y cuatro veces con aplausos en su discurso sobre el Congreso norteamericano, el mismo tiempo que han durado sus palabras. Todo queda claro; el objetivo es Irán y los supremacistas blancos.
Irán ha advertido a quienes están interesados en ser sus enemigos: esta vez no va a utilizar los anteriores misiles lentos con los cuales habría tenido cierta consideración, advertencia directa a Israel.
El plan ha quedado claro. Los ataques de octubre de 2023 buscaban llegar al actual escenario de guerra. Se espera que Israel no realice ataques preventivos. Tratará de golpear contundentemente. Buscan un ataque donde sufran Teherán, Irak, Líbano, Siria y Egipto.
También buscará atacar con su desarrollo nuclear las principales cuatro refinerías iraníes. Pero los precios del petróleo se elevarían, sencillo y sin mucho análisis. Esta guerra, aparte de ser una vez más contra la OPEP, será por segunda vez en menos de tres años contra los BRICS.
Irán irá tras la región de Dimona, sitio donde están ubicados los programas nucleares israelíes. Sin ponerlo en duda, las respuestas de Yemen, Hamas y Hezbollah vendrán sin sorpresas. Toda la venganza será adicional tras el asesinato de su líder en Beirut. Galilea y la población civil del Norte de Israel se verán involucradas.
En esto ha sido clave la visita del ministro de Consejo de Defensa de Rusia para refrendar el pacto con Irán, cuestión pendiente tras la confusa muerte del anterior mandatario. Ante el Estado profundo, la defensa electrónica de Irán podría ser letal.
- UU. tratará de evitar los misiles provenientes desde el eje de la resistencia, pero a medida que escale la guerra, todo será impredecible. Si hay un ataque nuclear, habrá respuesta desde el mundo musulmán. Pakistán y Arabia Saudita tienen ojivas nucleares y junto a este último Jordania ha impedido utilizar sus aeropuertos.
Ya no será impredecible que Turquía actúe. No será indiferente. Yemen va a concentrarse en los puertos por dónde pasa el 80 % de la carga con destino a Israel. Las milicias iraquíes van a bombardear con saña las bases gringas en su territorio y al norte de Israel.
Israel va a la guerra con un ejército agotado física y militarmente, desmoralizado ante el ataque mundial recibido por su pequeño enemigo: Palestina. Su nueva relación con el mundo ya no será fácil.
Se le acaban las victorias a Israel; de táctico y contundente su tiempo ha pasado. De parte de Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Chipre y Emiratos Árabes Unidos, hay un modo neutro en apariencia.
Las consecuencias globales no se harán esperar. El petróleo subirá y más si se afecta el estrecho de Ormuz, principalísimo objetivo de todos. Esto ralentizará la economía de EE. UU. y de sus grandes centros financieros, creadores de esta crisis. Van perdiendo parte de su bajo vientre: el Caribe y Sudamérica.
El reseteo económico de EE. UU. corre el riesgo de sufrir una profunda recesión anunciada desde su Reserva Federal (FED). La prueba estuvo tras los constantes ajustes en su tasa al 2023, la cual tuvo que resolver de acuerdo a lo decidido desde su Congreso.
Lo que ninguno desea —demócratas y republicanos— es que el techo de la deuda les recuerde lo difícil que es sostener los déficits de gemelos comerciales de índole fiscal. Es la quiebra comercial; en su desfavorable balanza de pagos, importan más y exportan menos.
Un ejemplo de exportar menos es el reclamo que hizo la Cámara de Comercio Norteamericana, quienes señalaron la pérdida de medio millón de venezolanos que anualmente viajaban a EE. UU., comercio, compras, viajes de cientos de aviones dejaron de sentirse, perdiendo verdaderas fortunas.
Por eso China va siendo la mayor economía exportadora, y el déficit fiscal tras la famosa maquinita de hacer dinero, como lo dijera el mismísimo Robert Kiyosaki, hace que la economía norteamericana sea sostenida por un dólar sin respaldo.
Esta situación es la desdolarización entre los que hacen más presión desde el grupo emergente BRICS—PLUS. Por eso la piedra en el zapato es Irán, ubicado en el cuarto puesto de producción tanto de la OPEP como del mundo.
Está será la segunda guerra en menor tiempo contra una economía emergente; la primera es Rusia. A la realidad geopolítica hay que sumarle China con su sector inmobiliario, cosa que hace más difícil el sostenimiento económico a Norteamérica. China, principal financiador. Por esta razón, China ha tenido que ir saliendo de instrumentos absurdos para refugiarse en activos como el oro, igual que muchos países lo están haciendo, inclusive en criptomonedas.
Tras el ataque serán muchos los escenarios geopolíticos; desde una nueva primavera árabe, prolongación de la guerra Rusia-Ucrania encargada a Kamala Harris, hasta vísperas de guerra civil en Reino Unido. Pero los tronos no van a ser cedidos. Evidentemente, todo lo agravado va uniéndose a la mayor inestabilidad económica anunciada tras el falso lunes negro.