Organizaciones narcotraficantes distribuyen el fentanilo en alimentos populares para captar niños y adolescentes y generar adicción en cualquier persona.
La estrategia de organizaciones criminales de narcotráfico y fentanilo -droga sintética- vende la peligrosa sustancia en dulces, pasteles y bebidas populares para captar niños y adolescentes en las comunidades indígenas de México.
Los traficantes habrían entrado la droga por Marqulia, Azoyú y San Luis Acatlán y se han apoderado de varias comunidades de México.
El Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero, Tlachinollan AC, en su informe “Fentanilo en la Montaña» señala que este método aumentó el consumo de la droga y que los menores de edad son un blanco más apetecible para los traficantes.
«Es un negocio criminal que se ha instalado en las tienditas de las comunidades sin que las autoridades ni personas mayores lo hayan detectado para tomar medidas acordes a los graves daños que está causando a sus hijos», refieren.
Fentanilo: Muerte, suicidio e intoxicación
Los efectos del fentanilo cobraron la vida de tres adolescentes por sobredosis, de la etnia me´phaa, originarios de Tierra Colorada en el 2022. Un joven de 15 años se suicidó debido a una crisis de abstinencia que no fue atendida.
La cifra de intoxicación en los niños indígenas se disparó. En el 2021, una niña de 5 años fue llevada a emergencia a un centro médico por una intoxicación tras consumir un dulce con la misma droga.
«Las autoridades de Santa Cruz del Rincón tienen registrado que el fentanilo lo distribuyen a través de los puestos de chamoyadas, piñas coladas, jugos congelados y otros preparados». Es decir, que voluntariamente no lo están consumiendo, sino que los están induciendo a que consuman. Ahora, comer pastel, gelatina y otros preparados resultan ser un peligro para el cuidado de la salud de los niños y jóvenes», refiere la denuncia del Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero Tlachinollan AC.
La incapacidad de las autoridades
El Consejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del Territorio en la Montaña (CRAADET) ha alertado sobre la falta de respuesta gubernamental al problema de distribución del fentanilo.
Según la organización defensora de derechos humanos, en Tilapa se han organizado de forma comunitaria para efectuar labores de resguardo, realizando rondas en el sector, logrando identificar algunos puntos de distribución de la droga: vendedores de muebles; pero temen por sus vidas ante las represalias de los traficantes.
«Los niños la identifican bien [la droga], y se han vuelto expertos en el conocimiento de la calidad de este opioide». En las escuelas secundarias los alumnos aseguran que el blanco es mejor, pero es más caro, mientras que el de color amarillo es de menor calidad y es barato», detallan. En algunos casos, la sustancia circula en pequeñas bolsitas que se comercian entre los 150 y los 300 pesos (entre 8 y 15 dólares).
Deterioro del entramado social
El consumo de opiodes desde la infancia genera efectos muy negativos para el entramado social. Consideran que el fentanilo es el camino delictivo para cometer homicidios, feminicidios, robos y también narcotráfico.
Debido a la filtración del crimen organizado, se han debilitado las organizaciones comunitarias. «Han vislumbrado la posibilidad de que alguien de la comunidad pueda pactar con grupos delincuenciales para permitir la entrada de estas drogas, generando graves daños a la comunidad, sobre todo a la niñez y la juventud», destacan.
El Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones, de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), reveló en su informe el aumento de tratamientos médicos en instituciones públicas y privadas derivado por el consumo de fentanilo, multiplicándose de un 50 % en tan solo cinco años, al pasar de 10 casos en 2218 a 518 casos en el 2023.
Los casos reportados están en los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa y Chihuahua; desde el 2019 al 2023, las autoridades de México incautaron 7.689 kilos de fentanilo.
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