«Occidente intenta convencernos hipócritamente de que todo lo construido después de la Segunda Guerra Mundial está amenazado, pero lo que está verdaderamente amenazado es el monopolio de Occidente», dijo Putin. Foto: Valdaiclub.com
El Presidente ruso Vladímir Putin, en un discurso suyo pronunciado en el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso el 14 de junio, formuló la tarea de promover la cooperación entre los diversos países y asociaciones del continente euroasiático con el fin de armonizar sus actividades encaminadas a garantizar una estabilidad fiable, la seguridad y el desarrollo sostenible.
Se hizo hincapié en que esta iniciativa está abierta a todos los países y estructuras situados en el continente euroasiático, incluidas sus “secciones occidentales”, sin excepción. Por supuesto, no según las normas adoptadas en la OTAN y la UE, donde Washington y Bruselas dictan a todos los demás lo que deben hacer, sino de acuerdo con los principios establecidos en la Carta de la ONU y observados en el seno de la UEEA, la OCS, la ASEAN y otras organizaciones de nuestro continente común. Estamos hablando del principio de igualdad soberana de los Estados, del respeto de los intereses de cada uno y de la búsqueda de un equilibrio de estos intereses para la realización de proyectos mutuamente beneficiosos.
El Presidente ruso Vladímir Putin ya habló de ello en 2016, cuando describió los procesos encaminados a armonizar la actividad de diversas estructuras en este espacio como la formación de la Gran Asociación Euroasiática.
Hoy podemos ver cómo estos procesos se están materializando con bastante rapidez y eficacia, sentando las bases materiales para la creación de un sistema de seguridad euroasiático que abarque todo el continente.
Me ha interesado leer el informe preparado para la reunión de hoy del Club Valdái. Refleja el enriquecimiento mutuo entre nuestros politólogos y el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Desde hace dos años, el tema al que me refiero se viene trabajando en nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores y en los círculos de politólogos. Hemos celebrado varias reuniones conjuntas para realizar análisis de situación, entre otras. El proceso de elaboración y finalización de la dirección y del movimiento de la seguridad euroasiática es muy fructífero.
Esto se vio claramente en la reciente cumbre de los BRICS en Kazán, donde el Presidente ruso Vladímir Putin dedicó una parte importante de sus discursos a promover la idea de una asociación continental. Los procesos de desarrollo de estructuras e interacción regionales son característicos no solo de Eurasia. Con Occidente socavando todos los principios de la globalización que promovió con tanto tesón -libre mercado, competencia leal, inviolabilidad de la propiedad, presunción de inocencia (todo esto ha sido descartado)-, todo el mundo comprende que cualquiera puede ser el siguiente después de Rusia, Venezuela, Irán y muchos otros países que sufrirá sanciones ilegales.
Por consiguiente, África y América Latina, en el seno de la Unión Africana y de la Comunidad del Caribe, están avanzando hacia acuerdos basados en la autosuficiencia. Nadie va a destruir las instituciones existentes, es decir, el FMI, el Banco Mundial y la OMC. En ellas se han acumulado muchas injusticias. Por lo tanto, la mayoría mundial está a favor de reformar estas estructuras para igualarlas. Occidente se opone a ello.
Mientras no cesan los esfuerzos por reformar las instituciones de Bretton Woods y la OMC, cada vez más organizaciones regionales del Sur y el Este Globales piensan en tener alternativas a salvo de injerencias externas.
Esto se refiere también a las liquidaciones bancarias y, más en general, a las plataformas de pago, las rutas logísticas, los acuerdos de transporte y los corredores.
Mis colegas del Club Valdái y yo hemos llegado hoy a una conclusión común: fue Occidente, con su reacción ante las políticas independientes de Rusia y otros países, que se tradujo en sanciones económicas absolutamente ilegales y agresivas, quien fragmentó el sistema de globalización, creado según sus modelos, y estimuló el proceso de regionalización de la vida mundial.
Creemos que se trata de un proceso curativo. Tendrá un efecto positivo, ya que garantizará la multipolaridad de la que se habla cada vez más y que Rusia, China, otros miembros de los BRICS y asociaciones con nuestra participación promueven activamente en la escena internacional. Cuando no haya un hegemón, sino varios centros de desarrollo mundial, y sus actividades se armonicen naturalmente mediante contactos entre sí. Los BRICS, como estructura no regional sino mundial, ofrecen una buena plataforma para establecer dicha armonización y los contactos entre las asociaciones de integración regional. Esta es nuestra conclusión general.
El trabajo está en marcha. Por supuesto, aún no se ha completado. No creo que los procesos globales puedan considerarse desde el punto de vista de la finalización. Están en constante desarrollo.
Es bueno que el Club Valdái siga el ritmo de la vida y sugiera regularmente cosas útiles para los políticos y diplomáticos actuales.